Economía Solidaria

La economía social y solidaria avanza en Suiza en plena recesión

Suiza multiplica el número de empresas con ‘rostro humano’, concebidas para medir el éxito de sus proyectos a partir de un rasero distinto al de las utilidades. Una red de organizaciones, cámaras de comercio y empresas particulares buscan vías comunes de financiamiento, nuevas prácticas de consumo y estrategias para hacer más con menos recursos. «Vivimos […]

26 mayo 2009

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Suiza multiplica el número de empresas con ‘rostro humano’, concebidas para medir el éxito de sus proyectos a partir de un rasero distinto al de las utilidades.

Una red de organizaciones, cámaras de comercio y empresas particulares buscan vías comunes de financiamiento, nuevas prácticas de consumo y estrategias para hacer más con menos recursos.

«Vivimos bajo un modelo hegemónico de desarrollo que produce destrucción, pobreza, exclusión política, social y desempleo, lo mismo en el Sur que en el Norte. Un modelo que no reconoce como legítimas las actividades indispensables para la vida en sociedad, y que amenaza el futuro del planeta. Nuestro compromiso es construir una economía solidaria que demuestre que las necesidades humanas no pueden ser satisfechas sólo con el mercado y sus leyes».

No es el fragmento de un discurso contra la globalización de algún foro celebrado esta primavera, sino un extracto de la Declaración de Lima (1997), surgida durante el Primer Encuentro Internacional sobre Globalización y Solidaridad celebrado en Perú.

Desde entonces, un nuevo movimiento, descrito por sus defensores como el ejercicio de una economía con rostro humano, comenzó a gestarse en el mundo.

Y en Suiza, en particular, se fortalece en 2009 en abierta paradoja con la recesión que impera.

Los pasados días 8 y 9 de mayo, la comuna de Pully (cantón Vaud) fue la sede de una cita cuyo objetivo es cambiar la forma de hacer negocios.

Nuevas fórmulas

En Ginebra y en Vaud, los dos cantones precursores en la materia desde el año 2004, hablar de «economía social y solidaria» es sinónimo de desarrollar negocios capaces de satisfacer las necesidades integrales de un individuo aunque generen ganancias marginales, e incluso, nulas.

Un concepto que, en su vertiente más conocida, apuesta por empresas que venden productos derivados de la agricultura biológica, o bienes producidos bajo el marco del comercio sostenible (lo que garantiza que fue pagado un precio justo a sus productores, frecuentemente de países en desarrollo), pero que incluye mucho más.

Según la Asociación para la Promoción de la Economía Social y Solidaria de Vaud (Après-VD), tiene espacio también la promoción económica local, así como las empresas de inserción social especializadas en la contratación de jóvenes, o personas con alguna discapacidad; la economía no monetaria (conocida como SEL), en la que se recurre al ancestral trueque como medio de pago; las microempresas culturales, deportivas y de bienestar; y las micro o pequeñas empresas sin fines especulativos, etcétera.

Y en rubros menos convencionales, se incluyen también la tecnología y la informática (para asegurar conexiones de Internet a todo tipo de empresas) y el turismo, a partir de fórmulas que permiten descubrir lugares recónditos con un presupuesto de 20 francos suizos diarios.

Una apuesta que gana terreno, pues actualmente el 10% de las transacciones comerciales en Suiza se hacen bajo fórmulas de comercio alternativas como las descritas. El doble que hace cinco años.

Vaud , activa

El encuentro celebrado en Pully llevó por nombre ‘Economía Social y Solidaria 2009’.

En él se debatió la importancia de multiplicar el número de empresas colectivas en Suiza y también la relevancia de promover la iniciativa de los emprendedores empresariales, en muchas ocasiones, mujeres.

De acuerdo con la asociación Smala, una de las participantes más activas en la materia -especializada en la atención del desarrollo de microempresas-, Suiza necesita explorar cada vez más el concepto de empresa colectiva, es decir, estructuras en donde diversas profesiones conviven en un trabajo común.

Una empresa colectiva reúne, por ejemplo, a panaderos, charcuteros, carniceros, albañiles, contadores y/o diseñadores, entre otras profesiones y oficios; cada uno busca sus propios clientes y firma sus contratos; cada uno posee su identidad comercial, pero una sola empresa se ocupa de facturar, cobrar, pagar salarios y facilitar la adquisición común de materiales, con lo que se consiguen ahorros importantes.

Y en Vaud es justamente ‘Apres-VD’ la encargada de acicatear el desarrollo de la economía social y solidaria.

Relanzar la economía

Theo Bondolfi, coordinador de Apres-VD, afirma a swissinfo que para relanzar la actividad productiva en Suiza y en el resto del mundo un primer paso vital sería reactivar las economías locales.

En la medida en que se fortalezca la actividad productiva en el entorno cercano, podría ir expandiéndose el beneficio a otros círculos.

Al preguntar a Bondolfi cuál fue el balance del encuentro explica que participaron 300 personas y que la retroalimentación –medida a través de una encuesta realizada expresamente para ello- fue muy positiva, ya que hoy la gente está mucho más consciente de la importancia de desarrollar economías solidarias.

Uno de los puntos más interesantes es la convergencia política que despierta explorar estas nuevas fórmulas económicas.

Concretamente, destaca Bondolfi, tuvimos la participación de representantes de diversos partidos políticos, radicales, liberales, es decir, se hace cada vez más patente que todas las corrientes comparten el interés de poseer economías locales sólidas y productivas.

Desde su perspectiva, actividades como la agricultura tienen mucho por aportar al desarrollo del país.

¿Banca alternativa?

Una de las preguntas lanzadas durante el fin de semana de trabajo es si es posible desarrollar, y cómo, una banca alternativa y solidaria.

De acuerdo con la experiencia compartida en este foro por Dominique Roten, director de la ‘Banque Alternative Suisse’ (BAS) –administradora de un patrimonio del orden de los 800 millones de francos suizos actualmente- el financiamiento para tiendas especializadas en comercio sostenible es rentable.

En tiempos de fragilidad para el sistema financiero mundial, refiere, estructuras como la de BAS y se han visto beneficiadas incluso por la debilidad de los grandes bancos (como UBS o Credit Suisse).

BAS tiene dos décadas en el mercado y sólo financia proyectos alternativos.

Y realiza banca al estilo tradicional, es decir, toma el depósito de sus ahorradores para financiar con ellos la habilitación de inmuebles para comercios ecológicos y sociales, particularmente de micro y pequeñas empresas.

Para ello, paga tasas de interés muy bajas a sus ahorradores (apenas 0,25% anual); sin embargo, quien lleva su dinero a BAS no busca ganancias fáciles, sino hacer equipo con otros.

Un objetivo sin lucro que aún necesita de más tiempo y comprensión para seguir ganando adeptos.

Andrea Ornelas, swissinfo.ch

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