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Acción ciudadana por la paz

M. en A. José Luis Gutiérrez Lozano* Más allá de la “cuesta de enero”, el tema recurrente es la falta de poder adquisitivo que domina a una cada vez mayor proporción de mexicanos, provocando malestares personales que trascienden hasta incidir en malestar social. Los datos macroeconómicos difícilmente lo reflejan, pero existe un patente malestar generalizado […]

17 enero 2012
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M. en A. José Luis Gutiérrez Lozano*

Más allá de la “cuesta de enero”, el tema recurrente es la falta de poder adquisitivo que domina a una cada vez mayor proporción de mexicanos, provocando malestares personales que trascienden hasta incidir en malestar social. Los datos macroeconómicos difícilmente lo reflejan, pero existe un patente malestar generalizado porque las cosas no caminan tan bien como lo desearía la mayoría; los promedios generalizados y globales no sirven para dilucidar lo que percibe la población.

Los economistas que manejan las estadísticas se preguntan por qué no se recupera la economía si se han cumplido cabalmente con las recomendaciones técnicas que vienen en sus libros. El divorcio entre la economía teórica y la real es cada vez mayor.

Santiago, tendero en una típica colonia de clase media (estrato C, dirían los mercadólogos) ya no vende lo suficiente para pagar la renta. Sus clientes le compran cada vez menos: un peso de chiles, diez de queso, tres de azúcar. Pretende defender su negocio vendiendo en pequeñas cantidades a granel lo que antes le compraban en envase o paquete. Armando vende cada vez menos sus hermosas y elaboradas figuras artesanales de vírgenes y santos; María Luisa realiza cada vez menos composturas de ropa y Rosalba deja cada día de vender la ropa de alta calidad que produce en un taller que da empleo a hermanas y cuñadas.

Ninguno de ellos necesita conocer los datos que publican el Banco (Central) de México, la Secretaría (Ministerio) de  Hacienda o el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) para saber que las cosas no van bien. Es más, se sorprenden cuando los datos estadísticos reportan baja inflación y crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). Pero todos pueden notar que hay cada vez menos personas con ingresos estables y que muchos están desempleados. Aunque no se refleja en las estadísticas de delitos denunciados, se percibe el surgimiento y aumento en el robo —cables de cobre, aparatos electrónicos, acumuladores—; se ven adolescentes impulsando la venta de droga e incluso prostitución infantil auspiciada por los mismos padres.

El deterioro de las condiciones elementales de urbanidad y convivencia se acentúa de manera paralela al proceso de pérdida de ingresos estables de las familias. Se ha roto el tejido social y con ello la paz. Quienes pretenden vivir de un pequeño negocio, de un taller artesanal, de la venta de servicios técnicos y profesionales pierden las esperanzas cada día que pasa sin que las cosas mejoren. La sociedad pierde cada vez más espacios seguros. Sin percibir claramente que los llamados delitos no graves representan el antecedente de los delitos cometidos por el crimen organizado, con temor creciente la población se aísla y refugia en sus casas. Frente al televisor y otros medios de escape, al final de cada jornada agradecemos llegar indemnes de regreso.

La gran mayoría nos sentimos víctimas de algo que avanza inexorablemente, quitándonos la tranquilidad y el futuro, sin darnos cuenta de que en nuestra individual fuga y afán de salir adelante estamos contribuyendo para ello. No nos percatamos de que consumiendo como lo hacemos, contribuimos a quitarles el pan de la boca a muchas personas que, al igual que nosotros, ignoran las causas de su proceso de pauperización.

Para salir adelante, Rosalba ha comenzado a comprar ropa de segunda mano que se importa en costales —pacas— en grandes volúmenes de los Estados Unidos. Para ello ya no ocupará a sus familiares para confeccionar. María Luisa busca empleo en la tienda de autoservicio —de grandes superficies— en la que ahora compra. Ésta, al instalarse en la misma colonia donde Santiago comenzó con el negocio de tienda hace veinte años, provocó la quiebra de muchos pequeños negocios. Armando compra al mayoreo figuras de la virgen de Guadalupe importadas de China que, aunque hechas de plástico y de pésima calidad, vende como artesanía en las calles de Tlaquepaque, comunidad que antaño prosperó como centro artesanal reconocido mundialmente.

Sin darnos cuenta, arrojados por las políticas públicas marcadas por el sello de la globalidad neoliberal, seguimos contribuyendo diariamente a que cada vez más gente en nuestro país se quede sin ingresos.

La buena nueva en este drama socioeconómico es que, así como contribuimos al deterioro de las condiciones de vida de muchos y rompiendo el tejido social, de la misma manera podemos revertirlo. Sólo falta ponernos de acuerdo y comenzar a ejercer nuestro poder de compra, invitando a muchos más para hacerlo todos a la vez, privilegiando servicios y productos locales por encima de los importados y de marcas extranjeras.

Nos hemos propuesto comenzar una acción colectiva en Aguascalientes, México: Acción ciudadana por la paz. Se trata de una iniciativa ciudadana que nació de la sociedad civil: personas, organismos y asociaciones. Consiste en realizar acciones simultáneas, concatenadas y coordinadas que tienen como fin construir un círculo virtuoso por la paz. Nuestra participación, como lo hemos manejado siempre en esta columna, es de fomento y desarrollo de la ciudadanía económica.

Si la falta de ventas ha afectado a millones de personas y esto ha sido el detonante para perder la paz, el compromiso de comprar lo propio y en negocios locales es un camino de paz hacia la paz. Es el inicio de un círculo virtuoso que pretende unir a la sociedad civil para que sus acciones se coordinen y concatenen. Se pretende que esta acción multiplicada permita a que muchos recuperen la estabilidad económica y, con ello, la legalidad y la paz.

* Presidente de Fundación Ahora A.C., asociación que promueve la Economía Solidaria en la región centro-occidente de México con más de una década de trabajo.

Twitter: @josgutie

Correo: josgutie@aahora.org

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