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Economías feministas: la revolución de los afectos

El feminismo, los feminismos, están más vivos que nunca porque son tan necesarios como siempre. Y porque las conquistas realizadas están permitiendo que las mujeres podamos no solo acceder a un mundo laboral organizado por y para los hombres, sino cambiar ese modelo económico que se ha construido sobre nuestro constante trabajo silenciado. Aunque la […]

31 marzo 2017
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El feminismo, los feminismos, están más vivos que nunca porque son tan necesarios como siempre. Y porque las conquistas realizadas están permitiendo que las mujeres podamos no solo acceder a un mundo laboral organizado por y para los hombres, sino cambiar ese modelo económico que se ha construido sobre nuestro constante trabajo silenciado. Aunque la legislación de nuestro país reconoce en cierta medida algunos de esos derechos, la realidad es que se sigue ejerciendo la violencia sobre nosotras de manera física y psicológica en el entorno laboral, social y familiar.

Por eso salimos a la calle el pasado 8 de marzo, pero también para pedir el reconocimiento de una economía que va más allá de la producción de dinero y que sostiene las formas de vida. Una economía de los cuidados que el patriarcado desoye, pero sobre la que sustenta todo su poder.

No es suficiente gritar tan solo un día al año, el movimiento se demuestra andando continuamente. Como dice Amaia Pérez Orozco, economista feminista,

 

«hay que crear pensamiento que se alimente de las políticas que vamos poniendo en marcha minuto a minuto».

Eso hacen, desde distintos ámbitos y realidades económicas, la editorial Maime Mujer o el colectivo Lannas, por poner algunos ejemplos; y desde la Economía Social y Solidaria (ESS), entidades como Desmontando a la PiliPandora Mirabilia, Equipare, Píkara Magazine, entre otras. Todas ellas trabajan de forma activista y explícita sobre un pensamiento que devuelva a las mujeres la autonomía, la palabra, la decisión y el disfrute de sus cuerpos. Cuerpos libres que abracen mentes libres…

Pero podríamos decir que hay otras formas de ser feminista, en algunas ocasiones casi inconscientes, en otras en absoluto; otras formas de estar en el mundo ejerciendo el feminismo. Una de ellas es el ¿simple? hecho de embarcarse en un proyecto empresarial. Hablamos de una generación de mujeres para quienes su incorporación al mundo laboral es un terreno conquistado sobre el que han nacido y crecido, y su horizonte lo constituye ser parte activa de la economía, transformándola hacia este nuevo modelo. En la ESS, ser mujer emprendedora es una cuestión política. El modelo económico por el que trabaja no es el del Homo oeconomicus, basado en la productividad y en cubrir las necesidades materiales, sino que está desarrollando un modelo que pone la vida en el centro y contempla otro tipo de necesidades. Por un lado las fisiológicas, y por otro, de forma más subjetiva pero no menos prioritaria, las necesidades de afectos, cuidados y vínculos sociales, que también forman parten de la economía. Como dice Daniela Osorio (de la Xarxa d´Economia Solidaria de Catalunya),

 

«acostumbradas a la racionalización de la política y su estrabismo androcéntrico, poner en el centro los afectos se vuelve una cuestión revolucionaria».

Y esta revolución de los afectos es lo que marca radicalmente la diferencia entre la economía solidaria y feminista, y la patriarcal y capitalista: «un sistema humano, que esté primero por la vida, que cuide a su población, que no plantee diferencias ni desigualdades por ninguno de los ejes que existen, sistema de reciprocidades, de afectos…», nos dice otra economista feminista de referencia, Cristina Carrasco.

 

En el Mercado Social, las mujeres ejercen el feminismo en el día a día, en ese minuto a minuto, y los afectos son la base de su trabajo.

No hablamos solo de aquellas para quienes su labor diaria es cuidar y acompañar a personas, como sería el caso de 2avia Acompañamiento Terapéutico, sino que esos afectos se aplican también en el todos los sectores. Para muestra, tres entidades y un proyecto:

Recreando Estudio Creativo es un estudio multidisciplinar formado por tres mujeres jóvenes y emprendedoras: Eva Yubero, Sara Julián y Paula Oliver. Su filosofía es diseñar y producir apostando por la sostenibilidad y el consumo responsable de los recursos, respetando el medio ambiente y utilizando el reciclaje creativo como una potente herramienta para el desarrollo de sus proyectos:

De izquierda a derecha, Vitoria Lafuente (presidenta de CERAI Aragón), Ana Mota (Base Digital / La Ola), Paula Oliver y Sara Julián (Recreando Estudio) y Marta Rivasés (BaseDigital / La Ola). Foto: Marta Rivasés.

