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«Es hora de que la economía social tome la palabra»

Clément Guimond, promotor entre otros proyectos del Cirque du Soleil reflexiona en esta entrevista realizada por Marcos de Castro Sanz sobre el actual modelo de desarrollo económico y de crisis y de la necesidad de apostar por la economía social y el mundo de las cooperativas. Clemènt Guimond fue fundador y coordinador general de la Caja de […]

28 marzo 2013
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Clément Guimond, promotor entre otros proyectos del Cirque du Soleil reflexiona en esta entrevista realizada por Marcos de Castro Sanz sobre el actual modelo de desarrollo económico y de crisis y de la necesidad de apostar por la economía social y el mundo de las cooperativas.

Clemènt Guimond fue fundador y coordinador general de la Caja de Economía Solidaria Desjardins en Canadá. Ha acompañado y promovido el inicio de numerosos proyectos nacidos en sectores comunitarios, cooperativos y culturales. Un ejemplo es el apoyo a la creación del Circo del Sol. Fue consejero de la Confederación de los Sindicatos Nacionales. Actualmente, participa en numerosos comités de trabajo en el seno de diferentes organismos y es miembro de varios consejos de administración, entre ellos la Fundación One Drop cuya misión es luchar contra la pobreza dándole acceso al agua a cada persona, por todas partes sobre el planeta.


Marcos de Castro Sanz | En los diversos viajes realizados por Latinoamérica suele ser fácil encontrarse con Clément Guimond: siempre en reuniones de cooperación, de intercambio de experiencias cooperativas, en debates que generen proyectos comunitarios o en reuniones que pretendan hacer cooperativas más consistentes y presentes en la sociedad. No impone, sugiere. No habla desde quien sabe y se siente como tal, insinúa. En todo momento traslada generosamente su experiencia y abre los oídos para entender la realidad local. Su experiencia vital (también profesional) fue remover, descubrir y potenciar proyectos creadores de riqueza colectiva (normalmente en formato cooperativo) con repercusiones comunitarias ayudando a los promotores en la financiación y en el desarrollo del proyecto. Porque cree que otro mundo es posible y por él se empeñó en trabajar. Lo hizo desde Caja de Economía Solidaria (con un volumen de negocio de mas de 1,2 millardos de dólares canadienses) como miembro de Desjardins, organización que integra a un conjunto empresarial de economía social de más de 173 millardos de dólares, constituyendo el mayor grupo financiero de Canadá (agrupa a una extensa red de cooperativas de servicios financieros y sociedades filiales que trabajan en seguros, capital riesgo, gestión de activos…).

Es un placer estar con Clément Guimond, hablar, debatir y pensar. Mira con ojos que te empujan al fondo de reflexiones y pensamientos cargados de humanidad y sensibilidad a las personas. A todas las personas, pero especialmente a las que sufren cualquier discriminación social. Respira humanidad. Yo le fuerzo a que sea él quien haga la descripción de su vida y describe una vida de “banquero” sin ninguna de las características de lo que en este país se entiende como un banquero:

Clément Guimond | Fui el coordinador general de la Caja de Economía Solidaria, de Desjardins, desde 1986 hasta 2007. Planifiqué y gestioné el desarrollo de la Caja, asegurando la gestión financiera con el apoyo de los diversos organismos democráticos de la organización.
Pero también he acompañado, apoyado y ayudado a financiar muchos proyectos de emprendedores, especialmente los de carácter comunitario, cooperativo y/o cultural. Varios proyectos ambiciosos, como el Cirque du Soleil, deben su existencia a la atención y acogida de las necesidades de sus promotores que, desde Caja Solidaria, les ofrecíamos.

-Clément, le interrumpo, eso de financiar y potenciar el Cirque du Soleil debió de ser algo muy interesante

Cuando el Cirque du Soleil ha tenido éxito los demás colegas del sector financiero de Quebec me dijeron que ¿cómo yo lo vi y ellos no? Pues eran, al inicio, chicos de la calle que deseaban organizarse para hacer un circo distinto y ninguna institución financiera de Quebec les hizo caso, salvo Caja Solidaria. Yo les respondí: Si yo hubiera tenido la misma forma de ver las cosas que vosotros tampoco yo lo habría visto. Yo quería ver ese deseo de renovación que ellos tenían. Querían hacer un circo nuevo y yo quería hacer un banco nuevo. Nos ayudamos entre los dos, ellos a mi y yo a ellos. Aprendíamos juntos la importancia de ver las cosas desde otro punto de vista. Yo quería ver los sueños de los promotores. Me interesaban promotores que tuvieran fuerza en sus deseos. Para mi, como “banquero” eso era la garantía.

-Pero los sueños es un concepto que no entra en los criterios de medida de quienes definen los criterios de decisión en las instituciones financieras.

