Feminismos

Más redESS feministas para la igualdad de género

Frente a la lógica del capital, la mercantilización creciente de las esferas públicas y privadas y la búsqueda de máximo beneficio, la economía social y solidaria persigue un modelo de cambio al servicio de la reproducción de la vida, sometido a procesos democráticos, participativos e inclusivos. Un artículo de María Atienza de Andrés y Blanca Crespo en Píkara Magazine

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La organización AFES Salud Mental tiene el proyecto Atenea sobre empleo, igualdad y salud mental

“Estamos resueltos a construir sociedades pacíficas, justas e inclusivas, a proteger los derechos humanos y promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas”. Esta determinación para acabar con la desigualdad de género es parte de los objetivos marcados por la comunidad internacional en el marco de la ONU y su Agenda 2030, hoja de ruta de los gobiernos para lograr la erradicación de la pobreza y un desarrollo sostenible.

Sin embargo, como establece Oxfam: “Cada día, las mujeres de todos los países del mundo sufren desigualdad y discriminación”. La organización de lucha contra la pobreza, recogue quelas mujeres por el mero hecho de serlo están expuestas a situaciones de violencia, abusos y un trato desigual, lo que genera que la mayor parte de las personas que viven en situación de pobreza son mujeres. En comparación con los hombres, tienen un menor acceso a recursos, poder e influencia, y pueden experimentar una mayor desigualdad debido a su clase, etnia o edad, así como debido a creencias religiosas y fundamentalistas.

Incluso el Banco Mundial se hace eco de esta situación en su informe ‘La Mujer, la Empresa y el Derecho 2022’, que establece que 2.400 millones de mujeres en el mundo no tienen los mismos derechos económicos que los hombres. Al respecto se pronuncia Mari Pangestu, directora gerente de Poĺíticas de Desarrollo y Alianza, quien reconoce que “si bien se han logrados avances, a nivel mundial la brecha entre los ingresos esperados tanto de hombres y mujeres a lo largo de su vida es casi dos veces el producto interno bruto [PIB] anual del mundo”.

Esta realidad es reconocida igualmente por local2030, espacio de convergencia entre gobiernos y otros actores locales para implementar estrategias que hagan avanzar los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) a escala local. Este organismo reconoce, en el documento objetivos de desarrollo sostenible desde una mirada feminista, que “las mujeres de todo el mundo siguen estando discriminadas en la esfera pública, la participación política, los medios de comunicación, etc.” y que “existe gran impunidad en lo que se refiere a los derechos humanos de las niñas y las mujeres”.

Como muchos analistas críticos reconocen, “la agenda global más ambiciosa aprobada por la comunidad internacional” también presenta importantes limitaciones, debido a estructuras complejas, cuestiones técnicas y el rechazo que genera para algunos agentes la comunidad internacional. En lo que respecta exclusivamente a los objetivos de género, una de las carencias de esta agenda es que “la perspectiva de género, los derechos humanos y la cultura no se tienen en cuenta” y “no plantea los objetivos de manera cuantitativa, es decir, no da cifras, por lo que depende de que cada administración y/o gobierno el plantear esos datos”, apunta la cooperativa especializada en género y comunicación Pandora Mirabilia en “una maleta feminista para trabajar los ODS”.

Más ESS para la igualdad de género

¿Dónde miramos para promover la equidad de género y la igualdad entre hombres y mujeres? ¿Podemos confiar para esta ingente labor en la comunidad internacional? Parece bastante pertinente en esta diatriba lo que establece Pandora Mirabilia al afirmar que “si bien son los gobiernos nacionales los que deben comprometerse con la consecución y cumplimiento de los ODS a través de medidas políticas y estrategias sostenibles, el papel de la sociedad civil y de la ciudadanía es central”.

En este sentido, las entidades de la economía solidaria vienen promoviendo desde hace décadas un cambio de modelo a través de un enfoque integrado, centrado en las personas y sensible con respecto al planeta, como recogía el manifiesto para poner la vida en el centro lanzado hace unos meses a raíz de la aprobación de la Carta de principios de la ESS, tras un profundo proceso de revisión feminista. La propia ONU acaba de aprobar una resolución para promover la economía social y solidaria, reconociendo de manera específica su contribución a la consecución y localización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Bajo lo que entendemos como economía social y solidaria (ESS) encontramos un conjunto heterogéneo de enfoques teóricos, realidades socio-económicas y prácticas empresariales que desde hace varias décadas vienen desarrollando un creciente sentido de pertenencia en torno a una forma diferente de entender el papel de la economía y los procesos económicos en las sociedades contemporáneas. Frente a la lógica del capital, la mercantilización creciente de las esferas públicas y privadas y la búsqueda de máximo beneficio, la ESS persigue un modelo de cambio al servicio de la reproducción de la vida, sometido a procesos democráticos, participativos e inclusivos.