«Saltamos a la piscina por un impulso que nos decía que teníamos que dedicarnos a lo que más nos apasionaba. Dos de nosotras ya habíamos tenido experiencias laborales antes de constituir la cooperativa, pero la verdad es que no teníamos tanta trayectoria como para haber vivido de primera mano la discriminación laboral, aunque la veíamos por todas partes. Nuestra unión surgió a raíz de una amistad de muchos años, así que nos conocemos muy bien y nuestra forma de trabajar fluye de forma natural y fácil, basada en el diálogo y el buen humor.

Para nosotras no ha sido nada descabellado ser tres mujeres a bordo de un proyecto de vida, ¿por qué debería serlo? Ni se nos había pasado por la mente… Pero es cierto que en esta sociedad patriarcal lamentablemente llama la atención y, aún más, si va unido a la juventud, como es nuestro caso. Algunas veces hemos tenido que enfrentarnos a micromachismos, pero no hacen mella en nosotras porque estamos convencidas de que las mujeres somos capaces de todo y luchamos día a día por ser fieles a nosotras y nuestra filosofía. Y por eso estamos en este camino junto a muchas otras mujeres de las que aprender y con las que caminar mano a mano, para que nuestros derechos se hagan oír bien alto».

También en el sector de las artes gráficas, LaOla Mensajes de Papel es un espacio donde convergen dos proyectos: por un lado, Base Digital, Maquetación Editorial y Diseño Gráfico, y por otro Marta Rivasés, Fotografía e Ilustración. Juntas crearon LaOla, un lugar donde desarrollan papelería ecológica y otros encargos personalizados, basados en la serigrafía en papel, la ilustración, la encuadernación y, lo más importante, hechos a mano con mucho mimo y amor… Ana Mota, única superviviente de una empresa mixta como era originalmente Base Digital, nos cuenta que «los años te hacen ver las cosas desde diferentes prismas y lo que al principio parecía complicado, como gestionar pagos de facturas, negociar con clientes y proveedores (casi siempre hombres), acaba volviéndose rutinario y cotidiano. Lo importante es hacerlo, no pararte en lo que no conoces, y saltar la barrera. Las anécdotas después de tantos años son muchas, algunas de ellas desagradables como las que casi todas las mujeres trabajadoras podrían contar (discriminación, abusos, condescendencia, techo de cristal…), pero no me han desanimado a largo plazo, sino que las dificultades me han mantenido siempre alerta, viva, en pie de lucha, cuerpo y mente activa». «Un buen día –continúa– se presentó la oportunidad de trabajar con Marta. Ella pensó en mí para acompañarla en un proyecto que tenía en mente. Y del diálogo, la compenetración y la acción nació LaOla, Mensajes de Papel. Es nuestro pequeño gran sueño en el que compartimos responsabilidades de un modo muy natural, respetando siempre los tiempos de la otra, los espacios y trabajando juntas sin perder la perspectiva de que lo importante es nuestro propio ritmo de producción, trabajo y vida. No tenemos en cuenta los ritmos del capitalismo y su exigencia para con la salud y la vida de las personas. Nuestra economía es de supervivencia, pero de la buena, de la elegida, y estamos felices por ello.»

De izquierda a derecha, Marta Estopiñán, Mónica Herrera, Julia Mérida y Blanca Abós, de CERAI Aragón y otros colectivos por la soberanía alimentaria. (Foto: Resón Comunicación)

 

«No tenemos en cuenta los ritmos del capitalismo y su exigencia para con la salud y la vida de las personas. Nuestra economía es de supervivencia, pero de la buena, de la elegida, y estamos felices por ello.»

