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«La cultura la crean las personas, no las multinacionales, y son ellas las que, libremente, deciden cómo difundirla»

Físico de carrera, «aunque últimamente me dedico más a otras lides», Ignasi Labastida participó ayer en una mesa redonda organizada sobre cultura libre en la Casa de la Juventud. Su voz es una de las más autorizadas a la hora de hablar de las licencias «libres» Creatives Commons En un mundo globalizado, dominado por las […]

24 octubre 2009
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Físico de carrera, «aunque últimamente me dedico más a otras lides», Ignasi Labastida participó ayer en una mesa redonda organizada sobre cultura libre en la Casa de la Juventud. Su voz es una de las más autorizadas a la hora de hablar de las licencias «libres» Creatives Commons

En un mundo globalizado, dominado por las multinacionales, ¿es posible la cultura libre?

Sí, porque la cultura no la crean las multinacionales, la crean las personas y, por lo tanto, somos las personas las que decidimos, usando las herramientas de que disponemos, cómo difundir libremente esa cultura.

¿Es compatible el hecho de que los artistas puedan difundir libremente su obra y, a la vez, vivir de ella?

Que los autores decidan, o decidamos, ofrecer su obra de manera libre no quiere decir que renuncien a vivir de la cultura. Pero sí hay que tener claro que vivir, lo que se dice vivir, viven sólo unos pocos. Para la mayoría de los que creamos cultura nuestro objetivo no es vivir de ello sino ofrecerla a la sociedad y, además, de manera altruista. Ahora bien, es posible combinar, y de hecho hay muchos casos, el ofrecer cultura libre y a la vez restringir algunos actos para poder explotar de manera comercial esas obras. Pero lo que no es compatible es que, en la situación actual, mantengamos modelos económicos del siglo pasado… Nos encontramos en un momento de experimentación; hay mucha gente que se dedica a la industria cultural que lo que está haciendo ahora es probar. Por ejemplo, cuando Radiohead anuncia que va a colgar su música en Internet para que cada uno ponga su precio, eso es una probatura. Está más que demostrado que el negocio clásico de vender compactos no funciona y, por lo tanto, hay que intentar otras modalidades a ver que sale. Y, en este proceso, es donde artistas como los citados Radiohead ha optado por la cultura libre, en el sentido de gratuita. Pero hay otros artistas que todavía han ido más allá, como Nine Inch Nils, que no sólo han cedido su obra para descarga gratuita sino que, además, la puedes reutilizar. Esto ha significado que su obra fuera la más vendida en Amazon.com el año pasado, quizá porque recibieron un gran promoción debido a su iniciativa pionera; pues igual sí, pero ahí está el resultado. Radiohead ha comentado que ganó mucho más regalando su música que utilizando los canales tradicionales. Lo que se pone en duda es que se puedan mantener los canales tradicionales, habrá que buscar otros.

Y, precisamente, en ese proceso de búsqueda es cuando surge la iniciativa Creative Commons, de la que usted es que coordinador estatal. Pero, exactamente, ¿qué es Creative Commons?

Yo empezaría diciendo que Creative Commons es Copyright. Es decir, el software libre, el Copyleft, etcétera, se basan en la ley de Propiedad Intelectual, lo que en el mundo anglosajón se conoce como copyright. A partir de ahí, hay que explicar que la ley de Propiedad Intelectual otorga unos derechos al autor, aunque no registre su obra ni le ponga la «C»; sólo por el hecho de crear ya tienes unos derechos. Hasta ahora, lo que se ha hecho es utilizar esos derechos para prohibir, para restringir, obligando a pedir permiso para todo. Creative Commons es una organización sin ánimo de lucro que nace a principios de 2001 con la idea de que, como no vamos a poder cambiar la ley de un día para otro, vamos a utilizar de una manera completamente diferente. Es decir, vamos a utilizarla para, en lugar de prohibir y restringir, autorizar y dar permiso para que esa obra pueda ser reutilizada. Nuestro objetivo es aprovechar la ley, exprimirla al máximo, para abrir y ofrecer una herramienta a aquellos autores que quieran compartir sus obras y, a su vez, clarificar que la ley es insuficiente y necesita muchas mejoras. Por otra parte, me gustaría apuntar que Creative Commons no es una moda sino un reflexión que invita a pensar si el sistema de derechos reservados funciona y cómo queremos que funcione.

