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La economía solidaria y la necesidad de alianzas entre campo y ciudad

Por Enrique del Río y Jeromo Aguado El panorama. Se han encendido todas las alarmas económicas, sociales, ambientales y culturales. Los poderosos grupos económicos en su insaciable avaricia, y después de haber explotado la burbuja del ladrillo, ahora quieren más y tienen puesta su mirada en apropiarse de los recursos públicos, la tierra, el agua y […]

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Por Enrique del Río y Jeromo Aguado

El panorama. Se han encendido todas las alarmas económicas, sociales, ambientales y culturales. Los poderosos grupos económicos en su insaciable avaricia, y después de haber explotado la burbuja del ladrillo, ahora quieren más y tienen puesta su mirada en apropiarse de los recursos públicos, la tierra, el agua y las semillas.

Y, para ello, cuentan con la colaboración de los poderes públicos para suprimir ayuntamientos y concentrar el poder de decisión en menos manos, ajenas a los intereses de la población, o para poner cada vez más normativas que dificulten la subsistencia de los agricultores y agricultoras que no se sometan a las leyes del mercado, controlado por estos grupos económicos. Las corporaciones agroalimentarias y los conglomerados financieros tienen vía libre para hacer de los alimentos una simple mercancía, impidiendo a millones de seres humanos el derecho al acceso a la comida.

Los ataques a toda la ciudadanía son permanentes, pero en el campo además nos estamos jugando la alimentación y la salud presente y futura de toda la población.

Abriendo caminos. Además de denunciar todos los atropellos, salir a la calle y reivindicar nuestros derechos humanos y sociales secuestrados, conviene ir construyendo caminos que contemplen por un lado diques de contención de tanto avasallamiento y por otro generar otras formas de usar y gestionar los recursos y los bienes comunes, otras prácticas a la hora de relacionarnos con la naturaleza, y gestionar la economía, la política y la cultura de otra manera. En definitiva, necesitamos fortalecer otros modelos de desarrollo local basados en el valor de la suficiencia sostenible, frente al crecimiento ilimitado, el productivismo y el despilfarro. 

Todos nos necesitamos mutuamente, por eso queremos tejer redes sociales y alianzas campo-ciudad, productores/as y usuarios/as de bienes y servicios, desde donde vayamos gestando en común el modelo de desarrollo favorable para ambos, construyendo espacios comunitarios para abordar problemas colectivos.

En esta línea, nos vamos encontrado grupos de personas que por caminos diversos hemos ido llegando a las mismas conclusiones, y nos hemos asociado formalmente para darnos soluciones sin esperar a que cambie la sociedad entera. Queremos construir y estamos construyendo alianzas entre campo y ciudad.

¿Por qué nos asociamos entre el Campo y la Ciudad? Para favorecer y mantener el estado óptimo de nuestra salud física y mental, a través del cuidado de una alimentación sana. Alimentándonos de manera saludable con productos naturales que los mismos asociados producimos, tanto de origen vegetal como animal.

Para promover también nuestro desarrollo cultural y el de nuestra sensibilidad como personas, además de fomentar el ejercicio físico adecuado. Tratando de recuperar toda la sabiduría de las generaciones precedentes, sus conocimientos y destrezas profesionales en la agricultura y ganadería natural. Así como sus hábitos y formas de adaptarse al territorio y al clima y las diversas maneras de respetar la naturaleza, que durante más de ochocientos años han sido capaces de conservar el medio natural para las generaciones sucesivas, hasta que en estas últimas décadas el capitalismo depredador y sus formas de explotación de la tierra está poniendo en grave peligro la subsistencia de toda la humanidad.

¿Cómo? Planificando la producción de aquellos alimentos que satisfagan las necesidades alimenticias personales y familiares de los asociados, previendo para ello dichas necesidades.

Dominando las técnicas adecuadas para producir con calidad y consumir de manera responsable y coherente con nuestros objetivos. Aprendiendo a elaborar, transformar y conservar alimentos sin aditivos químicos nocivos para nuestra salud.

Fomentando y manteniendo los bancos locales de semillas, para garantizar el origen orgánico de nuestra producción agrícola y la autonomía de funcionamiento, sin depender de injerencias e intereses económicos ajenos y extraños.

Lo que proponemos para el fortalecimiento de alianzas campo-ciudad. Llegar a acuerdos estables con grupos que tienen fines similares a los nuestros para una mayor eficacia en nuestros objetivos. Y en este mismo sentido, facilitar la cooperación entre entidades tanto locales, como autonómicas, nacionales e internacionales que tengan fines similares o complementarios.

Aumentar la reserva local de tierras y la creación de un fondo de viviendas, para apoyar la incorporación de nuevos vecinos que practiquen la agricultura orgánica natural, asegurando que la tierra sea un bien de todos y todas para el uso de los que la trabajanfacilitando el acceso a la vivienda de quienes quieran plantearse vivir en el mundo rural.

Colaborar con las estructuras formativas de educación liberadora que ya existen en nuestro entorno y reforzarlas, para hacer de la formación una herramienta que ayude a dignificar la vida de los hombres y las mujeres del campo, a mantener sus culturas como base del saber hacer campesino, y a contemplar ésta una tarea permanente.

Esta manera de entender la economía solidaria, que en nuestro caso le damos forma de Asociación, es un proceso abierto a nuevas aportaciones, inspirada en el valor de la autogestión como modelo de organización y de construcción permanente del desarrollo local en beneficio de toda la población.

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