El recinto de la Fabra y Coats se quedó pequeño. Se calcula que durante el pasado fin de semana, 27 y 28 de octubre, entre cuatro y cinco mil personas visitaron la I Fira d’Economia Solidària organizada por la Xarxa d’Economia Solidària en Barcelona.

114 expositores, unas cuarenta actividades entre charlas, mesas redondas, talleres y animación, y sobre todo un ambiente cálido y optimista llenaron con encuentros y reencuentros, animadas conversaciones y encendidos debates los 1500 metros cuadrados de aquella nave industrial, memoria viva de la industria textil catalana del siglo XIX.

Los dos grandes objetivos que se había fijado la Xarxa d’Economia Solidària (XES) para la feria se cumplieron con nota. Uno de ellos, de carácter externo, era dar a conocer a la ciudadanía la economía solidaria con su extrema variedad. Los miles de personas que asistieron al evento, así como la enorme repercusión mediática del mismo (televisiones, radios, periódicos, conversaciones en las redes sociales…), certifican su cumplimiento. El otro era de carácter interno: tomar conciencia por parte de los diversos actores de la economía solidaria, sean cooperativas o asociaciones, se enfoquen en la producción cooperativa, en el consumo responsable, en la comercialización justa, en las finanzas éticas, en las monedas sociales o en la generación y gestión de los comunes, que todos ellos forman parte de un mismo sector y de una misma manera de entender la economía, la economía social y solidaria, una alternativa, embrionaria pero tangible, al capitalismo.

¿Cuáles fueron las claves del éxito? Como siempre, una amalgama de factores. En primer lugar, l sordo trabajo de la XES en estos últimos años, participando en charlas, organizando jornadas, tejiendo complicidades, compartiendo movilizaciones con otros movimientos sociales. Pero también influyó, sin duda, la cruda situación económica que sufrimos, lo que conlleva, por una parte, que la economía capitalista esté cada día más deslegitimada socialmente, y por otra la necesidad de buscar alternativas personales y colectivas a tanto paro y tanta frustración. Finalmente ayudó al éxito la propia concepción del evento: darle el formato de feria, la inclusividad a la hora de escoger los expositores, así como el empleo de una moneda propia durante todo el encuentro, el ecosol, lo que sin duda constituyó un reclamo mediático.

Ahora, transcurrida ya la feria, la XES tiene ante sí el reto de encontrar nuevos cauces ilusionantes que sean capaces de canalizar toda la energía experimentada durante dos días. La creación de una red de productores y consumidores de la economía solidaria que intercambian entre ellos mediante el ecosol ─un proyecto que recibe el nombre de MeSC (Mercat Social Català)─ debe ayudar, sin duda, a vertebrar aún más el sector y a ampliarlo.

Posiblemente, la feria marca un antes y un después para la economía solidaria catalana. Ha sido como la puesta de largo de un movimiento social que se configura como amplio, transformador y propositivo.

Jordi Garcia (Xarxa d’Economia Solidària, www.xes.cat)