Feminismos

16 años de congresos de economía feminista

La octava edición de esta cita académica y activista vuelve a Bilbao, ciudad que acogió el primer encuentro. Repasamos la historia y evolución de estos congresos.

2 julio 2021

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Imagen del VI I Congreso de Economía Feminista, celebrado en 2019. /Foto: web singenerodedudas.com, de Carmen Castro

Por Astrid Agenjo-Calderón, Universidad de León /Raquel Clemente-PereiroCooperativa Germinando / Lucía del Moral-Espín, Universidad de Cádiz

Los congresos estatales de economía feminista cumplen 16 años en este complejo 2021. Su origen se sitúa en la década de los años 80, en las Jornadas de Economía Crítica (JEC), cuando se comenzaba a debatir nuevas propuestas emergentes en la economía heterodoxa, entre otras, las planteadas por aquellas economistas que trabajaban los temas de género. Estas economistas, ante la necesidad de tener más tiempo y espacio para las perspectivas feministas decidieron, en las JEC de 2004, organizar el primer Congreso de Economía Feminista (CEF), que tuvo lugar en 2005 en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) en Bilbao.

A partir de entonces y, salvo alguna excepción, los congresos se han celebrado cada dos años: 2007 en Zaragoza, 2009 en Baeza, 2013 en Carmona, 2015 en Vic y 2019 en Valencia. Entre ellos se han intercalado dos Jornadas de Economía Feminista, celebradas en Madrid en los años 2011 y 2017. Y este 2021, el Congreso vuelve a Bilbao en su VII edición.

Para comprender mejor la evolución de estos espacios de encuentro y de debate hemos hablado con algunas personas y colectivos que han participado en su desarrollo desde distintos roles. Lo que sigue es un relato coral en el que su visión se entremezcla con nuestra propia experiencia.

El revulsivo de la crisis “financiera” y sus “soluciones” de austeridad biocida

A lo largo de estos años los CEF han ido cambiando en estructura y contenido, pasando de un carácter estrictamente académico a uno más abierto y transversal. Además, han estado muy influenciados por el contexto sociopolítico y, en particular, por la crisis financiera del año 2007 y las políticas de austeridad biocida que la siguieron, así como por sus resistencias y alternativas. El feminismo en general y la economía feminista en particular contribuyeron a ampliar la mirada de lo que estaba pasando, reclamando una ruptura con el estrabismo financiero y planteando la necesidad de abordar la crisis en su complejidad, como una crisis global y sistémica en la que se entrelazaban dimensiones materiales y simbólicas. Y el año 2011 supuso un importante un punto de inflexión al respecto.

Tres días antes del 15M de 2011, se organizó una Jornada de Economía Feminista abierta a «estudiantes, investigadoras, militantes, sindicalistas… economistas o no, feministas interesadas en las cuestiones económicas» para preparar la International Association for Feminist Economics (IAFFE) Conference 2012, que tendría lugar en Barcelona. Poco más de un año después, aprovechando la celebración de este congreso internacional, se organizó un encuentro informal de la red de economistas feministas españolas y una asamblea en la Plaza de Catalunya de Barcelona, en sincronía con la asamblea del 15M. En el encuentro se acordó ampliar la estructura de los congresos a tres espacios clave: investigación (de corte académico-activista); formación (teórico-académica y experiencias prácticas) y debate político/acción social (para afianzar la red y generar propuestas políticas).

De esta forma, a partir de 2013 los CEF combinaron estos tres bloques con un espacio de asamblea y de intervención artística y se abrieron explícitamente al movimiento feminista, a los movimientos por el desarrollo de alternativas críticas a la economía y a los movimientos sociales en general; reduciendo así y hasta cierto punto su carácter estrictamente académico y vinculado a la universidad. «Hay un momento importantísimo para la economía feminista, que son esos años en los que hay muchísima gente joven y que en la crisis reventó con aquello de ‘no nos representan’ porque ya rechazan la política oficial. Hay gente en movimientos sociales que están buscando alternativas y las propuestas de la economía feminista son atractivas. La economía feminista, no solo los congresos sino la economía feminista en general, hace un salto importantísimo y a los congresos empiezan a llegar 300 personas”, narra la economista Cristina Carrasco.

