Ecologismo

La cesta de la compra alternativa

Día del consumidor Huyen de las grandes superficies y centros comerciales para apostar por fórmulas de consumo más reflexivo y crítico. Rechazan plegarse a las normas del comercio convencional y ofrecen alternativas imaginativas y viables a un mercado que busca voraz el dinero del consumidor. Al margen de los canales convencionales, florecen en Navarra iniciativas […]

15 marzo 2010

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Día del consumidor

Huyen de las grandes superficies y centros comerciales para apostar por fórmulas de consumo más reflexivo y crítico. Rechazan plegarse a las normas del comercio convencional y ofrecen alternativas imaginativas y viables a un mercado que busca voraz el dinero del consumidor.

Al margen de los canales convencionales, florecen en Navarra iniciativas para consumidores que quieren esquivar las grandes superficies y apostar por una compra reflexiva, comprometida y, por qué no, también barata. Son grupos de consumidores, cooperativas, puntos de comercio justo e incluso personas que buscan la huerta bajo el asfalto. «El consumo no ha sido jamás estudiado por los economistas. Con esta ausencia se ha descuidado y desconocido lo esencial, la satisfacción de las necesidades, aspiraciones y deseos humanos. No interesan las necesidades, no interesan los seres humanos; sólo su dinero, sus compras, sus comportamientos en el mercado, en qué gastan su dinero», expone a este respecto el filósofo Luis Razeto, invitado esta semana a la Jornada de Justicia Comercial promovida por REAS.

COCINERO > PEPE ROMERO
Un particular que se abastece con el intercambio de productos

Este cocinero de 57 años que vive en Pamplona desde los años 80 es una rara avis en la sociedad de consumo. Tras lo que él denomina «despertar medioambiental», en los momentos más críticos de la lucha antinuclear, tomó contacto con personas que buscaban formas de vida alternativas, ajenas a los imperativos del mercado. Su contacto con la ecoaldea de Lakabe, en el valle de Arce, marcó un antes y un después en su vida. «Estaba desligado del mundo agrícola y cuando los conocí pude darme cuenta de la diferencia entre los productos que ellos mismos cultivaban y los generados por la ganadería intensiva y la agricultura extensiva». Tras su experiencia en Lakabe, Romero optó por intentar conseguir él mismo artículos al margen de los circuitos comerciales habituales y aplicando principios ecológicos a su cesta de la compra, aunque con matices. «Prefiero comprar un yogur de Oroz-Betelu que no sea ecológico a uno que lo sea pero que provenga de Alemania, con la consiguiente emisión de CO2 por el transporte». Una de sus grandes apuestas es la compra directa al productor autóctono y el trueque. «Hago jabón con aceite de oliva y lo cambio en la herboristería por té, por ejemplo, además, compro aceite virgen y lo intercambio por vino».

Romero, habitual visitante de los mercados municipales y del rastro de Landaben, practica, además, la permacultura para el autoabastecimiento. «Llevo la huerta a la ciudad: en vez de macetas tengo tomates, remolacha…», explica. Como consumidor prima la compra en comercios pequeños, «en los que puedo mantener contacto directo con el tendero y preguntarle por el origen y cualidades del producto». Y si tiene que acudir al supermercado lo hace de forma crítica. «Nunca compro marcas blancas porque tras ellas suele haber ausencia de soberanía alimentaria y sobrexplotación laboral en los países de origen». Romero, por último, respalda con convicción los bancos de tiempo «un sistema para intercambiar gratis servicios, que, como sucede con el trabajo de la mujer en el hogar, no se reflejan en el PIB porque no se traducen en artículos visibles».

TRAPEROS DE EMAÚS > VERÓNICA GARCÍA

Tiendas de segunda mano, una tendencia al alza

Fuera de los comercios tradicionales existen otros que convierten la recogida, la recuperación y el reciclaje en el corazón de su oferta. «Con lo aparentemente inútil hacemos cosas útiles para nosotros, la sociedad y la naturaleza», explica Verónica García, sobre la filosofía de Traperos de Emaús. «Todo lo que la gente no quiere, muebles, lámparas, electrodomésticos, ropa… puede acabar en nuestros establecimientos, tres en Pamplona, uno en Estella y otro en Santesteban», añade. Los diferentes objetos recogidos, clasificados o reparados gozan de precios asequibles para que los consumidores puedan disponer de objetos de primera necesidad o de curiosidades que invitan a ser dueños de una estética propia sin estar atados a las modas.

«Hay verdaderos traperoadictos», apunta Verónica sobre el perfil del consumidor que acude a las tiendas de Traperos de Emaús. Por ellas pasan curiosos con diferentes intereses y edades. «Vienen desde personas que deben cuidar el bolsillo a jóvenes en busca de muebles para sus casas, pasando por restauradores», señala la joven, quien recuerda que esta fundación no tiene ánimo de lucro. «En ciudades grandes como Madrid y Barcelona las tiendas de segunda mano están muy bien vistas y tienen muchos éxito, esperamos que poco a poco aquí suceda lo mismo».