En el caso de CERAI (Centro de Estudios de Agricultura Internacional) la perspectiva de género es un eje que guía todas las intervenciones, tanto de cooperación internacional como de dinamización local. Para esta ONGD es imprescindible poner en valor el papel de la mujer en el medio rural, pues es un entorno donde con frecuencia se experimentan las desigualdades entre hombres y mujeres. En Mauritania, por ejemplo, se trabaja el empoderamiento de las mujeres a través de la formación en agroecología y ESS. «En este país es muy complicado que las mujeres tomen la iniciativa para expresarse delante de un grupo. A través de formaciones y de la creación de espacios de intercambio, ponemos en valor las tareas que las mujeres desempeñan. Y poco a poco observamos cómo ellas empiezan a participar más en las decisiones de sus comunidades”, dice Laura Darphin, técnica de cooperación al desarrollo en CERAI Aragón.

Su compañera, Mónica Herrera, nos habla de que en el mundo rural más cercano se pueden encontrar a grandes rasgos los principios de la ESS y del feminismo, aunque sea de forma inconsciente: «En nuestros pueblos, los cuales están la mayoría muy envejecidos, hay mucha población que requiere de cuidados, por lo que estas labores recaen en las mujeres que allí habitan, labores por otra parte muy poco valoradas y reconocidas. Así pues, las mujeres con grandes aptitudes y capacidades de organización colectiva se agrupan en cooperativas y asociaciones para poder llevar a cabo sus proyectos con criterios de equidad y cooperación. Además, las mujeres, con gran sensibilidad por el tema de los cuidados, tienen muy en cuenta su compromiso con el entorno social y medioambiental, y ponen en marcha proyectos que fomentan la producción y la transformación de alimentos de calidad para sus vecinas y vecinos, que sean respetuosos con el medio que les rodea. El hecho de agruparse entre ellas hace que compartan experiencias y conocimientos, sensaciones y sentimientos, lo que ayuda a crecer y empoderarse, a visibilizar y desmontar todas las construcciones que han ido recayendo en las mujeres, y más todavía, en las zonas rurales».

La economía social y solidaria paró el 8 de marzo. (Foto: Mercado Social de Aragón)

 

«Las mujeres, con gran sensibilidad por el tema de los cuidados, tienen muy en cuenta su compromiso con el entorno social y medioambiental, y ponen en marcha proyectos que fomentan la producción y la transformación…»

Otro proyecto de empoderamiento de mujeres, este de ámbito estatal, es Juntas Emprendemos, en el que colabora Reas Aragón con su Centro de Recursos emprendes.net, junto con otras entidades como ColaBoraBora (Euskadi), el grupo cooperativo Tangente (con emprender.coop, Madrid) y LabCoop (Catalunya). Se trata de un programa de formación y acompañamiento de mujeres, preferiblemente en situación de especial vulnerabilidad, cuyo objetivo es que vuelquen sus capacidades en un proyecto de emprendimiento colectivo desde la ESS. Lo que en principio puede parecer una labor más de asesoría de proyectos de emprendimiento es, sobre todo, una labor de cuidado y arropamiento a estas mujeres que han decidido poner su propio deseo al frente de sus vidas. «El gestar y dar a luz un proyecto empresarial con mujeres desde la perspectiva de la ESS es algo que marca tu vida y se convierte en una militancia en sí misma para la transformación social, pero que requiere de un esfuerzo añadido. Por eso el apoyo de toda nuestra red social es fundamental para llevarlo a cabo y para que se lleguen a dar los primeros pasos» nos narra Pilar Garay, una de las coordinadoras de este proyecto. Ella es, además, socia de Adebán, S. Coop., una cooperativa formada solo por mujeres, que más allá de una asesoría laboral, fiscal y contable, es sobre todo un espacio donde el cuidado a las personas y la resolución de sus problemas es lo primero.

Todas son mujeres que sostienen la vida y economías que ponen la vida en el centro. Pero no podemos olvidar que el otro pilar sobre el que se asienta la vida es la naturaleza, la tierra, a la que el cuerpo de la mujer ha estado siempre vinculado de una forma mucho más directa.

Por ello, los principios de la economía social y solidaria se despliegan con toda comodidad en el ecofeminismo, con el cual tiene una cita tiene del 27 al 29 de abril en Idearia 2017, en Córdoba. Allí se tratarán las prácticas y los retos ecofeministas bajo el lema:

 

«Por una economía que cuide la vida».

Te invitamos a participar.

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