Es cierto, por eso ninguno de los otros vio la fuerza de los promotores del Cirque du Soleil. Ni de otros muchos proyectos que han conseguido hacer de Quebec un lugar más humano. Todas las personas tienen un sueño, lo que quisieran realizar y no lo han hecho. Es preciso sacar a la luz ese sueño y la fuerza que lo acompaña. Los sueños rompen las ataduras tradicionales que suelen acompañar a la impotencia. Tenemos la obligación de ayudar a descubrir esos sueños a quienes deseen expresarlos. Hemos llegado a un sistema económico que centra todo en la acumulación de capital (dinero y dinero, no importa otra cosa) y quien no desea entrar en esa inercia debe saber que hay otras oportunidades. Especialmente quienes desean realizar proyectos cooperativos y comunitarios. Oscar Wilde dijo que tenemos que tener sueños suficientemente grandes para que cuando caminemos hacia ellos no les perdamos de vista. Eso es lo que yo quería hacer desde la Caja Solidaria. Y algo de ello hice. Creo que me llamaban el banquero de los sueños. También era el banquero de la solidaridad.

-Nuestro autor del siglo XVII, Calderón de la Barca, en una de sus mejores obras de teatro, titulada La Vida es Sueño, hace decir a su protagonista Segismundo “¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. ¿Son estos los sueños de los que hablas?

No, no. Cuando hablo de sueños no hablo de fantasías. Hablo de esa convicción profunda que habita en el interior de cada uno y que apunta a lo que se desea hacer en la vida. Hay que saber escuchar a la vida y hay que saber escucharse a uno mismo. Hay que tener capacidad de introspección. Y cuando uno ha descubierto eso que desea debe traducirlo en términos operativos: cómo y cuándo se hace, de qué forma, con qué medios. Esto es muy importante. La frustración no siempre viene de la realidad, también de un mal diseño del propio sueño o de definir mal cómo se hace realidad ese sueño. Hay que saber planearlo muy detenidamente.

-¿Se trata de descubrir lo que uno cree?

No es desde las certidumbres desde donde nos debemos mover sino desde las convicciones. Las certidumbres son estáticas las convicciones nos movilizan. La convicción nace de la reflexión personal, la certidumbre suele venir impuesta del exterior. La convicción puede cambiar porque la vida cambia y la reflexión personal te permite revisarla, la certidumbre no cambia y rechaza lo que la pueda movilizar. La convicción ha de ser el origen del sueño personal.

-Volviendo al Cirque du Soleil, ¿qué de nuevo deseaban aportar sus promotores?

Ellos querían hacer un espectáculo que cuando terminara la actuación la gente sintiera algo de felicidad y deseo de cambiar alguna cosa de su vida, aunque sea un poco. No querían un espectáculo de violencia, sino de ritmo, de habilidades corporales, para que se sienta que el cuerpo es flexible, de humor y de imaginación de forma que, todo ello, apunte a reforzar el sentimiento en el espectador de que su cuerpo es (o puede ser) flexible y las relaciones humanas pueden ser felices. Actualmente hay varios espectáculos de Cirque du Soleil por el mundo. Todos pretenden transmitir sentimientos de ese tipo. Están preocupados por innovar. Marketing y finanzas entran en los proyectos después de que estos se han perfilado por los creativos, no antes, para que no condicionen. Una vez, un comité de creativos estuvo dos años trabajando para un nuevo espectáculo y cuando lo presentaron al Presidente éste preguntó qué aporta de nuevo. No supieron responder. El Presidente dijo que no servía, que comenzaran otra vez. No importaban los dos años trabajados, importaba qué se aporta de nuevo.

-Clément se para y mira con sus ojos hambrientos de filosofía humanista. Cuando tiene un pensamiento nuevo su cara se vuelve sonriente y acogedora. En un momento de sinceridad se atreve a decir:

Bajo mi trabajo y con la ayuda de los órganos democráticos de la organización, también de otras organizaciones internacionales, la Caja Solidaria se ha convertido en un cruce de caminos únicos donde se encuentran y ayudan organizaciones e individuos comprometidos en la acción colectiva y animada por el deseo de renovar la economía y las finanzas.

-¿Además de “banquero” tuviste otras actividades?

Sí, además de trabajar en la puesta en marcha de la Caja Solidaria, trabajé como asesor de la Confederación de Sindicatos Nacionales de los trabajadores del papel, de los bosques y de la imprenta desde 1978 a 1983. Estuve también en Latinoamérica, a raíz de una oferta de prácticas en la cooperación internacional en 1977. Allí descubrí la riqueza de otras culturas y un profundo conocimiento de las realidades de los países en desarrollo. Actualmente estoy en numerosos comités que trabajan en distintas organizaciones y soy miembro de varias juntas directivas como la Fundación One Drop, cuya misión es luchar contra la pobreza mediante el acceso al agua para todos y en todas partes del  planeta, hoy y mañana.

