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…que nunca», dice la sabiduría popular. Y parece que es a lo que nos tendremos que aferrar con la esperanza de que, en el año que comienza, la cuestión social cambie. Mejor dicho, la cuestión social mejore. Mejore para que de una vez por todas, nuestro sistema social: las administraciones, los agentes sociales, la sociedad civil organizada…, seamos capaces de responder a esta crisis de una forma contundente y desde la centralidad de las personas, especialmente desde las más vulnerables.

Algo necesario y que, de momento, no hemos sido capaces de demostrar frente a esta crisis que nos pone a prueba con cada Ley, con cada recorte, con cada ERE, con cada cierre, con cada cifra, con cada desahucio, con cada…

Nuestra mirada es crítica, no puede ser de otra forma. La hacemos desde el tercer sector de inclusión social. Desde la sociedad civil organizada. Y creemos que es una mirada lo suficientemente cualificada, y que debe ser reivindicativa y constructiva. Crítica y también autocrítica.

Porque la hacemos desde las personas que atendemos, desde las personas más vulnerables. Quizás sean las menos influyentes, pero sí las que más necesitan de nuestra sociedad. Una sociedad que se preocupa (se debe preocupar) del bienestar de su ciudadanía. Seamos conscientes de que las problemáticas sociales, las realidades que sufren las personas que acompañamos, no son personales, no. Son problemáticas colectivas. De una sociedad que no es capaz de dar soluciones y oportunidades a todas las personas por igual. Porque la crisis nos afecta, sí, pero es obvio que no de la misma forma a todas las personas.

Venimos de unos tiempos mejores, aparentemente. La sociedad vasca ha conseguido unos niveles de bienestar y protección social altos comparando, tanto a nivel estatal como a nivel europeo. Ejemplo de estos niveles de protección social son el gasto sanitario público consolidado (Euskadi 1.632, media estatal 1.322), la extensión del sistema de rentas mínimas de inserción, el gasto por habitante en servicios sociales, etc… También podemos decir que el País Vasco es una de las regiones europeas con menores niveles de desigualdad: el índice GINI en Euskadi es del 25,3, en España del 34. Seguramente que el sistema de garantía de ingresos, tan cuestionado por algunas voces, que lo lograron endurecer en su momento, y con muchas limitaciones, como denunciamos otras, ha sido garante de ello.

Considerando así la cuestión, tenemos una situación social que puede ser motivo de orgullo para toda la ciudadanía vasca. Pese a ello, y en un momento de crisis que hubiera requerido reforzar nuestro sistema social, a finales del 2012 nos encontramos con que estos niveles de protección social no son suficientes. Y que en el periodo 2008 – 2012 hemos vuelto a niveles de pobreza y exclusión similares a los del año 2000: una de cada cinco personas en Euskadi está en situación vulnerable, en pobreza y en exclusión. (Encuesta de pobreza y desigualdades sociales)

A cierre de 2013, parece que la situación se mantiene o incluso empeora. Las medidas en clave de austeridad y sobre todo una respuesta general basada en el asistencialismo, en un mantenimiento de las situaciones de pobreza y exclusión, que no hace más que cronificar la realidad que viven muchas personas, no ayudan a cambiar la sociedad que vivimos. Y entonces, en estos años, ¿dónde han quedado nuestros valores? ¿dónde han quedado los planes de inclusión, la promoción de las personas? ¿dónde ha quedado la generación de empleo? ¿dónde han quedado los objetivos de reducir la pobreza? Y más aún, ¿dónde ha quedado el apoyo a la cooperación internacional?

Necesitamos un nuevo escenario. Un modelo social que garantice bienestar al conjunto de nuestra ciudadanía y a las generaciones venideras.

De momento, apuntamos algunas cuestiones concretas que entendemos pueden ayudar, en el corto plazo, con un impacto social positivo: el desarrollo de la ley de servicios sociales, que los califica como derechos de las personas; el fortalecimiento del sistema de protección social junto con el desarrollo de planes de inclusión social; políticas de activación y generación de empleo; una estructura de mercado que asume su compromiso y su responsabilidad de construir sociedad en positivo, una economía al servicio de las personas; y el reconocimiento de un tercer sector, como sociedad civil organizada, que quiere contribuir con el resto de agentes en la construcción de una sociedad inclusiva y cohesionada.

Tenemos la responsabilidad y este es el momento. Ahora o nunca. No lo dejemos pasar.