Políticas Públicas

La salud mental y el bienestar emocional en el centro de la salud laboral

Los conceptos “físico”, “mental” y “social” merecen un estudio integral bajo el paraguas de la salud laboral, puesto que desde el sector de los servicios de prevención se han enfocado históricamente de forma independiente. Ahondamos en algunos de las cuestiones claves para integrar esta perspectiva de salud en los entornos de trabajo.
Un artículo de Guillem Llorens, s socio fundador y presidente de la cooperativa SEPRA.

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El crecimiento de la importancia de los riesgos psicosociales en los últimos años nos lleva a poner en valor la necesidad de un nuevo paradigma de salud laboral, donde el verdadero sentido es trabajar y cuidar a las personas desde todos los ámbitos que realmente nos afectan.

Tener el bienestar de las personas trabajadoras como meta significa cuidar la salud corporal, pero también el bienestar emocional y el entorno de trabajo, esenciales para tener organizaciones de trabajo conscientes y saludables.
La calidad de los puestos de trabajo

La incorporación, tanto dentro como fuera de la jornada laboral, de unos buenos hábitos personales (como una alimentación adecuada o la correcta planificación de las tareas) es clave para favorecer la salud de las personas en el trabajo. Por ello, en el sector de la prevención de riesgos laborales se realizan reconocimientos y valoraciones de la salud física a través de acompañamientos individualizados o adaptaciones a los puestos de trabajo en los que sea necesario.

La calidad de los puestos de trabajo tiene incidencia directa en la seguridad y en el confort de la persona trabajadora. Con esto nos referimos a las características del entorno físico: la calidad del aire, el desarrollo tecnológico, las características de los equipos o las herramientas utilizadas. Se produce así una relación de ida y vuelta, ya que al cuidar el entorno estaremos cuidando la salud de las personas trabajadoras. Al igual que para cuidarnos hay que cuidar nuestro entorno físico, ya que estamos expuestas diariamente.

La tercera pata de una visión integral de la salud laboral pasa por la salud colectiva de la plantilla, a todos los niveles. En este punto entran, por ejemplo, la valoración de la influencia de las condiciones de trabajo en el estado de salud, el análisis de las relaciones entre las personas, la gestión de conflictos y posibles situaciones de acoso. Así como factores relacionados con el bienestar emocional global o las prácticas y estigmas que nos influencian.

Gafas moradas para la salud laboral

En toda esta visión integral de la salud en el ámbito laboral también debemos tener en cuenta la perspectiva de género. Se trata de un enfoque aún relativamente reciente en la seguridad y la salud laboral, que propone tener en cuenta las desigualdades de género en el ámbito laboral a la hora de evaluar los riesgos y de llevar a cabo una práctica preventiva sin sesgo de género, teniendo en cuenta las diferencias por sexo y género.

Uno de los aspectos reconocidos desde hace años es que, si mujeres y hombres tienen ocupaciones diferentes y están sujetas a diferentes condiciones de trabajo, la exposición a los peligros y a riesgos laborales será también diferente. No obstante, algunas autoras van más allá y plantean que las mujeres y los hombres, aun con la misma ocupación y exposición a peligros, continúan accidentándose y enfermando de manera diferente debido a factores no sólo biológicos, sino también de origen social.

Es por todo esto que la aplicación de la perspectiva de género y de una conciencia hacia la igualdad en la práctica preventiva es un ejercicio clave para abordar el riesgo laboral de la desigualdad desde la raíz.

Hacia una cultura de la prevención

De fondo de estas cuestiones, es de vital importancia contemplar la cultura preventiva en el corazón de las entidades y conseguir entornos más saludables que aporten, además, sostenibilidad y valor a los proyectos.

Desde la Economía Social y Solidaria (ESS) se tienen los ingredientes para cumplir este objetivo de forma colectiva: experiencia, conocimiento y entidades habituadas a intercooperar. De hecho, el contemplar la salud mental y el bienestar emocional como ejes para la salud laboral es una respuesta que podríamos entender como orgánica dentro de las empresas y organizaciones de la ESS.

Ya hace unos años que estas empresas tienen muy en cuenta los cuidados, ya sea dentro de la jornada laboral como también en el entorno privado de todos los trabajadores y trabajadoras, intentando priorizar de esta manera la conciliación.

Los próximos días 6 y 7 de mayo estaremos en Las Palmas de Gran Canaria debatiendo sobre ello en Idearia, encuentro bienal de la ESS, que este año tiene como leitmotiv el trabajo digno, uno de los valores de la Carta de principios de la Economía Solidaria.

Esperamos que estos debates impregnen aún más las buenas prácticas de estas organizaciones y contribuyan así a ir extendiendo esta cultura de la prevención para colocar la salud mental y el bienestar emocional en el centro de la salud laboral.

 

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