Ansol es un medio para construir la información, situado en un proyecto. Y es, como cualquier otro medio de comunicación, una herramienta política, al servicio de esa construcción.

La información es un dato o varios que, procesados y canalizados por un emisor calificado, son enviados bajo distintos formatos a un número más o menos variado y extenso de personas. La función social de la comunicación está hoy en manos de múltiples actores, pero los medios masivos comerciales la detentan de modo hegemónico.

Los datos seleccionados, la manera de procesarlos y el tono del mensaje están directamente atravesados, como no puede ser de otra manera, por intereses, llamémoslos editoriales, aunque son en conjunto económicos, políticos y culturales.

En este sentido, no parece muy discutible a esta altura que la mercantilización cada vez mayor de la noticia, como de casi todos los bienes y servicios, privados y públicos, que hacen a la vida de nuestras sociedades, está conjugada con las apuestas político-económicas de esos grandes medios. Esto ocurre en un contexto nacional e internacional que todavía mantiene muchos componentes de la matriz neoliberal impuesta hace más de tres décadas.

Sin embargo, en este mismo escenario han surgido respuestas a las desigualdades sociales provocadas por este paradigma. Ya desde mediados del siglo XIX, cuando el capitalismo se reimpulsaba en la segunda fase de la revolución industrial, pequeños grupos de personas encontraban en la asociación -horizontal y democrática- otra forma de organizarse para, ni más ni menos, asegurar sus condiciones de existencia. Hoy entendemos que esa necesidad, bajo otras dimensiones pero con similares criterios, se vuelve ahora inexorable.

Y vemos más de 200 empresas vaciadas o en quiebra que comenzaron a ser gestionadas por sus trabajadores. Casi 40 organizaciones, entre ellas muchas de esas fábricas, abrieron bachilleratos de educación popular para jóvenes y adultos que habían quedado excluidos de la escuela tradicional. Más de 500 familias sin acceso a la vivienda están construyendo su hábitat de forma colectiva y autogestionaria. Más de 100 radios de todo el país dan voz a campesinos, obreros de la ciudad, nativos…

Todas ellas lograron, después de muchos años y junto con otros actores del campo popular, poner en la agenda la necesidad de una nueva normativa audiovisual. Aunque tanto su aprobación como su aplicación quedaron quizás demasiado encerradas en las disputas de poder que ofrece el entramado político actual, el debate emergió.

No hay una sola forma de comunicar, fue la conclusión primera de esta discusión. Hace tres meses hemos puesto aquí de pie una herramienta más. Busca construir un mensaje junto con los actores de la Economía Social y Solidaria, entendida como un sistema de relaciones basada en la cooperación, la ayuda mutua y la autogestión y que apunta a garantizar la reproducción ampliada de la vida de todas las personas.

Atiende también los asuntos propios de las formas cooperativistas más tradicionales, porque la situación histórica y la agenda periodística lo ameritan, en tanto 14 millones de personas viven -a lo largo y ancho del país- ligados de alguna manera a ese esquema, que es potencialmente generador de nuevas relaciones entre las personas. Ansol es un medio para construir la información, o el proceso informativo, situado en un proyecto. Y es, sin ocultarlo y como cualquier otro medio de comunicación, una herramienta política al servicio de esa construcción.