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“Las políticas sociales tienen un rédito económico y las administraciones lo tienen que ver así” (Igone Virto)

La Federación Sartu acaba de cumplir 25 años de actividad. Aprovechando la efeméride, este  Boletín entrevista a su directora, Igone Virto, Directora de Erroak-sartu Donostia y Presidenta de la Federación, a fin de repasar la trayectoria de la entidad y conocer sus propuestas en materia de inserción sociolaboral. ¿Cómo ha cambiado la exclusión social desde […]

25 noviembre 2013

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La Federación Sartu acaba de cumplir 25 años de actividad. Aprovechando la efeméride, este  Boletín entrevista a su directora, Igone Virto, Directora de Erroak-sartu Donostia y Presidenta de la Federación, a fin de repasar la trayectoria de la entidad y conocer sus propuestas en materia de inserción sociolaboral.

¿Cómo ha cambiado la exclusión social desde que Sartu comenzó su andadura?

En 1988, empezamos a trabajar con personas drogodependientes, ofreciéndoles un dispositivo que trabajara después del  proceso de deshabituación. Y por supuesto, también con las personas paradas, en muchos casos mayores de 45 años, de la crisis de los ochenta. Veinticinco años después, la  sociedad ha cambiado mucho. Hemos vivido  –sobre todo, en el País Vasco y en Gipuzkoa–,  en una burbuja de bonanza, donde en algunos momentos hemos tenido pleno empleo; y de repente, con la crisis, se está desmoronando eso. Muchas familias que estaban viviendo muy bien, porque tenían un trabajo y podían hacer frente a sus necesidades, cuando se han quedado en paro, han cruzado la línea de la exclusión y ahora se encuentran con grandes dificultades. En positivo, ¿qué podríamos decir? Pues que se han desarrollado políticas de empleo y de protección que en aquellos tiempos no había.

Pero después de la crisis de la reconversión en los ochenta, se han sucedido nuevas crisis. En una sociedad tan competitiva y consumista como la actual, las desigualdades son incluso más grandes: entonces, la gente tenía problemas más básicos; hoy, sufre más porque cae desde  más alto. Hay un nuevo crecimiento del paro y, sobre todo, una cosa que nos preocupa: una especie de velo, que políticamente también se está utilizando, que es el discurso de culpabilizar a las personas paradas, a las pobres, a las que están en exclusión o en riesgo de exclusión, como si esa situación la hubieran elegido o provocado. Otro de los cambios más significativos ha sido la incorporación de las personas inmigrantes a los colectivos que venimos atendiendo, en especial en los últimos diez o doce años.

¿En qué medida ha cambiado vuestra manera de trabajar?

El modelo de intervención de Sartu se ha ido desarrollando poco a poco. Al principio, pues quizá era también algo más intuitivo, porque empezamos un grupo de muy pocas personas, con muy poca experiencia. Digamos también que en este ámbito estaba todo por hacer, y hemos ido evolucionando en la medida en que todo el sector se ha ido configurando.

Uno de los cambios más importantes ha sido la sistematización del modelo. Para nosotros, el modelo se basa en el acompañamiento: el eje son las personas, se trabajan itinerarios individuales, con un acompañamiento muy exhaustivo, puesto que somos un servicio para la población en general, pero especializado para trabajar con personas con especiales dificultades; los servicios generales no cumplen un acompañamiento tan exhaustivo con las personas que más lo necesitan.

En cuanto a la organización interna, siempre hemos sido una organización con un nivel de participación muy alto. Otro de los valores que tiene el “modelo Sartu” es el alto nivel de coordinación entre los tres territorios. Y también en cuanto a organización interna, cabe decir que desde hace tiempo nos gestionamos con parámetros de calidad y mejora continua, que aplicamos la Ley de Protección de Datos, la de Prevención de Riesgos Laborales, que tenemos planes de normalización lingüística, planes de igualdad entre mujeres y hombres…

¿Cuáles serían los principales aciertos que ha tenido Sartu?

Hay una serie de aspectos en los que creemos que Sartu ha sido pionera. Por ejemplo, la creación de las primeras empresas que han sido la antesala de las empresas de inserción de la Comunidad Autónoma Vasca. De hecho, hemos tenido un papel muy dinamizador en toda la regularización de las empresas de economía social y las empresas de inserción del País Vasco. Hemos sido impulsores  de Gizatea y de REAS (Red de Economía Alternativa y Solidaria).

En el 95 creamos unos espacios, que entonces llamamos Langune y Gabe, para trabajar procesos de empleabilidad con las personas y que, al final, tenían mucha similitud con los actuales centros de empleo que ha promocionado Lanbide. En el 97 creamos un programa de intermediación laboral, que ha sido la antesala y el complemento del Servicio Vasco de Colocación, de las agencias de colocación actuales. Ese mismo año tuvimos el primer convenio propio, cuando el primer convenio del sector en Bizkaia es de 2008. En 2001, a partir de los primeros proyectos europeos, surgen los talleres de aprendizaje permanente en toda la comunidad autónoma, que al final han sido los antecedentes de los centros de día de inclusión social. En 2006, y después de una trayectoria de trabajos, investigaciones y estudios, surge la consultoría social. Y en 2007 somos reconocidos como entidad Colabora en la igualdad de entre hombres y de mujeres.

