Consumo Responsable

Hilar fino con la producción textil

Replicamos aquí, con traducción semiautomática, el artículo publicado por XEAS en su blog, publicación que recoge un artículo de Carles Vercher, socio de Cendra Gràfica, en el número 572 de la Directa, y una invitación a colaborar en un estudio alrededor de la producción y el consumo textiles.

28 gener 2025
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Fuente:xeas.org

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Desde la Economía Social y Solidaria hay que replantear la forma en que comercializamos ropa, subvirtiendo las praxis de la gran industria, pero también de buena parte de la que nos llega con la etiqueta ‘ecológica’

Hablar sobre decrecimiento y textil, qué papeleta… Porque hablar del textil es hablar en la mayoría de los casos de crecimiento desmedido con el fenómeno fast fashion al frente. La industria textil produce el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, es responsable del derroche del 20% de agua a escala mundial, cada segundo se entierra o quema una cantidad de textiles equivalente a un camión de estiércol, genera esclavitud infantil, colonización, cánones de belleza… Así podría seguir todo el artículo, y creo que todavía se quedaría corto. Los datos son demoledores y la producción textil en nuestro territorio no es una excepción. En la Comunidad Valenciana, las empresas del textil siguen cerrando, creando talleres ilegales o despidiendo a trabajadoras. Como siempre, hacen y deshacen, y en pagarlo “poca ropa”.
Más allá de la ropa fast fashion hay que tener cuidado con algunas propuestas ecofriendly y locales porque, en algunos de los casos, no en todos, por suerte, detrás de las marcas está la misma canción.

Estas marcas, en concreto, crean productos con precios hinchados aprovechando la imagen eco; sin embargo, al remate, los beneficios no se reparten de forma equitativa entre todas las personas que forman la cadena de producción. Funcionan verticalmente bajo un modelo textil tradicional: con márgenes de beneficio del 240%; grandes stocks; círculo de venta, rebajas y finiquito y externalización de toda la producción, entre otras prácticas. Sólo siguen algunos criterios medioambientales para poder acceder a subvenciones y proyectar una imagen con valores y moral. Así, de paso, también generan certificados empresariales de sostenibilidad, impulsados ​​por las propias empresas. No tienen ninguna intención de darle la vuelta a las formas de funcionamiento capitalista, responsables número uno del cambio climático.

También existen empresas de producción local, aparentemente éticas, una de cuyas prácticas habituales es arrancar etiquetas de importación sustituyéndolas por sus propias simulando proximidad y donde las trabajadoras realizan horas extra estampando con tintes contaminantes. Incluso crean falsas cooperativas con falsas autónomas para los talleres de confección, aprovechando los fondos públicos estatales, autonómicos y europeos, destinados a mujeres, personas migradas o por la transformación de sociedades mercantiles en cooperativas, que en la práctica no lo son ni funcionan como tales.

Desde el proyecto cooperativo Cendra.coop tampoco podemos decir que somos perfectos. Tenemos nuestras limitaciones, por razones de recursos y volumen, pero generamos acciones y redes que van encaminadas a un sector textil justo bajo los valores de la Economía Social y Solidaria. Acciones como vender por encargo y sin stock, con otros ritmos, minimizando inversiones, desperdicio e impacto ambiental, haciendo la ropa más asequible; o mancomunar la producción textil para sumar volumen y así poder producir localmente. Son medidas para superar esas limitaciones, siendo realistas y trabajando poco a poco.

Con toda esa información, ahora tocaría el razonamiento del poder del consumidor, pero no. Quiero hablar de lo que podemos hacer en colectivo. Ya tenemos suficientes discursos que responsabilizan al individuo debilitando a la comunidad y fortaleciendo el capitalismo.

