Quince años después de la promulgación de la Ley 1/2007, de 22 de febrero, de Cooperación para el Desarrollo, los contextos, la coyuntura y la propia trayectoria de la cooperación vasca y la de sus agentes hacían necesaria una reconceptualización de sus objetivos y adecuación de su organización para responder de manera eficaz a los retos planteados.

Esta propuesta de ley avanza en el reconocimiento, entre los agentes de la cooperación vasca, de la Economía Social y Solidaria, un movimiento social, político y económico que ya está presente en el sector de la cooperación y la solidaridad internacional y que trabaja por la construcción de alternativas económicas que abordan muchos de los retos ecosociales a los que queremos hacer frente con esta ley.  Un movimiento que ha sido ya reconocido por organizaciones internacionales como la ONU (Organización de Naciones Unidas) como un agente clave para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Desarrollo Humano Local (DHL).

Sin embargo, hay otros elementos sobre los que hicimos algunas consideraciones que creemos que mejorarían sustancialmente esta ley. En primer lugar, echamos de menos, tanto en los análisis como en los objetivos, contenidos y acciones de cooperación, una mayor relevancia del ámbito económico. El aumento de la pobreza y las desigualdades, los movimientos forzados de población de sus lugares de origen, la violación de derechos humanos, así como la insostenibilidad de los modelos de producción y consumo están directamente relacionados con la expansión y desarrollo del modelo económico capitalista. Consideramos que la cooperación debiera incluir en sus análisis este enfoque y que, en las diversas modalidades de acción, tanto sobre terceros países como en nuestras sociedades, debe impulsar el desarrollo de alternativas económicas.

Pese a la relevancia que tiene para las organizaciones sociales y la atención institucional, la Educación para la Transformación Social apenas se cita y no se recoge en ningún apartado ni su concepto ni su carácter estratégico. Así, por momentos pareciera que las acciones educativas, de sensibilización y de promoción de valores y prácticas alternativas en nuestras sociedades no fueran relevantes para alcanzar los objetivos de la cooperación y la solidaridad. De esta forma, se traslada el erróneo concepto de que la cooperación y la solidaridad tienen que ver principalmente con la llamada cooperación sobre el terreno y, lo que es más importante, que los impactos de las políticas, estructuras económicas, comportamientos y valores de nuestras sociedades no están en el origen de la insostenibilidad y la injusticia de nuestro planeta.

Por último, esta ley puede ser una oportunidad para hacer frente a la situación de un sector con condiciones laborales precarias, altamente inestables, justificadas en la militancia, pero amenazadas por exigencias de tecnificación y burocracia. En este sentido, la propuesta es incorporar el fortalecimiento del sector como objeto de la ley, desde el reconocimiento al trabajo realizado por las ONGDs, liderando la ejecución de la mayoría de la cooperación vasca y movilizando la solidaridad de amplios y diversos sectores de la población.

En la noticia original publicada en reaseuskadi.eus puedes ver vídeos y el documento presentado por REAS Euskadi.