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En Micronesia ya no van a los bancos, sino que hacen «fiestas de sorteo»

Los bancos están afrontando tiempos duros en muchos lugares del mundo. También en la isla de Pohnpei, en el Pacífico occidental, de los Estados Federados de Micronesia. Con las dificultades para acceder al crédito, y las malas experiencias de default de los pohnpeianos, las comunidades han creado un valioso recurso de economía social y solidaria […]

6 diciembre 2009

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Los bancos están afrontando tiempos duros en muchos lugares del mundo. También en la isla de Pohnpei, en el Pacífico occidental, de los Estados Federados de Micronesia.

Con las dificultades para acceder al crédito, y las malas experiencias de default de los pohnpeianos, las comunidades han creado un valioso recurso de economía social y solidaria para salir de algún sofocón financiero: las “fiestas de sorteo”.

“Esta es una nueva tendencia que se ha convertido en algo muy popular el último año”, dijo Adelino Lorens, jefe de agricultura de la oficina de asuntos económicos de la isla. “Ahora ya la gente no se acerca a los bancos a tener que calificar para un pequeño crédito”, dijo el funcionario en declaraciones que publicó este miércoles The Christian Science Monitor, periódico con base en Boston.

En toda la isla, los eventos recaudadores (fundraisers) se han transformado en puntos convergentes de la vida social en Pohnpei, donde las familias se reúnen para comprar tickets de sorteo y obtener bienes que han sido donados por amigos y familiares. Los precios dependen del objeto a sortear: pueden ser desde algunas papas dulces (yams) hasta animales grandes, como cerdos. Algunos eventos producen en una noche sumas significativas.

“El fundraiser, hoy en día, es más mucho fácil que ir a un banco”, declaró Wetsin Beleb, mientras comenta sobre un evento que organizó días pasados en Madolenihmw, el municipio más importante de Pohnpei.

Si a ello le sumamos que se invita con abundante comida, bebida y música, no hay ninguna duda que se trata de una opción mucho más disfrutable que tener que enfrentar una ventanilla bancaria.

En el fundraiser de Madolenihmw, Wetsin logró reunir cerca de 150 personas en una cabaña con techo de palmas. Se ofrecieron distintas cosas: pilas de leña, bananas, caña de azúcar y coloridas prendas locales. El dinero recaudado ayudará a enviar a la hija de la familia organizadora a estudiar a una universidad de Hawai.

Albert Augustin, director de una escuela local, levantó 2.800 dólares con un fundraiser que ayudó a su hermano a viajar a Honolulu, para que asista a la graduación universitaria de uno de sus hijos. Además de gastos de educación, los fondos son usados para financiar distintas cosas, como la compra de un auto usado o para pagar facturas médicas.

Como muchas familias introducidas recientemente a las prácticas bancarias occidentales perdieron tierras en manos de acreedores, estos eventos permiten a las comunidades donar bienes en la medida de sus posibilidades, con la complicidad de que, en caso de necesidad, sus favores de hoy serán retribuidos mañana

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