En los movimientos sociales hacemos mucha ropa, ya seamos colectivos locales, organizaciones territoriales, ateneos, casales, grupos de música, marcas, cooperativas, partidos políticos… La ropa nos sirve para financiar proyectos, para recaudar fondos para compañeras represaliadas o para difundir nuestras ideas. También funciona como elemento cohesionador. La utilizamos como forma de toma de posición estética contra el fascismo, el capitalismo, el racismo, o la homofobia.

Varios de los proyectos estamos intentando subvertir el funcionamiento de la producción textil más allá de esa posición estética. También hay campañas muy potentes de denuncia y concienciación como robaneta.org o lacoordi.cat. Estamos haciendo mucho trabajo, pero no es suficiente.

Si lo seguimos haciendo como hasta ahora, aunque sea desde cooperativas y otras formas de organización social, chocaremos siempre con la economía de mercado. “Bajo el capitalismo, los trabajadores de las cooperativas deben convertirse en empresarios capitalistas. Tienen que imponerse la disciplina a sí mismos, recortar sus propios salarios y despedirse unos a otros”, dice Rosa Luxemburgo. Sin querer, existe una competencia entre proyectos de cualquier sector aunque formamos redes u organizamos ferias.

En este sentido, mi propuesta pasa por la organización, planificación y soberanía. Ni el planeta ni nosotros podemos esperar ninguna regulación ni intervención de las administraciones. Es urgente, entonces, lo hagámoslo nosotros a partir de nuestros usos y posibilidades.

Organización. En la industria textil es necesario un volumen mínimo de producción para empezar a trabajar. Los movimientos sociales, como hemos visto antes, lo tenemos a nivel global, pero por separado no llegamos. Habría que organizarnos, intercooperar y mancomunar ese volumen para decrecer y producir dignamente. Esto facilitaría tener el control de nuestros medios de producción –como son los talleres de corte y confección, hilaturas, tinturas…– durante todo el proceso.

Planificación. Sabiendo lo que necesitamos hacer con antelación, podremos calcular el volumen de producción para reducir al máximo los excedentes y no sobreproducir. Pero no sólo podemos centrarnos en la producción sino que debemos coordinarnos para gestionar todos aquellos residuos textiles que se generan y acumulan. Todas tenemos en mente esa habitación donde se amontonan las camisetas no vendidas de turno a muchos espacios. Para aprovechar esos excedentes habría distintas posibilidades que ya existen. Por un lado, podríamos hacer prendas a base de suprarreciclaje (upcycling) y dar una segunda vida a los tejidos. Por otra parte, podríamos realizar nuestro hilo propio con el que confeccionar nueva ropa y poder cerrar el círculo de la producción, haciéndola del todo local y circular. Para facilitar estos procesos habría que crear puntos participativos de recogida de ropa en diferentes espacios para su reutilización, como hemos explicado. Y también crear y participar en tiendas de segunda mano, mercados de intercambio y reparación de ropa, para reducir su consumo.

Soberanía. Podemos decir que es el resultado de la organización y planificación colectiva para poder decidir sobre nuestro presente y futuro. Si conseguimos reapropiarnos de los medios de producción y escoger cómo transformar y utilizar la materia prima y los excedentes, podremos decidir qué camino seguir para subvertir a la industria textil hacia una nueva realidad de decrecimiento y justicia social, con el objetivo de mantener y proteger los recursos naturales y la vida de todos nosotros. Hay que intentarlo.


Estudi de consum i producció tèxtil

Des de la cooperativa Cendra Gràfica estan fent un estudi de consum i producció tèxtil del seu entorn, clientes, tallers d’estampació, moviments socials, etc.

Ens han fet arribar el següent formulari que els permetrà fer un mapa del consum i producció tèxtil per poder mostrar dades, millorar el present i proposar alternatives de present/futur 😉👉🏾 https://forms.gle/6sjkAjsHaX3Z1yp89

Per tal de conèixer de primera mà la producció de marxandatge tèxtil dels vostres col·lectius, tallers d’estampació, cooperatives, entitats, etc… vos demanem que els ajudeu dedicant uns minutets a contestar el formulari!

 

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