Donde quepamos todas – Boletín 31 de Coop57 – Marzo 2017

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Editorial del boletín 31 de Coop57

Ocho años después del estallido de la última burbuja financiera, el paisaje devastado por la crisis ha dejado una sociedad diezmada de exclusión, con unos alarmantes índices de desigualdad, paro y marginación. La cronificación de las pobrezas y la extensión de las precariedades definen una sociedad donde las bolsas de exclusión son cada vez mayores. El sistema expulsa y margina cada vez a más personas y excluye a amplios sectores sociales del derecho a una vida digna, mientras impone la cultura de la codicia, agudiza unos desequilibrios sociales crecientes y desafía los límites ecológicos del planeta. Tocan la lira mientras Roma arde.

Contra ello, desde hace décadas la economía social y solidaria despliega alternativas concretas en casi todos los ámbitos de producción, distribución, financiación y consumo; desarrolla instrumentos cotidianos de transformación cultural, social y económica; y, especialmente, refuerza y recupera valores pedagógicos indispensables para un futuro habitable y en común: la solidaridad, el apoyo mutuo y la reciprocidad entre iguales. En perspectiva -y no es poco- ha sabido construir un imprescindible dique de contención rehaciendo el deteriorado vínculo social comunitario y canalizando la necesidad de habilitar la opción real por una democracia económica y social. No es ya el otro mundo posible e imaginado que vendrá; sino el que ya estamos construyendo desde hace años y cada día.

Kam na kam , dicen en el mundo árabe: es así y no es así. Porque junto a la enorme raíz, esperanza y potencia que reúne la cooperación social, hay que ser conscientes a la vez de las limitaciones y contradicciones que la interpelan y de los retos que todavía tiene por delante. Muchas de estas alternativas -en la medida en que ética, compromiso social y consumo responsable tienen valor pero también tienen precio- no son accesibles a los sectores sociales más castigados y vulnerabilizados por la crisis. El cooperativismo, leal a sus orígenes y a la propia tradición emancipadora, queda obligado a extender sus prácticas y facilitar el acceso, a ser capaz de universalizarlas y a definir experiencias que protejan y defiendan a los que más sufren la crisis. No se trata de cerrarnos en los márgenes sino de ensancharlos cada día más. Más todavía en un contexto de colapso y quiebra de las políticas públicas y de unas dinámicas económicas y financieras que recuerdan que lo más inútil es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes.

En esta encrucijada, cabe dotarnos de nuevas herramientas. Desde las estrategias compartidas de desarrollo local y comunitario en la que llevamos años trabajando, donde conjuntamente tejido social y finanzas alternativas ya hemos construido nuevos fórmulas, buscamos ahora nuevas formas para propiciar, directamente, la creación de nuevos proyectos económicos en clave cooperativa y de economía social y solidaria en la lucha contra las desigualdades. El reto es ir siempre más allá, dar otra paso adelante y subir otro escalón: asumiendo contradicciones y límites pero abriendo caminos. Ser imaginativos e innovadores para construir nuevas respuestas colectivas que, en red, autofinancien desde la autonomía social proyectos innovadores y de transformación social en la lucha siempre inacabada contra la pobreza y la exclusión. Sin exigir qué harán los otros, sino qué haremos nosotras. Siendo capaces de desarrollar soluciones que lleguen a todos los rincones de nuestra sociedad y, especialmente, a los más afectados por una crisis ya estructural.

Juntas es cuando todavía podemos. Y en la caja, las herramientas de siempre: ética de la decencia común, democracia en red y transformaciones colectivas. Porque una vez más, nos toca ir más allá. Hay que pensar y repensar qué hacer, imaginar y avanzar cómo hacerlo y transformar cada desigualdad. Sin olvidarse de nada ni de nadie. Contra la distopía de su mundo imposible, hoy hay que esforzarse, más que nunca y como diría Pere Casaldàgila, en la construcción de la eutopía: el sí lugar donde cabremos todas y todos.