¿Cómo articula Creative Commons esa difusión libre?

A través de un proyecto de licencias, creado a finales de 2002, libre y gratuito. Unas licencias que simplemente son unas condiciones de uso a las que cualquiera, como autor, se puede acoger y decir todo lo que permite hacer con su obra: copiar, distribuir, colgar en Internet, etcétera. Todo ello bajo unas condiciones, ya que no hay una sola licencia si no que existen seis modelos básicos, que irían desde lo mínimo, que vendría a ser una copia o una distribución sin finalidad comercial; hasta lo más abierto, que sería sólo el reconocimiento como autor de la obra, permitiendo su explotación comercial e incluso la creación de obra derivada. Esto último es muy importante ya que, de esta manera, se está ofreciendo una obra para que se puedan generar otras muchas a partir de la original. Es interesante que, una vez que hayas elegido la licencia que más te convenga, la anotes y la hagas saber en la página web o en el soporte a través del que ofreces tu obra, ya que sino pones nada, es equivalente a decir «todos los derechos reservados». Para esto tenemos unos códigos que, además de hacer ver la licencia elegida, permiten que aparezcas en Internet. Esto también es importante, ya que, ahora mismo, cualquier buscador, Google, Yahoo, etcétera, puede realizar búsquedas específicas de obras según su tipo de licencia. Es decir, yo puedo buscar una foto de la plaza del Castillo de Pamplona que tenga un licencia que me permita usarla gratuitamente para incluirla en un libro que voy a editar sobre Navarra.

Este tipo de licencias, ¿está abierto a cualquier disciplina, léase, desde software hasta libros o esculturas pasando por la música?

Se puede utilizar para toda obra o prestación protegible por la ley de propiedad intelectual. Desde un libro hasta una canción o una coreografía, y ahí está el ejemplo de Merce Cunningham, que registró una de sus coreografías bajo licencia de Creative Commons. Teóricamente, el software también sería protegible por Creative Commons, pero nosotros no lo solemos recomendar porque en este tipo de licencias no se especifica nada sobre el código fuente, algo que es muy importante a la hora de hablar de software. Nosotros lo que recomendamos es utilizar una licencia específica de software equivalente a las de Creative Commons.

Pongamos que un músico cede todos sus derechos sobre sus canciones a través de Creative Commons y otra persona realiza varias copias de su disco, estas debieran ser gratuitas pero la realidad es que ya ha pagado un canon al comprar compactos vírgenes, su ordenador y su grabadora.

El problema del canon es que se trata de un sistema anticuado que trata de aguantar una situación que hasta la Unión Europea se está planteando si tiene sentido o no. ¿Tiene sentido que un juicio, que se graba en un CD, tenga que pagar el canon? No, pero el problema es que la ley dice que el derecho a la compensación equitativa por copia privada es irrenunciable. La cuestión es que ahora hay gente que no sólo te permite hacer una copia sino todas las que quieras, por lo tanto, su compensación equitativa es cero. La ley no habla de una remuneración, sino de una compensación, y ahí es donde chirría el canon ya que se carga a todos los CD vírgenes por igual. En este sentido, lo que yo defiendo es un cambio radical en la filosofía de la propiedad intelectual. Por ejemplo, vamos a permitir la copia, cualquier tipo, y centrémonos en la distribución o comunicación pública de la obra. Esto es un poco avanzado, y pasará tiempo hasta que suceda, pero, por lo menos, lo que se debe hacer es cargar el canon sólo a la máquina para copiar, no al soporte.

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