-Todo eso lo puedes hacer porque ya no trabajas.

En agosto de 2008, terminé mi carrera y opté por las vacaciones eternas (la jubilación). Por lo tanto, he decido no “capturar” y acumular riqueza, sino que seguir apoyando y ayudando, de forma gratuita, proyectos queridos en mi corazón, que tengan una contribución especial a la vida comunitaria. Al mismo tiempo, puedo compartir lo que he tenido el privilegio de aprender durante mi compromiso profesional, en particular en la Cooperativa de Economía Solidaria.

-Clement, dado tu activo compromiso por fortalecer proyectos comunitarios y cooperativos, ¿ahora por dónde te andas?

Ahora participo en varias juntas directivas como Équiterre, Fondaction, el Hotel de Hielo en Quebec, la Funbdacion One Drop, y participo en dos Fondos de capital-riesgo para el fomento de actividades empresariales con carácter cooperativo: Azula y Fides. El Fondo FIDES, concretamente, nace en México y desde Desjardins colaboramos y potenciamos. Es Capital-Riesgo para que México pueda desarrollar y potenciar empresas de economía social, especialmente en zonas desprotegidas (indígenas preferentemente). Por cierto, también en este Fondo participa activamente el Grupo cooperativo Gredos San Diego y su experiencia nos aporta todo el saber hacer de quienes trabajan con exquisita profesionalidad en este campo de presente y futuro como es la educación. La educación es un compromiso más profundo que la enseñanza.  

-Por cierto, Clement, el año 2012 fue designado por la ONU como el año internacional de las Cooperativas. ¿Crees que esto puede aportar algo a nuestra sociedad?

Es evidente que sí. Estamos en un modelo de desarrollo económico agotado, aunque lo desean vender como el único. Sus consecuencias sociales ya se han evidenciado. Es la economía neo-liberal, donde el estado se debe retirar y dejar el campo limpio para las empresas. La crisis actual viene precisamente por dejar a las empresas una libertad de acción sin límites. Esto no solo lo digo yo, lo han dicho varias de las Cumbres del G-20, pero no se han atrevido los participantes en estas Cumbres a modificar nada, a pesar de haberlo declarado en sus Conclusiones. Las cooperativas aportan colectividad, participación en las decisiones, riqueza económica colectiva, refuerzan la confianza entre las personas, son veraces en sus relaciones con sus clientes… son esa otra forma de hacer empresa que necesita la comunidad social. Ha terminado el momento de hablar, es preciso hacer equidad social, cohesión social. Y esto lo hacen las cooperativas.

-Estas cosas también las dicen los políticos en sus discursos.

Ha terminado el momento de hablar, ya se necesitan hechos. No más discursos. En los discursos podemos coincidir muchos pero no en la acción. Hay que transformar el discurso de la cohesión social en realidad. Los jóvenes actuales necesitan ver acciones que acojan sus inquietudes. Necesitan hacer el cambio. Por ello se necesitan organizaciones que lo hagan. Y las cooperativas lo hacen.

-¿Las cooperativas tiene cosas que decir en esta crisis y en esta sociedad?

Ciertamente. Tienen que decir. Tienen mucho que decir. Es hora de que la economía social tome la palabra, de que exprese que otra economía es posible y otra empresa también lo es. Una empresa que se toma en serio a las personas, que desarrolla las potencialidades del territorio, que actúa con honestidad, que fomenta los valores productivos frente a los especulativos… que haga que la sociedad sea más feliz. Que ponga en su sitio a la economía. Ésta es solo un instrumento, un medio, no es el fin. Es como ir al dentista, éste es un instrumento para tener una vida más placentera, no puede ser el dentista una obsesión (como cualquier otro médico). La economía no puede ser el fin. Eso significaría cambiar y confundir los medios por el fin. Y las cooperativas tienen mucho que decir para construir una sociedad más equitativa, más cohesionada, más integradora. Basta ya de generar exclusión y lanzar a la cuneta de la sociedad a tantas personas como la sociedad actual está haciendo.

-Lo que no se atreve, por pudor, a decir Clement en esta entrevista es que en sus ratos libres de sus compromisos socio-económicos se “escapa” a la montaña”. Lo que le permite profundizar y escuchar su propio espíritu. Ha subido el Aconcagua, el Everest… y acaba de hacer una ruta de 250 kilómetros por el alto de una maravillosa montaña canadiense, toda nevada. Es la Traversée de la Gaspésie, más conocida como Chics-Chocs. 40 kilómetros diarios con tablas de esquí de fondo, 250 kilómetros en total. Es “maravilloso”, dice cuando lo cuenta, “excelente, descubrir la fuerza de la naturaleza”. Terminamos porque llegó la hora de comer. Clement refleja la alegría de quien goza al sentirse persona con las personas y banquero al que “nada de lo humano le es indiferente”.

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