Ecologismo

Multinacionales del textil y el reciclaje de ropa: ¿responsabilidad ambiental y social o lavado de imagen?

En estos últimos tiempos estamos siendo testigos del desembarco de una gran cantidad de iniciativas privadas con un marcado ánimo de lucro en el ámbito de la gestión de la ropa usada, gestionado históricamente por entidades de economía social y no lucrativas que a través de esta labor promueven otra forma de hacer economía, fomentan […]

20 febrero 2013
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En estos últimos tiempos estamos siendo testigos del desembarco de una gran cantidad de iniciativas privadas con un marcado ánimo de lucro en el ámbito de la gestión de la ropa usada, gestionado históricamente por entidades de economía social y no lucrativas que a través de esta labor promueven otra forma de hacer economía, fomentan la inserción sociolaboral de personas en situación o riesgo de exclusión social y proporcionan acceso a la ropa a bajo coste, a través de las tiendas de segunda mano o en forma de donación, a colectivos empobrecidos.

Hace poco salía a la luz un informe de la OCU acerca de la implantación en la vía pública de contenedores ilegales para la recogida de ropa como negocio, a menudo disfrazados de mensajes de solidaridad y de cooperación al desarrollo que confunden al ciudadano. Por otro lado, las grandes multinacionales del textil también se suben al carro, en este caso a través de la implantación en sus tiendas de contenedores para la recogida, los cuales devuelven a cambio vales descuento para consumir en la misma tienda, esta vez con la intención de reciclar la ropa y ahorrar en materias primas.

Proyectos como este, que pueden parecer en principio ambientalmente amables y acordes a la, tan de moda, responsabilidad social y ambiental de las empresas, tienen otra lectura:

A nivel social, estas iniciativas, puestas en marcha sin tener en cuenta la positiva labor que realiza el tejido de entidades sociales que trabajan desde hace décadas en el sector en toda Europa, corren el riesgo de provocar las siguientes consecuencias: por un lado, la destrucción del empleo local, especialmente entre colectivos vulnerables, generado por las entidades de economía social y solidaria que, construyendo otro modelo de economía y de consumo, emplean en la actualidad a más de 1.500 personas en España y más de 40.000 en toda Europa; por otro lado, la reducción del acceso a la ropa a bajo coste o a través de donación a personas con bajos recursos; y esto sin hablar de la deslocalización de la producción textil y las condiciones laborales de las personas trabajadoras de estas compañías. Así pues, las acciones caritativas que indudablemente puedan hacer estas compañías a entidades sociales no compensan de ningún modo las repercusiones negativas, especialmente en lo que respecta a pérdida de puestos de trabajo, que esta iniciativa a gran escala pueda causar en dichas organizaciones.

A nivel medioambiental las consecuencias no dejan de ser otras que las ligadas a la deslocalización del tipo de prácticas de producción y consumo que desarrollan estas grandes multinacionales del textil: para el reciclaje de las prendas recuperadas se proyecta el traslado de toneladas de ropa a otros países donde se ubican las plantas de tratamiento, con las consiguiente huella ecológica, así como el perjuicio para las economías locales. Por otro lado, prácticas como esta incurren en un incumplimiento de la jerarquía de gestión de residuos establecida en la normativa europea saltándose el primer escalón, la prevención, pues se produce ropa de mala calidad para alentar su rápida sustitución y ésta se envía directamente a reciclar, frenando así la actividad de reutilización que desarrollan las organizaciones de economía social y solidaria.

Desde la Asociación Española de Economía Social y Solidaria se llama la atención sobre el impacto que este tipo de iniciativas con ánimo de lucro y sin objetivos sociales pueda tener sobre las entidades de economía social y, por ende, las consecuencias sociales y laborales para las comunidades locales en las que estas organizaciones desarrollan su actividad. Las entidades de AERESS, así como sus socias en 20 países europeos llevan décadas trabajando en el sector de la recuperación de textil, proporcionando con ello oportunidades de trabajo y procesos de inserción sociolaboral a personas en riesgo o situación de exclusión social en toda Europa.

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