Consumo Responsable

Crece una tendencia global en Argentina que promueve el consumo responsable

Saber si la manufactura de lo que se compra requirió mano de obra infantil o si el dinero que se abona vuelve a los productores son algunos de los pilares del Comercio Justo. «La gente compra porque sabe dónde va la plata», dijeron a Infobae.com Que comunidades aborígenes de la Argentina vendan sus productos en […]

13 junio 2008

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Saber si la manufactura de lo que se compra requirió mano de obra infantil o si el dinero que se abona vuelve a los productores son algunos de los pilares del Comercio Justo. «La gente compra porque sabe dónde va la plata», dijeron a Infobae.com

Que comunidades aborígenes de la Argentina vendan sus productos en locales de Buenos Aires y que comprar en ellos implique que lo que se recauda se usa para logística, mantenimiento del local y proyectos en las localidades de donde proviene seguramente le agrega un plus a la compra.

«Comercio Justo es parte de un movimiento mundial que promueve una forma de consumo más responsable», explicó a Infobae.com Dolores Bulit, responsable de comunicación de Arte de Pueblo, una de las «marcas» que desde hace años pisa fuerte en ese mercado.

Y prosiguió: «Tiene que ver con que los consumidores no sólo se preocupen por sus derechos sino también por sus responsabilidades». Esto es porque -según detalló Bulit- «cuando compramos generalmente ignoramos la historia de la producción, esto es, si se usó mano de obra esclava, infantil, si trabajó una mujer con remuneraciones inferiores a las de un hombre o si se respetó el medio ambiente en el proceso».

En Europa hay casi tres mil tiendas de Comercio Justo, que tienen algo que las identifica, sellos de garantía. En ellas comercializan productos del sur del mundo, de países en vías de desarrollo (todos artesanales, no industrializados y alimentos, como café, bananas o cacao).

En la Argentina el movimiento empezó a cobrar fuerza a partir de la crisis de 2001, aunque había organizaciones (como Fundación Silataj y Arte y Esperanza, por ejemplo) que venían haciéndolo desde los ’80.

«Se trata de pagar un precio justo al productor, esencialmente acordado mediante el diálogo, estableciendo con él relaciones a largo plazo de forma de darle un horizonte de previsibilidad a su trabajo», aseguró Bulit, quien remarcó que «también se trata de no maximizar las ganancias a su costa sino, por el contrario, ayudarlo a crecer, a mejorar la vida de su comunidad y de su familia».

Consultada acerca de cuál es el beneficio para los empresarios, Bulit manifestó que «son organizaciones sin fines de lucro, por lo que el beneficio vuelve a los productores; esa es la diferencia con una empresa donde la ganancia va al dueño».

Comunidades étnicas como los Wichi, Coyas, Pilagá, Chané, Tobas y Mapuches son algunas de las que confeccionan, entre otras cosas, carteras de fibra vegetal, caminos de mesa, fuentes de palo santo, ponchos y chalinas.

Asimismo, Bulit destacó que grupos de la Patagonia, que vendían la lana de sus animales, ahora «en vez de vender en bruto le agregan valor y hacen medias, chalecos».

«La gente compra porque saben donde va la plata y porque les gusta la terminación de los productos», subrayó la mujer, quien destacó que los turistas extranjeros –mucho más sensibles a esta tendencia, debido a que están más familiarizados con la práctica- «ya la conocen y buscan las tiendas».

Para entender el concepto de Consumo Responsable

Pese a que es muy amplio, como lo es la propia actividad de consumir, se lo puede sintetizar en tres bloques:

  1. Un Consumo Ético, en el que se introduzcan valores como una variante importante a la hora de consumir o de optar por un producto. Hacen especial énfasis en la austeridad como un valor en relación con la reducción para un consumo ecológico, pero también frente al crecimiento económico desenfrenado y al consumismo como forma de alcanzar el bienestar y la felicidad.
  2. Un Consumo Ecológico, que incluye, por este orden, las famosas tres «erres» del movimiento ecologista: Reducir, Reutilizar y Reciclar, pero en el que también se incluyen elementos tan imprescindibles como la agricultura y ganadería ecológicas, la opción por la producción artesanal, etc.
  3. Un Consumo Social o Solidario, en el que entraría también el Comercio Justo, es decir, el consumo que está atento a las relaciones sociales y condiciones laborales en las que se ha elaborado un producto o servicio. Se trata de pagar lo justo por el trabajo realizado, tanto a gentes de otros países como a las más cercanas, en nuestro ámbito local; se trata de eliminar la discriminación, ya sea a causa del color de la piel o por diferente origen, o por razón de género o religión.

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