¿Y en qué aspectos crees que podría haberlo hecho mejor? ¿Cuáles serían vuestras áreas prioritarias de mejora?

Desde hace cinco años, coincidiendo con la crisis, empezamos a disminuir en tamaño y en recursos. Eso nos supone entrar en un proceso de transición y plantearnos modelos organizativos más acordes con el momento actual, que acompasen también la actividad con los propios recursos y la participación interna que siempre ha habido en Sartu de todas las personas también se refleje en lo jurídico y contemplamos las cooperativas de iniciativa social como un modelo jurídico hacia el que podríamos ir. Pero queremos estabilizarnos dentro de la crisis antes de dar el paso.

¿Crees que hay algún área o algún aspecto en lo que no habéis conseguido los objetivos que os habías marcado o que os ha costado especialmente alcanzarlos? ¿Alguna pequeña piedra en el camino que se pueda recordar?

En el momento de la crisis, nos encontramos con unas estructuras muy grandes, que, claro, habían dado cobertura a los momentos en que Sartu tenía un nivel de actividad muy importante. Yo no creo que haya sido un error haber crecido y haber tenido unas estructuras tan grandes que ha sido muy difícil adelgazar, sobre todo, por lo que ha supuesto de minorar las plantillas, porque nosotros siempre hemos respetado la ley laboral, y en la medida en que las personas se tenían que hacer indefinidas, lo hemos hecho ‘religiosamente’. Ha supuesto una dificultad, pero no creo que fue mala decisión: son las dificultades de la crisis.

¿Qué podríamos hacer mejor? Quizá la sistematización de nuestros procesos internos la hemos acometido demasiado tarde y hemos tenido dificultades en ese sentido.

¿Cómo valoras las actuales políticas de inserción sociolaboral? ¿Qué medidas te parecen más urgentes a este respecto?

Por un lado, solicitaríamos una mejora de la gestión de la renta de garantía de ingresos,  porque en muchos casos se ha detectado que no se está cumpliendo la ley en todos sus parámetros. Para nosotros también es muy importante el impulso en los servicios de inclusión social, donde se trabajan los procesos con las personas de exclusión más severa. Debería haber dispositivos mejor sistematizados y regulados, porque está muy claro que no todas las personas son empleables, pero todas tienen derecho a una cobertura social.

Luego, está todo el ámbito del emprendizaje, que con la crisis y los recortes se está quedando vacío. Primero, desde la educación reglada no se está educando a las personas para que sean emprendedoras. Además, las políticas activas de empleo deberían destinar recursos concretos a apoyar el emprendizaje, no sólo de los universitarios, sino también de las personas que pueden pasar por Sartu, que no van a montar una empresa de grandes tecnologías.

En general, habría que activar las políticas activas de empleo, porque Lanbide no está funcionando como debería, el nuevo Gobierno tampoco ha sido todavía capaz de mejorar la gestión de lo que se implantó con el Gobierno anterior. Entendemos que se necesita un tiempo, pero las personas necesitan soluciones ya.

En fin, éstas serían nuestras reivindicaciones. Estamos convencidos de que, al final, las políticas sociales y de empleo, tienen un rédito económico que revierte en la sociedad en general. Las administraciones públicas lo tienen que ver así: es una apuesta a medio y largo plazo. Por último, pensamos que, para trabajar todas estas cosas, el tercer sector siempre está a disposición de las administraciones públicas: como apoyo, como acompañante, en las reflexiones… El tercer sector tiene una visión muy real de lo que está pasando, porque trabajamos el día a día con las personas; una visión que quizá en los despachos no la tienen las administraciones.

PERFIL DE LAS PERSONAS USUARIAS Y RESULTADOS OBTENIDOS

En sus 25 años de trayectoria, más de cien mil personas han sido atendidas por Sartu, un 47 % mujeres, y un 53 %, hombres. El 36 % habían sido derivadas por los servicios sociales de base, el 13 % provenían de servicios de formación y empleo y el 21 % llegaban por recomendación de otras personas usuarias de Sartu.

Ahondando en este perfil, cabe indicar que el 45 % de estas personas no tienen titulación ni competencias profesionales suficientes que les capaciten suficientemente para encontrar un empleo, y que el 32 % tienen titulaciones extranjeras, lo que suele dificultar su búsqueda de empleo. Precisamente, casi el 37 % de las personas atendidas a lo largo de todo este tiempo eran inmigrantes, un porcentaje que, en los últimos años, se ha incrementado hasta alcanzar el 50 %.

Por lo que a resultados se  refiere, Sartu cifra en más de 14.000 las personas usuarias que han conseguido un trabajo por cuenta ajena, en 750 las que han sido contratadas por las propias entidades de Sartu en programas de empleo y formación –gracias fundamentalmente a la colaboración del Gobierno Vasco–, y en 1.191 las que se han autoempleado mediante procesos de acompañamiento. Además, en este periodo Sartu ha creado 16 empresas, la mayoría de ellas de inserción, que han dado trabajo a 271 personas (181 mujeres y 90 hombres).

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