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Banca ética y municipalismo

Juan Casanova / Alcalde De Castellar De La Frontera Hace poco tiempo tuve la oportunidad de poder asistir a una conferencia sobre la banca ética ofrecida por un voluntario de FIARE (Financiación y Ahorro Responsable). En esta conferencia se ofrecía una visión de lo que es la banca hoy en día y cómo nos afecta […]

10 octubre 2011
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Juan Casanova / Alcalde De Castellar De La Frontera

Hace poco tiempo tuve la oportunidad de poder asistir a una conferencia sobre la banca ética ofrecida por un voluntario de FIARE (Financiación y Ahorro Responsable). En esta conferencia se ofrecía una visión de lo que es la banca hoy en día y cómo nos afecta directamente en nuestra vida cotidiana. Son unos análisis que comparto y que comentaré a continuación. Pero antes quiero resaltar que desde el año 2008 que se inicia esta ‘crisis’ despiadada no he dejado de intentar comprender sus causas y a partir de ahí poder elaborar propuestas de acción efectivas.

La Banca Ética puede suponer un golpe directo en la línea de flotación de los planteamientos neoliberales (del capitalismo salvaje) que se defienden en toda Europa y en España están representados por los partidos políticos que han gobernado este país desde el inicio de la democracia.

El diagnóstico que puede hacerse de la situación es compartido por muchos. Los planteamientos neoliberales giran en torno a una máxima: el beneficio económico. Para conseguir esto han convencido a los gobiernos de que la mejor manera de favorecer la economía, así entendida, pasaba por realizar unas determinadas reformas en los mercados (en el mercado mundial, en las reglas del juego del intercambio comercial o a nivel financiero). Así, por ejemplo, se justifica la deslocalización de la producción, cuyo efecto directo es que las fábricas se trasladen a lugares donde la mano de obra es barata y los derechos de los trabajadores inexistentes. También se justifica el libre mercado entre regiones del mundo, haciendo que se inunde de mercancía barata los países que no pueden poner veto a estos productos hundiendo, por tanto, sus economías locales. O permitiendo que se utilice el dinero de nuestros ahorros o de las pensiones para especular en los mercados financieros, haciendo que nosotros mismos seamos los que contribuyamos a agravar el problema al depositar el fruto de nuestro trabajo en un sistema pernicioso, especulador e injusto.

Esta realidad es dura de digerir pero cierta. Los políticos neoliberales, independientemente del partido en el que militen, nos han ofrecido la garantía de que el sistema económico en el que vivimos tiene unas reglas que le hace autorregularse y que nos garantizará el trabajo, el bienestar y el desarrollo. Pero lo que es incuestionable a día de hoy es que ha puesto en peligro todos los logros sociales conseguidos a lo largo del último siglo, y que las garantías ofrecidas no son más que un espejismo: el chiringuito se les ha ido de las manos.

Una posible solución, aunque parcial pero significaría un paso adelante importante, la ofrece la banca ética. Este tipo de banca defiende dos cuestiones importantes: la de la transparencia en la gestión y la de la inversión en proyectos de economía real, no especulativa. La primera permite a los socios y clientes conocer de donde viene el dinero y en qué proyectos se ha invertido. La segunda prioriza la inversión sobre aquellas ideas que refuercen lo social, por ejemplo, el cooperativismo, la vivienda social, etc. Pero también sobre aquellos proyectos que apuestan por una línea de futuro que comparto al cien por cien, por ejemplo, inversiones en agroecología o en energías renovables. De esta manera, se evita que los bancos y cajas de ahorro, para conseguir rentabilidad, apoyen con su dinero a fábricas de armamento o se emplee en especular en las bolsas del mundo.

El efecto de apostar por la banca ética puede ser doble. Por un lado, la banca tradicional, si se ve amenazada puede contraatacar haciendo más transparente su gestión e invirtiendo, por tanto, sólo en lo que los clientes desean. Por otro lado, se favorecería la inversión en proyectos de gran repercusión social. Lo que a su vez redundará en un fortalecimiento de la equidad y la justicia.

¿Qué papel pueden jugar los ayuntamientos en este contexto? Para mí, como alcalde, lo tengo claro y lo estamos estudiando en estos días. Podemos comenzar a desviar parte de la gestión económica de los ingresos por impuestos hacia la banca ética. Convertir al Ayuntamiento en cliente, desviando parte de sus ingresos a cuentas éticas. Hacer que el Ayuntamiento de Castellar sea socio aportando una cuota anual y tener, por tanto, voz y voto en las decisiones que se tomen. El carácter asambleario y horizontal de este tipo de organizaciones, donde cada socio es un voto independientemente del dinero que se aporte, da garantías de transparencia y gestión comprometida con la ciudadanía.

Nos estamos jugando demasiado en estos días de incertidumbre en el que se ha identificado con claridad al enemigo del pueblo, de los estados, de la democracia: el sistema neoliberal. Nos ha tocado luchar con un enemigo un tanto intangible que en parte, somos nosotros mismos. De lo que se trata es de cambiar unas reglas, y si no hay voluntad política o poder suficiente para afrontarlo, somos nosotros, los ciudadanos de a pie junto con los municipios, los que podemos dar el primer paso del cambio. Se trataría de afrontar el cambio de modelo de ‘abajo a arriba’, del ciudadano a las instituciones. En ello estamos y espero que no nos falte decisión en esta tarea.

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