Consumo Responsable

El consumo excesivo de comida chatarra produce adicción «casi igual» a la de opiáceos

Altas dosis de grasas, azúcar y sal en refrescos y frituras generan dependencia, señala EPC [Juan Carlos Miranda para el Periódico La Jornada] El consumo excesivo de alimentos chatarra produce una adicción «casi igual» a la que generan drogas como la cocaína, la heroína y la morfina, aseguró la organización El Poder del Consumidor (EPC). […]

23 febrero 2010

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Altas dosis de grasas, azúcar y sal en refrescos y frituras generan dependencia, señala EPC

[Juan Carlos Miranda para el Periódico La Jornada] El consumo excesivo de alimentos chatarra produce una adicción «casi igual» a la que generan drogas como la cocaína, la heroína y la morfina, aseguró la organización El Poder del Consumidor (EPC).

Durante la presentación de un estudio en el que se midió el impacto de tales productos en los hábitos alimentarios en niños y adolescentes de comunidades indígenas en el estado de Guerrero, la coordinadora de la investigación, Xaviera Cabada, explicó que productos como frituras y refrescos están saturados de grasas, azúcares y sales, sustancias que al ser consumidas en exceso producen una sensación muy placentera en el cerebro, lo que genera dependencia.

«Está totalmente comprobado en estudios con animales que la combinación de estos tres productos tiene un efecto tan placentero que genera una adicción casi igual a la de los opiáceos como la cocaína, heroína y morfina», aseguró.

Agregó que la industria de la comida chatarra tiene conocimiento de esto, pero lejos de corregir el problema, agrega más sal y azúcar a los productos para que neurológicamente sean más aceptables.

Incluso señaló que la industria refresquera agrega sodio a sus productos con objeto de anular el sabor tan dulce, debido a que cada vaso de refresco equivale a tomar siete cucharadas de azúcar.

Marcos Arana, director del Centro de Ecología y Salud para Campesinos en Chiapas, dijo que la dependencia que producen los alimentos chatarra es tal, que cuando se suprimen las personas experimentan una especie de síndrome de abstinencia que en el caso de los niños se traduce en hiperactividad, falta de concentración y hasta violencia.

Cabada indicó que en los últimos 15 años los alimentos y bebidas tradicionales han sido fuertemente desplazados por la comida chatarra, en gran medida a causa de la influencia que la publicidad televisiva ejerce sobre las preferencias de consumo, principalmente entre niños y jóvenes.

Sostuvo que México es uno de los países que mayor publicidad dirigida a los niños tiene, con un total de 39 anuncios por hora dirigidos a esta población, de los cuales la mayoría es de comida chatarra.

Por su parte, Julieta Ponce, nutrióloga y directora del Centro de Orientación Alimentaria, sostuvo que el Estado es «absolutamente responsable» de la seguridad alimentaria, de la integridad y de la salud de los niños que están en los planteles escolares, por lo menos en el tiempo que permanecen en ellos.

«No hay razón para justificar la presencia de estos alimentos dentro de las escuelas; si esto ocasiona daños a la población es responsabilidad de las autoridades», sentenció, y propuso la instalación de comedores escolares en los que no se ofrezca ese tipo de comida y que permitan generar procesos de economía solidaria y consumo de alimentos producidos en la zona.

Cabada también indicó, de acuerdo con los datos arrojados por el estudio, que son aplicables a la gran mayoría de comunidades indígenas en el país, que entre 50 y 70 por ciento de los niños consumen refresco por lo menos una vez al día y entre 20 y 60 por ciento lo hacen tres o más veces diarias.

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