En este objetivo de transformación social desde la esfera económica, que integra así mismo componentes ecologistas, feministas y de justicia social, donde estimamos que la ESS está muy alineada con la consecución de los ODS. Los vínculos entre la ESS y los 17 ODS ponen de relieve su potencial como modelo de cambio de las bases estructurales sobre las que se asienta el desarrollo excluyente e insostenible.

En lo referente en concreto a la situación de las mujeres, si bien varios ODS incorporan el enfoque de género de forma transversal, nos centraremos en el ODS 5: “Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”.

Es reseñable las opciones en materia de empleo que brindan las organizaciones de ESS, particularmente importante para las mujeres y aún más para mujeres en situación de riesgo que se enfrentan a una doble brecha en el acceso al mercado de trabajo sumado al conflicto que se genera entre la conciliación del trabajo y la familia. Las organizaciones y empresas de la ESS con frecuencia facilitan la flexibilidad en la gestión del tiempo, generando oportunidades de trabajo remunerado conciliable con las responsabilidades asociadas al trabajo de cuidados -trabajo reproductivo, no remunerado e históricamente invisibilizado- que recae principalmente en las mujeres. Además desde las propuestas de la ESS se promueve una reorganización social de los cuidados que “asegure el derecho al cuidado de todas las personas, su desarrollo en condiciones dignas y a través de la responsabilidad compartida por el conjunto de la sociedad: instituciones públicas, agentes sociales, comunidad y hogares”.

Más allá de los aspectos de bienestar social y de empoderamiento económico, la organización de mujeres en el seno de las entidades y redes de la ESS resulta importante también para su emancipación y empoderamiento político. A través de dichas organizaciones se adquiere voz, se fortalecen las competencias sobre creación de redes que posibilitan la negociación en las relaciones tradicionales de género y provoca un impacto positivo en la capacidad de agencia de las mujeres.

Desde el enfoque de la ESS establecemos una serie de propuestas para lograr la consecución del Objetivo de Desarrollo 5 desde una perspectiva local. En primer lugar, es importante el diseño y desarrollo de planes de igualdad, desde un enfoque de sostenibilidad de la vida, que incluyan la realización de un diagnóstico y un plan de acción así como la transversalización de la perspectiva de género al conjunto de políticas y actuaciones municipales. En segundo lugar, es preciso hacer una especial incidencia en presupuestos participativos, planes de movilidad y políticas de empleo específicas que tengan en cuenta el trabajo reproductivo y que fomenten la inclusión laboral de las mujeres e incorporen en sus objetivos la eliminación de la división sexual del trabajo.

Así mismo, es clave el desarrollo de servicios públicos de calidad que atiendan a las necesidades de cuidados de las personas, apoyando así mismo la creación de cooperativas sin ánimo de lucro a través de fórmulas de cooperación público-comunitaria y espacios comunitarios para la cobertura de determinados servicios de cuidados; dimensión que debería tener en cuenta también la planificación urbanística. Por otro lado, es prioritario el apoyo a las empresas e iniciativas en el territorio que que fomenten la perspectiva feministade forma transversal en todas sus posibles dimensiones sociales, económicas, educativas, laborales, etcétera.

Retos como la igualdad de género y otros que tenemos sobre la mesa, como la emergencia climática o la pobreza energética, tienen la suficiente urgencia como para no desdeñar los esfuerzos de ningún agente. En este marco, estimamos esencial el trabajo desde las bases y la sociedad civil; en concreto de movimientos como el de la economía solidaria, el feminista y ecologista, que llevan décadas atendiendo a estos retos con voluntad transformadora. Mirar a estas buenas prácticas empresariales y organizativas, apoyarlas y visibilizarlas, aplicando los aprendizajes de su larga trayectoria y dejándonos guiar por sus saberes es, sin duda, una buena forma de encaminarnos a los objetivos de transformación que necesitamos.

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