El comercio justo enfatiza en la perspectiva de género para luchar contra la feminización de la pobreza

[Elena Duque para AmecoPress] La pobreza sigue teniendo cara de mujer, especialmente en los países menos desarrollados. Diferentes proyectos de comercio justo en Asia, África y Centroamérica tratan de empoderar a las mujeres con el objetivo final de que consigan hacerse escuchar en los procesos de toma de decisiones. Sin esto no es posible romper el círculo de la pobreza.

La Coordinadora Estatal de Comercio Justo e Intermón Oxfam han desarrollado las jornadas Mujeres, Crisis y Comercio Justo en la Casa Encendida de Madrid. Presentadas por Marta Lozano, directora de la Coordinadora, estas jornadas tienen el objetivo de compartir las herramientas adecuadas con las que trabajar a través del comercio justo para implementar la igualdad entre hombres y mujeres en todos los proyectos en marcha.

La razón de dar tal protagonismo a la perspectiva de género reside en los datos. El 70% de las personas que viven en la pobreza son mujeres, y casi dos tercios de ellas ocupan puestos precarios de trabajo en los países en desarrollo.

Chus Álvarez, fundadora de la asociación MundoM Cooperación y Género, ha relatado su experiencia en Nepal, donde trabajan con diferentes fábricas de textil. “En Nepal hay más de 60 castas y tres religiones. La situación de la mujer depende de estas dos categorías. Esa es la prueba de la discriminación, las diferencias son inventadas por los grupos de poder”.

Con su organización tratan de mejorar la calidad y el diseño de las prendas textiles para aumentar las ventas y el mercado. En sus visitas a Nepal ha visto como todos los puestos de gestión y de dirección son ocupados por hombres, y que incluso el comportamiento y el espacio que se ocupa es distinto según el sexo. “Es muy difícil encontrar mujeres capacitadas para dirigir una empresa porque son confinadas al hogar y privadas de educación”.

Gloria Bigné, directora de Intermón Oxfam en Madrid ha contado también su experiencia con asociaciones de mujeres en Marruecos. “Las asociaciones allí tienen muchísima experiencia, y las lideresas tienen mucha capacidad, pero las diferencias de enfoque entre unas y otras son muy fuertes, hay muy poca interconexión para el aprendizaje”.

Enfocan su trabajo en conseguir un status justo para las mujeres, estableciendo un sistema de ingresos y luchando por el reconocimiento de los derechos laborales. “No podemos hablar de igualdad cuando sabemos que las leyes y las instituciones están impregnadas de desigualdades”.

De su experiencia ha destacado la diferencia que existe a nivel social en la percepción del papel de las mujeres. En Marruecos vio como las asociaciones tenían que disimular su cometido en las campañas de sensibilización. “Introducían otros temas, como la educación primaria, porque si hablaban directamente de los derechos de las mujeres no asistía nadie a los talleres”.