Economía Solidaria

Los derechos del consumidor en Aguascalientes y el arte de no significarse

M. en A. José Luis Gutiérrez Lozano* En uno de los nuevos y visualmente muy atractivos espacios de reunión –que los jóvenes llaman antros- en la elegante zona norte de la ciudad de Aguascalientes, un grupo de chicas y chicos mostraron el volante promocional del lugar al momento de pedir lo que habrían de consumir. […]

7 marzo 2012

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M. en A. José Luis Gutiérrez Lozano*Derechos consumidor

En uno de los nuevos y visualmente muy atractivos espacios de reunión –que los jóvenes llaman antros- en la elegante zona norte de la ciudad de Aguascalientes, un grupo de chicas y chicos mostraron el volante promocional del lugar al momento de pedir lo que habrían de consumir. En el volante se podía leer claramente la oferta de ese fin de semana: “Cinco botellas de bebida nacional por $500”. El mesero, al llevarles las cinco botellas, sus respectivas cubetas de hielo y refrescos, les llevó también la cuenta para que fuera cubierta al inicio, conforme acostumbran en dichos lugares. El cargo por el servicio era de $2,500, por cinco botellas a $500 cada una, con refrescos y hielo incluido.

De inmediato pidieron al encargado del lugar una explicación. El volante promocional, dijo, tenía como propósito atraer clientela, pero que cada botella costaba $500. Una chica, la que evidentemente parecía la más avispada, inmediatamente protestó. Señaló que la promoción decía claramente “cinco botellas por $500”. Temiendo que esa acción firme de su amiga les provocase problemas, uno de los chicos reviró que no tenía empacho en pagar lo que les pedían, que para eso él y sus amigos tenían dinero de sobra. La protesta de la chica que hasta había invocado su derecho a exigir lo que la Ley Federal de Protección al Consumidor consagra respecto a la publicidad amañada o confusa, fue totalmente acallada por sus propios compañeros. Preferían pagar lo que el antro solicitaba que reclamar el cumplimiento de lo que indicaba la promoción. Secundada por los demás la moción de apechugar, el grupo acalló a la “amiga belicosa”, sin importar ya el incidente y convencidos de que ante los abusos era preferible no hacerse notar.En uno de los nuevos y visualmente muy atractivos espacios de reunión –que los jóvenes llaman antros- en la elegante zona norte de la ciudad de Aguascalientes, un grupo de chicas y chicos mostraron el volante promocional del lugar al momento de pedir lo que habrían de consumir. En el volante se podía leer claramente la oferta de ese fin de semana: “Cinco botellas de bebida nacional por $500”. El mesero, al llevarles las cinco botellas, sus respectivas cubetas de hielo y refrescos, les llevó también la cuenta para que fuera cubierta al inicio, conforme acostumbran en dichos lugares. El cargo por el servicio era de $2,500, por cinco botellas a $500 cada una, con refrescos y hielo incluido.

El tema de callar y acatar resulta mucho más común de lo que a veces queremos reconocer, aplicándose en varios y distintos aspectos de la vida, desde la política hasta el consumo cotidiano. El hecho de no significarse, no provocar conflicto ante la autoridad, o ante quien ejerce mando o un papel de ascendencia, es lo que en principio da pie a cualquier forma de abuso.

Los derechos del consumidor resultan prácticamente desconocidos en Aguascalientes. La ciudad capital del estado “de la gente buena”, fue elegida hace dos décadas para el experimento de privatización de los servicios de agua potable y alcantarillado. El precio aumentó sustancialmente a raíz de la privatización, por la escasez del preciado líquido a decir de las autoridades de entonces. Aprovechando la coyuntura, el tema de la apreciación del agua, llegó la oposición al Gobierno municipal. Pero una combinación de firme defensa jurídica del título de concesión realizada desde la Secretaría de Hacienda del Gobierno Federal y las poderosas empresas beneficiarias, una evidente inexperiencia de la oposición triunfante en el Gobierno municipal y la muy común falta de apoyo popular a la protesta, permitió que la concesión prevaleciera.

Los movimientos locales para defender los derechos de ciudadanos, trabajadores o consumidores han nacido en Aguascalientes primordialmente de iniciativas provenientes de otras latitudes. Pero han sucumbido total o parcialmente por el prurito de no significarse, no hacer olas.

Destacan pocas y muy recientes acciones ciudadanas a favor de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, representados a través de los derechos a manifestar, ejercer o consumir. En los años 80 y 90 la asociación civil Conciencia Ecológica de Aguascalientes sembró, con el dinamismo de su fundadora, la maestra Queta Legorreta, lo que en los años recientes sería la conformación de una sociedad civil local más activa. La más notable herencia de esa siembra es el caso del rescate del bosque de mezquites “La Pona”. Ante la intención del Municipio de la capital aguascalentense en el año 2000 para cambiar el uso de suelo con el fin de transformar en zona comercial al cuerpo boscoso, se gestó una importante acción ciudadana de rechazo. Hoy el movimiento se ha convertido en una muy activa asociación civil: SOS Mezquitera La Pona que, después de haber logrado detener la primera intención comercial continúa en pie de lucha para reivindicar totalmente los derechos de los habitantes de la capital de “consumir” espacios dignos.

Otro caso notable es la consolidación de la defensa de los derechos derivados de la diversidad sexual. Cuando la existencia de un letrero que ponía “prohibido el acceso a animales y homosexuales” en el balneario Ojocaliente llegó a ser noticia nacional, se integraron diversos grupos de protesta. Con liderazgos claros y conscientes, una vez satisfechas las demandas del impulso inicial, el movimiento generado dado lugar a varias organizaciones. Destaca entre éstas el Colectivo Ser Gay de Aguascalientes A. C., institución que ha logrado reconocimiento mundial por su defensa de los derechos a ser diferente y a favor del “consumo” de sexo seguro.

Existen organizaciones que promueven el consumo de productos sanos, pero nadie se opone aún al desplazamiento del comercio local ante las cadenas comerciales y las grandes superficies. Se promueve el uso de bicicleta, pero no se le presenta aún como una opción de transporte cotidiano en oposición a la promoción de la cultura del auto con la construcción de cada vez más vialidades sin existir un plan de transporte colectivo. En síntesis, en años recientes han proliferado acciones y movimientos a favor de derechos individuales y de grupos, pero el activismo en pro de los derechos comunitarios, civiles y sociales en Aguascalientes es aún incipiente.

* Presidente de Fundación Ahora A.C., asociación que promueve la Economía Solidaria en la región centro-occidente de México con más de una década de trabajo.

Twitter: @josgutie

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