Ecologismo
Comunidades energéticas, la energía de las personas
Las comunidades energéticas se plantean como una herramienta mediante la que las personas pueden unirse para impulsar iniciativas que promuevan la transición energética, hacia un modelo renovable y sostenible, tanto desde el punto de vista ambiental, como social.
Un artículo de Oihana Lorea Zabalegui, Idoia Zulet Galé y Esther Muñoz Alonso (equipo técnico para el impulso de Comunidades Ciudadanas de Energías Renovables) en El Saltamontes de El Salto Diario
Las comunidades energéticas son un modo de organizarnos las personas para poder plantear proyectos de generación de energías renovables, eficiencia energética, ahorro en los consumos o servicios de asesoría. Se trata de una herramienta que busca la unión para ser más eficientes y tener una participación más activa en el modelo energético, impulsando iniciativas que promuevan un cambio hacia un nuevo modelo: “renovable” y “sostenible”, no sólo desde el punto de vista ambiental, sino también desde el social, siendo las personas las que decidamos cómo queremos generar y consumir la energía en nuestras casas, trabajos, municipios, en nuestros desplazamientos, etc.
La Unión Europea ha establecido dos tipos de comunidades energéticas (Comunidades Ciudadanas de Energía y Comunidades de Energías Renovables) dentro su paquete de medidas para la transición energética. Por tanto, podemos decir, además, que son un instrumento fundamental de la estrategia europea para combatir el cambio climático. Con sus matices, lo cierto es, que, los dos tipos propuestos por Europa, giran en torno a las ideas centrales de la participación abierta y voluntaria, autonomía, control efectivo de las personas socias que están en las proximidades de los proyectos y dar prioridad a los beneficios ambientales, sociales y económicos para sus miembros y para el territorio en que operan, frente a las ganancias financieras.
La Unión Europea reconoce a la ciudadanía un papel proactivo en la transición energética en lugar de considerarla mera consumidora, como tradicionalmente ha sido. Podemos afirmar que este modelo de participación ciudadana en el sector energético busca impulsar la soberanía energética, luchar contra el cambio climático desde lo local y lo colectivo, cambiar el modelo de generación centralizada actual por uno de pequeñas centrales próximas a los puntos de consumo y cambiar el concepto de la energía como un producto para el beneficio económico de unas pocas empresas por el del derecho al acceso a la explotación de un recurso natural por parte de todas las personas.
La unión hace la fuerza
En las comunidades energéticas participan personas vecinas de un barrio, una aldea o un municipio, así como, particulares, pequeños negocios, entidades locales –como los ayuntamientos– , agencias de desarrollo, mancomunidades, etc. Lo importante es que todos estos agentes tengan el mismo peso, ya sean particulares u otro tipo de empresas u organismos, ya que el fin último de esta comunidad es que sean las personas, quienes de forma democrática impulsen los proyectos y tomen las decisiones. Bajo esta filosofía de autonomía en la definición de las comunidades, no parece coherente que, en una comunidad energética, participe una empresa que ejerza su actividad económica en el sector energético, menos aún, que esta empresa decida qué proyecto o proyectos hará la comunidad, o, imponga las condiciones de participación a las personas de la misma.
Las comunidades energéticas son, por tanto, una herramienta para que las personas nos unamos, aprendamos y emprendamos proyectos de autoconsumo colectivo compartiendo instalaciones de generación próximas a nuestras viviendas, que, de forma individual no podríamos (porque en nuestro tejado no es viable instalar placas, por ejemplo), añadiendoles, además, la perspectiva social, una visión colectiva, proyectos impulsados por las personas para las personas.
¿Por qué participar en una comunidad energética?
La situación de emergencia climática actual es sabida y reconocida por todas las personas. Además, la energía tal y como la obtenemos en la actualidad es uno de los sectores más contaminantes y que mayores efectos negativos tiene sobre nuestro entorno. Gracias a las comunidades energéticas, ahora podemos, además, actuar acompañadas con nuestras vecinas, pudiendo juntarnos para activar el cambio que nuestra sociedad necesita para dejar un modelo más sostenible a las próximas generaciones.
Si ya tienes esa inquietud por cambiar tus hábitos de consumo, ser más eficiente y generar la energía que consumes con energías renovables y lo más cerca de donde vives que sea posible,… ya has dado el primer paso. Ahora tienes que hablar con tus vecinas, incluso con tu ayuntamiento. Europa insta a las entidades locales a impulsar la transición energética con la formación de comunidades energéticas y aunque sus posibilidades de éxito dependen mucho de los recursos disponibles, merece la pena intentarlo.
Participadas y comunitarias
La participación ciudadana es el vehículo perfecto para la creación de comunidades energéticas desde una perspectiva local y social. Participación ciudadana entendida como la capacitación colectiva para la facilitación de la posterior toma de decisiones y consecución de objetivos comunes que conllevará la puesta en marcha de una entidad jurídica en torno a la producción y gestión energética. Participación al servicio de las personas, con el trabajo grupal como objetivo y el proceso como motor. Una participación muy alejada de la usada para maquillar y validar decisiones, planes o estrategias institucionales previamente establecidas, en la que no existe contacto con las realidades de la ciudadanía.
Si a la participación ciudadana le añadimos la perspectiva comunitaria y social, estaremos contribuyendo a capacitar y cohesionar a la población en torno a un fin común (la creación de una Comunidad Ciudadana de Energía) que posibilitará el desarrollo y crecimiento de su territorio (barrio, pueblo, comarca) a medio y largo plazo. La incorporación de la participación, perspectiva comunitaria y activación social dota de protagonismo activo a la población, lo que desemboca en el trasvase de la responsabilidad de la consecución del proyecto, pasando de la Administración a la propia ciudadanía, convirtiéndose así en la garante del mismo.
Conseguiremos así, construir, plantear y diseñar a partir de las necesidades, los recursos, elementos y agentes de nuestro entorno cercano, teniendo en cuenta las características propias de nuestra Comunidad e incorporando las dinámicas, costumbres y prácticas de gobernanza válidas y establecidas. Para ello, además de con las personas técnicas, es necesario contar con las instituciones y la ciudadanía, porque nadie conoce mejor “algo” que quien lo disfruta, sufre y vive cada día. Incorporando los distintos saberes y las distintas miradas podremos construir colectivamente nuestra realidad y entorno en base a los conocimientos colectivos.
Por lo tanto, en la creación de Comunidades Ciudadanas de Energía se plantean la participación ciudadana y perspectiva comunitaria como herramientas para la capacitación colectiva, cohesión grupal y transformación y desarrollo social que no deja de ser el objetivo final de la generación y colectivización de un recurso común como es la energía. Ya sea biomasa, viento, agua o sol, los recursos naturales renovables que son utilizados deben ser consumidos a un ritmo menor que el que la tierra necesita para regenerarlos.
A qué esperas para impulsar la creación de una comunidad energética en tu entorno, comenzar a construir un modelo energético, en el que entre todas garanticemos la sostenibilidad de nuestros recursos naturales. Esos recursos que, hasta ahora, han sido explotados por las grandes empresas energéticas para su beneficio económico, ante nuestras miradas impotentes.