GRUPO CONSUMIDORES > ESTER MONTERO
Colectivos que compran directamente al productor

Los grupos de consumo, que reúnen a personas interesadas en adquirir artículos directamente al productor, ofrecen una alternativa creativa y posible al comercio especulativo. En la Comunidad Foral existen ocho grupos de este tipo, uno de ellos es Janaske, en el Valle de Salazar. «Nuestro grupo está formado por unas 20 casas interesadas en comprar a proveedores pequeños y cercanos, con un manejo ecológico de la finca o explotación», explica Ester Montero. «Al comprar directamente ahorramos porque no hay intermediarios y beneficiamos a los productores en un momento en que las explotaciones agrícolas y ganaderas están desapareciendo en Navarra, ahora son el 4% de la población activa. Es una manera de mantener el mundo rural y de hacerlo vinculado a las actividades que le dan sentido, así como de conservar la biodiversidad y un entorno sostenible».

Existen diferentes modelos de funcionamiento en estos grupos de consumidores. El de Salazar no tiene como objetivo crecer en número de miembros sino que se multiplique este tipo de iniciativas para crear un mercado alternativo de productos locales de temporada. «Buscamos dar salida a las producciones evitando la compra en supermercados y la agricultura intensiva». En menos de un año, el grupo de Salazar ya tiene acceso a gran variedad de productos: carne, verdura, cereales, legumbres, aceite fruta, miel, queso, vino, cosmética natural, repostería, pan y leche, entre otros. «La alimentación, con criterios ecológicos, la tenemos prácticamente cubierta con productores en su mayoría de Navarra. Estamos comiendo sano y a un precio razonable», resume Ester.

Los miembros del grupo se reúnen cada 15 días en un local cedido para confeccionar la lista de la compra y se reparten por turnos el trabajo de realizar los pedidos. «Uno hace el de verdura, otro el de la carne… pero el pedido es común a todas las casas, además, el día que nos juntamos aprovechamos para recoger la comprar anterior, que nos la traen los productores o nos trasladamos nosotros en algunos casos». Si se trata de productos no perecederos, el grupo hace uno o dos pedidos al año para ahorrar costes y no consumir tanto petróleo. «Es un sistema sencillo, sin infraestructura y aplicable en casi cualquier lugar», concluye.

OCSI > ENEKO PALOMO
Una fórmula para consumir con justicia y responsabilidad

Acercar al consumidor y al productor es también uno de los retos de Ocsi, una ONGD de cooperación internacional que trabaja en el consumo responsable desde el comercio justo, entendido éste «no como una actividad con el beneficio económico como principal finalidad, según defiende el capitalismo, sino como una herramienta social para cambiar las relaciones comerciales», explica Eneko Palomo. Osci pretende visibilizar una nueva forma de hacer comercio. «Buscamos que los consumidores vean que productos ofertados en los supermercados o grandes superficies también se pueden encontrar en establecimientos más locales o en tiendas de comercio justo», aclara para defender una forma de gastar más reflexiva y comprometida. «Queremos que el consumidor apoye al pequeño productor, del Sur o navarro, y no a empresas multinacionales. Debe reflexionar sobre ello, porque en los supermercados pasa de un producto a otro sin saber con quién está colaborando e incluso si necesita o no los artículos que adquiere», expone.

Frente a esta actitud, Palomo contrapone la de quienes visitan los puntos de comercio justo. «Están sensibilizados y acuden con frecuencia para realizar sus compras, aunque los productos sean algo más caros, pero parafraseando a Machado: «El necio confunde valor con precio». Queremos que importe más el valor que el bolsillo porque el producto más barato puede esconder una salvaje explotación laboral en su elaboración y transformación».

Palomo denuncia, asimismo, la estrategia de las grandes superficies que ofrecen productos de comercio justo. «Es incongruente y responde a una labor de marketing para lavar la cara a las multinacionales», dice. «Aunque no vamos a conseguir que todos nuestro consumo sea coherente, queremos dar paso hacia otra opción de consumo».

LANDARE > ÁNGEL ANGULO
Una cooperativa para una compra verde y tranquila

«Dieciocho años de existencia convierten a Landare en una de las cooperativas de consumidores más veteranas de Navarra. Con más de 1.100 familias asociadas, nació para garantizar a sus miembros productos ecológicos de calidad a un precio más económico que en las tiendas especializadas y supermercados, pero también para fomentar la relación entre personas interesadas en potenciar una vida más sana. Además de aplicar una política comercial que evita el intermediario, uno de los aspectos comunes a casi todas las estrategias de consumo alternativo, Landare, de funcionamiento asambleario, propone llenar la cesta de una manera más humana. «Las compras se hacen de forma tranquila, encuentras gente que practica todo tipo de alimentación, aconseja sobre dolencia, conversa», explica su presidente, Ángel Angulo.

En Landare, que garantiza unas condiciones dignas a sus empleados, sólo pueden comprar socios, que, y ésta es una de las originalidades de la asociación, deben dedicar dos horas al año a trabajos internos. Así, los cooperativistas pueden disfrutar de cursos sobre disciplinas variadas: medicina oriental, ejercicios Ki, talleres de cocina y electricidad… «Es una forma de comprar verde, tranquila y sin afán de beneficio», sintetiza Angulo.

Foto: El bioagricultor Mikel Alzuart del sindicato ENHE, Ángel Angulo presidente de Landare, y el socio de OCSI Eneko Palomo (i-d), en la jornada organizada por REAS. (foto IBAN AGUINAGA)

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