Finanzas Éticas

Banca ética de Granada: 17 años dando crédito sin intereses

El Fondo de Solidaridad, Paz y Esperanza entrega dinero a devolver en tres años sin ningún tipo de contraprestación. La banca no siempre es mala, o al menos no lo es cuando los que están detrás de ella piensan en los demás. Esta es la filosofía que desde hace treinta años funciona en el Fondo […]

17 junio 2013
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El Fondo de Solidaridad, Paz y Esperanza entrega dinero a devolver en tres años sin ningún tipo de contraprestación.

La banca no siempre es mala, o al menos no lo es cuando los que están detrás de ella piensan en los demás. Esta es la filosofía que desde hace treinta años funciona en el Fondo de Solidaridad, Paz y Esperanza de Granada. Lo que comenzó siendo un fondo de asistencial para ayudar a los vecinos del municipio granadino de Loja, se ha convertido hoy en el bote salvavidas que cada año recata de morir ahogados entre papeles y desilusiones a decenas de familias.

Pilar Gómez Capilla, presidenta del Fondo y presente entre sus filas desde los comienzos, relata como la crisis de mediados de los 80 hizo que diferentes colectivos decidieran entregar dinero para ayudar a sus vecinos. «Se pagaba la luz, el agua, se compraba comida…» La historia siguió creciendo, y en 1996 la Fundación decidió dar un paso más y crear los depósitos. «Ahora los socios ponemos una cuota que va desde los 10 euros al mes, y además están los depósitos individuales que no superan nunca los 12.000 euros». Esto significa que hay personas que entregan su dinero para que otros puedan montar sus negocios o pagar sus deudas. «Les prestamos el dinero, pero sin intereses», explica Pilar.

Así pues, la banca ética, tan de moda estos días, no es nueva. En Granada un grupo de personas con ganas de ayudar ya ejercían de ‘banqueros buenos’ hace 17 años «sabiendo perfectamente», apostilla su presidenta, «que muchos pequeños formamos un grande». De este modo, el Fondo de Solidaridad tiene actualmente 250 socios y 88 depositantes. Personas que entregan su dinero a este banco ético con la única condición de que para recuperarlo deben avisar con un tiempo prudencial para que la banca pueda maniobrar. «Por ese motivo sólo aceptamos un máximo de 12.000 euros, para que si alguien retira el dinero no quedarnos sin colchón», argumenta Gómez.

La idea, además, funciona: El año pasado prestaron 99.000 euros para 29 proyectos, 3 de ellos asistenciales (a fondo perdido para ayudas puntuales como sacarse el carné de conducir o formarse en un determinado campo para montar un negocio).

Lo que sí ha cambiado, apostilla Pilar, es el perfil de las personas que reclaman su ayuda. «Nunca damos más de 6.000 euros a devolver en tres años sin ningún tipo de interés, pero antes solían venir personas sin red social, como inmigrantes que necesitaban ayuda para salir del pozo. Ahora ayudamos a la gente a que no caiga en el pozo. La media social que acude a nosotros es más alta, personas que ya tienen su pequeño negocio y a las que las deudas los están ahogando». Las ayudas han llegado en estos treinta años a negocios tan variados como pizzerías, kioscos, tiendas ecológicas o empresas de reciclaje. Todo lo que sea viable y no financia el banco de las grandes campañas.

Exigir derechos

La gente también se ha vuelto más solidaria con esta crisis. «En 2008 teníamos 42 depositantes y hoy tenemos el doble». Y es que, «si no nos ayudamos entre nosotros no salimos de esta», apostilla la presidenta de Fondo de Solidaridad. «Pero, no podemos quedarnos en las cooperativas, hay que salir a exigir Derechos». Por eso este fondo sigue buscando alternativas y forma parte, entre otros colectivos, de la Banca Ética Fiare-Sur y de Reas (Red de redes de economías alternativas y solidarias).

Esta filosofía es la que también mueve a Mariana Moncayo, miembro de Traper@s de Emaús y cuyo nacimiento vino de la mano del Fondo de Solidaridad de Granada hace ya 15 años. «Se trata de humanidad, mirar a tu banquero a la cara y que te escuche. Esto no hubiera sido posible sin la ayuda de la llamada banca ética». Traper@s tiene como objetivo la inserción de personas en exclusión y como medio para lograr esto se dedican al reciclaje de todo tipo de enseres.

La crisis también ha golpeado a este sector, y aunque hace unos años llegaron a tener 15 personas contratadas ahora son algunas menos. «Comenzamos con dos contratos gracias a la ayuda del Fondo y consideramos que este es el camino». Marina confía ciegamente en los proyectos en colectivo, «debemos creer los unos en los otros, de otra forma el resultado es lo que estamos padeciendo, nos han hecho pensar que estamos solos, pero seguimos estando, aún no nos han vencido«. Con esta fuerza, Moncayo quiere animar a los jóvenes a luchar «y no marcharse fuera porque organizados hay espacio donde poder hacer cosas juntos».

Este punto es también el que llevó en 1999 a Inés López y Teresa Fernández a montar Consumo Cuidado, una tienda de alimentación ecológica y comercio justo en Granada. «Comenzamos con lo que nos dio Fondo de Solidaridad para pagar a proveedores y el alquiler, pero lo justo para arrancar». Inés yTeresa acaban de terminar sus estudios universitarios y buscaban algo con lo que sentirse identificadas. «Ni nos planteamos ir a un banco convencional porque no teníamos nada, además con el paso del tiempo hemos encontrado el valor añadido de que aquí, el dinero nos lo dejaron personas que entienden y se interesan por tu proyecto». Después de 13 años y con otra crisis a la que sortear estas dos mujeres saben que «hay otra manera de hacer las cosas, una forma de vida diferente».

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