Revolución silenciosa - Historias de economía social y solidaria

Grúas sobre un río amarronado, movilizaciones sociales y un panorama de hilos y máquinas de coser son algunas de las imágenes que se suceden como postales de una época de reconstrucción. A través del relato de sus protagonistas, el documental «Revolución Silenciosa» visibiliza historias de la Economía Social y Solidaria que surgieron como respuestas populares a la crisis del 2001.

Con la producción ejecutiva de Josefina Chávez –la directora de la Asociación Civil Empleo Joven (ACEJ)– y la realización de Camila Álvarez, Luis Cristiano y Fernando Panello, el documental se estrena hoy a las 18.30 en el Centro Cultural de la Cooperación, Av. Corrientes 1543, con entrada libre y gratuita.

Quien reúne todas estas historias y aporta su propia experiencia es la ACEJ, que desde el 2003 genera el otorgamiento, capacitación y seguimiento de los micro-créditos para la realización de micro-emprendimientos. Con sede en Martínez, la asociación se propone generar espacios de participación y organización social llegando a comunidades en situación de vulnerabilidad y pobreza en el partido de San Isidro.

Estructurado en cinco capítulos, el documental cuenta además las experiencias del Hotel Bauen como empresa recuperada, de la Cooperativa La Cacerola –una panadería desprendida de la asamblea de la Plaza Almagro–, de la Cooperativa DECOSUR que opera en el puerto de Dock Sud y la mirada de investigadores, docentes y otras voces autorizadas, personificadas en la figura de Osvaldo Bayer.

Desde la propia ACEJ surgió la idea de realizar el documental con la intención de hacer visible cada una de estas historias para tender redes y potenciar el crecimiento en conjunto. “Son cosas que crecen muy de base y todo cuesta, pero queremos armar lazos a nivel nacional y regional para plantear la economía solidaria como una alternativa real al capitalismo”, cuenta Analía Ríos, coordinadora del área de Economía Social y Solidaria de la Asociación.

La génesis de la ACEJ se ubica en el quiebre de la economía que derivó en el estallido del 2001. Al compás de las organizaciones de base y los movimientos piqueteros, empieza a aparecer la lógica del banco popular, como una de las tantas alternativas de subsistencia.

“Es un proyecto de acción en el que se potencian los micro-emprendedores a partir de la entrega de micro-créditos, que acompañan un proyecto productivo, con la condición que sean solidarios entre sí”, cuenta Analía. La lógica que aplica la ACEJ es la del economista indio Muhammad Yunus, quien a partir de la garantía solidaria y el autocontrol de los créditos, permite el acceso a préstamos que no hubiera autorizado ningún banco.

Desde la formalización de los dos primeros bancos populares en 2009 en la zona de La Cava y Boulogne, la ACEJ entregó más de 850 créditos y en la actualidad beneficia a unas 250 personas a través de siete bancos. Desde el origen se conformó un amplio porcentaje de mujeres, en disciplinas como costurería y gastronomía, aunque los últimos años se advierte un crecimiento progresivo de los hombres, desde que se empezaron a implementar oficios como pintura o albañilería. “En cada uno de los casos, se impuso la idea de dejar de responderle a un patrón o a un sistema y autogestionar las prácticas y los saberes como un medio de vida”, explica la coordinadora.

Además de permitir oportunidades de progreso en zonas castigadas, la práctica permite recuperar el valor de la palabra como único contrato social. “Al principio algunos se enojaban y nos decían que tendríamos que pedir algo como garantía. Está dentro de los riesgos que corremos, pero es una manera de potenciar las acciones solidarias”, concluye Analía.