Esta aproximación de distintos colectivos a los congresos refuerza el vínculo entre la economía feminista y el 15M que se tradujo, por ejemplo, en la participación de varias comisiones de feminismos en las asambleas 15M: Setas Feministas de Sevilla presentó un vídeo, y tanto Feministes Indignades de Barcelona y como el Grupo de Deuda de Feminismos Sol de Madrid impartieron talleres en el congreso de Carmona de 2013. “Lo interesante de los congresos o de cualquier encuentro que hacíamos era tejer esas redes, esos lazos y comunicarnos unas con otras e invitarnos a aprender a escuchar las realidades y los puntos de vistas de las otras”, cuentan desde Setas Feministas.

A su vez, otras corrientes críticas de pensamientos y prácticas socioeconómicas, como la economía social y solidaria, el ecologismo, el ecofeminismo, el decrecimiento, la agroecología o la soberanía alimentaria, se han ido aproximando e incorporando a sus planteamientos a principios de la economía feminista. “Se percibe mucho interés en cómo aterrizar la economía feminista en prácticas. Hay gente que se siente en nexo con la economía feminista, pero para desde ahí hacer otras cosas y centrarse en estas. Se ha dejado de ir al congreso de las economistas para ir al congreso de las feministas sobre economía”, apunta la economista Amaia Pérez Orozco.

Entre las perspectivas recogidas de diferentes participantes y organizadoras de los congresos se refleja un amplio consenso sobre la idea de que han ido estrechando sus lazos con los movimientos sociales y, en particular, con el movimiento feminista, adquiriendo así un carácter más interdisciplinar e incorporando nuevas temáticas e intereses emergentes. A su vez, también se considera que la estructura de los congresos en tres bloques (investigación, formación y acción política) es interesante y enriquecedora.

Estos cambios se valoran positivamente: una amplia mayoría de nuestras informantes considera que tanto la presencia de voces militantes y activistas como la amplitud y variedad de las temáticas tratadas y la importancia y peso de cada una sus diferentes bloques han sido adecuada.

Los propios libros de actas de los congresos subrayan esta apertura y mestizaje y la vocación no solo cognoscitiva sino también de propuesta política: «Unas 400 personas provenientes del mundo de la academia, de la sociedad civil y de los movimientos sociales nos reunimos en Vic a inicios de julio de 2015 para debatir y reflexionar sobre los avances realizados en el campo de la economía feminista durante los últimos años, así como sobre su potencial para generar alternativas a la crisis multidimensional y civilizatoria en la que tanto tiempo nos encontramos inmersas», recoge por ejemplo el libro de actas del encuentro de Vic.

Así, en estos 16 años ha aumentado el número de personas asistentes y la cantidad y diversidad propuestas presentadas.

Gráfico: evolución de los Congresos estatales de Economía Feminista. Fuente: elaboración propia

Esta trayectoria, sin embargo, no está exenta de tensiones, como se refleja en la falta de consenso sobre la importancia del carácter académico con el que comenzaron los congresos: mientras la mitad de las personas contactadas está de acuerdo, casi la otra mitad no lo considera relevante. En efecto, al preguntar por la función que los CEF deberían jugar en la actualidad y en el futuro, las respuestas se concentran en dos escenarios: por un lado, configurar un espacio de debate, reflexión, construcción colectiva y generación de propuestas; y, por otro, articular y vincular diferentes ámbitos relacionados con la economía feminista, dentro y fuera de la academia.

Desde nuestro punto de vista, estos escenarios no tienen por qué verse como contrapuestos, sino que pueden y necesariamente deben ser complementarios. A lo largo de estos 16 años, los CEF han sido una fuente privilegiada para conocer y entender las agendas de investigación y acción de la economía feminista en el Estado español. Hoy, en un contexto marcado por una nueva crisis que ha agudizado la falta de recursos para sostener dignamente la vulnerabilidad y el cuidado de la vida en este sistema, la economía feminista —desde la academia y desde las calles— reivindica su capacidad de analizar la realidad y plantear y articular alternativas.

Para ello el congreso de 2021 se organiza en torno a cuatro grandes ejes: pasado y presente; cuidado con los cuidados; políticas públicas en tiempos inciertos; y la vida en el centro ¿Qué vida y qué centro? Cuatro ejes que nos permiten adelantar que este VII congreso profundizará en uno de los rasgos fundamentales que viene caracterizando su evaluación. Como explica Cristina Carrasco, “los congresos han ido evolucionando de lo más económico a lo más interdisciplinar y tal vez de lo más analítico a lo más político. Yo creo que está bien que sea analítico y político simultáneamente, pero no político sin analítico, no vamos a repetir frases, vamos a analizar el mundo porque queremos transformarlo”.

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