Varios
Repensar la asignatura de Economía para afrontar los retos actuales
Un artículo de Ana Madrid Vaquero, profesora de Economía en ESO y Bachillerato y una de las ganadoras de la última edición del Premio Arcadi Oliveres. Publicado en valorsocial.info
Repensar la asignatura de Economía en los institutos va más allá de una opción personal. Para comprender el objetivo de nuestro sistema educativo basta echar un ojo al preámbulo de la Ley Orgánica de Educación (LOE, 2006), que señala que “la educación es el medio más adecuado para garantizar el ejercicio de la ciudadanía democrática, responsable, libre y crítica, que resulta indispensable para la constitución de sociedades avanzadas, dinámicas y justas”. En 2020, de la mano de la LOMLOE (Ley Orgánica actual que modifica la anterior LOE), no sólo la evaluación deviene competencial, sino que se añade un nuevo principio (artículo 1.r) en el que se inspira el sistema educativo: “La educación para la transición ecológica, con criterios de justicia social, como contribución a la sostenibilidad ambiental, social y económica”.
Para alcanzar esos objetivos, la ley indica que aspectos como “el emprendimiento social y empresarial, el fomento del espíritu crítico y científico, la educación en valores, la igualdad de género y la creatividad se trabajarán en todas las materias” (artículo 25.6). Como herramienta, en los principios pedagógicos del artículo 26, se insta a dedicar “un tiempo del horario lectivo a la realización de proyectos significativos y relevantes y a la resolución colaborativa de problemas, reforzando, la reflexión y la responsabilidad”. Para Bachillerato en concreto, permitidme destacar el apartado o) añadido al artículo 33: “Fomentar una actitud responsable y comprometida en la lucha contra el cambio climático y en la defensa del desarrollo sostenible”.
La realidad del desarrollo curricular: contenidos, materiales y tiempo
Pero la realidad del desarrollo curricular dista de permitir alcanzar estos fines y objetivos que todos comprendemos desde el momento en el que sentimos nuestra vocación docente. El listado de contenidos que inunda el currículo de Economía, desde 4º ESO hasta 2º Bachillerato, no deja sin trabajar ningún concepto de la economía clásica y neoclásica, convirtiendo en una odisea el estudio de otros enfoques. Así, por ejemplo, nuestro currículo no deja de recordar el crecimiento económico como paradigma sin alternativas o el hombre económico que genera confusión entre lo que no es y lo que debe ser entre nuestros alumnos. Esta parte del currículo es el primer ladrillo en la construcción de la imagen mercantilista del ser humano y de la sociedad en la que se desenvuelve para maximizar su utilidad y beneficio personal. Se excluyen así conceptos que permitan a los alumnos ahondar en el pensamiento crítico y el cuestionamiento del sistema. Relegadas quedan las referencias a los conceptos de desarrollo, decrecimiento, economía ecológica, feminista, finanzas éticas… que aportan una óptica necesaria, solidaria y práctica que pueda dar respuesta a los retos actuales.
Esta contradicción se convierte en una dificultad en la práctica en el aula, a la que se suma otra realidad imperturbable: los materiales pedagógicos que nos rodean y se presentan en múltiples formatos para facilitarnos la tarea docente y estudiantil, y que ignoran, como si no existieran, las alternativas a la economía ortodoxa, cubriendo con un velo de inocencia y equilibrio etéreo los resultados que nos ofrece el sistema económico capitalista en el que vivimos. Es hora de salir del marco de los materiales didácticos y, si los tenemos, utilizarlos para aprender a desarrollar el espíritu crítico: ¿quién traslada esta información?, ¿qué intención tiene?, ¿existen otras informaciones?, ¿por qué las desconozco? Responder a estas preguntas, además, nos asegura cumplir con el currículo, los principios y objetivos de la educación.
Otra dificultad con la que nos encontramos, nada despreciable, es el tiempo para trabajar y diseñar los proyectos. Cuanto más transformadores y significativos sean, más tiempo requieren en su diseño e implantación. La ley nos invita a trabajar así, pero con un listado infinito de contenidos que, contradictoriamente, nos limitan este tipo de enseñanza-aprendizaje. Necesitamos tiempo de diseño del trabajo en el aula, horas de trabajo entre compañeras para comprender que las visiones son interdisciplinares. La Economía se queda hueca si no la miramos desde la Biología, la Filosofía o las Matemáticas, entre otras muchas. Ese tiempo para un trabajo de calidad, nos falta.
No podemos conformarnos con la perspectiva tradicional
En Economía no podemos conformarnos con la perspectiva neoclásica y liberal, hegemónica, sexista, aporofóbica y discriminatoria. No serán los libros los que muestren a nuestras alumnas los retos económicos del siglo XXI, por más que éste sea el clásico título de la última unidad del libro. Unidad a la que, por cierto, o no llegamos, o llegamos cabizbajas después del titánico esfuerzo de transmitir la validez de la construcción capitalista que, además, ha encajado como si de un puzle se tratara en la mente de nuestro alumnado. ¿Ocho meses para montar un puzle y derrumbarlo en un par de días? Debemos darle la vuelta a este esquema.
No podemos conformarnos con presentar el mundo simplificado del modelo del Flujo Circular de la Renta (FCR), porque oculta la información completa y realista de nuestras vidas. Mucho menos debemos concebirnos como hombres racionales, porqu somos mujeres, sociales y sensibles al entorno y a las diferencias: ese debe ser nuestro modelo y referente. Ningún alumno deja de sorprenderse al escuchar que solo el 1% de la población más rica posee el 50% de la riqueza del planeta. Las soluciones que nos planteen entonces al problema de la desigualdad y del medio ambiente no pasarán por la solución del crecimiento ilimitado. Crecer sin límites choca con los límites de lo vivo y no es posible sin asumir el coste de la destrucción del entorno y de la merma, también sin límites, de nuestra calidad de vida. Nuestro alumnado está en la edad de no asumir: ese es su tesoro y nuestra oportunidad.
Debemos empoderarnos y aprovecharnos de los objetivos, los fines y de la evaluación competencial para desarrollar proyectos que nos hagan conectar los contenidos con el mundo vivo, dentro y dependiente de este, con unos límites que están desestabilizando la Tierra y la calidad de vida de todos los seres vivos. Los proyectos de Aprendizaje y Servicio (APS) y Aprendizaje Basado en Problemas (ABP) son dos muy buenas herramientas para profundizar en los conceptos de eco dependencia y de servicios ecosistémicos, y relacionarlos con la forma de afrontar con responsabilidad y empatía la realidad de una sociedad que vive su peor momento de crisis climática, energética, de materiales, social y de biodiversidad. El alumnado entiende que tiene derecho a recibir el mundo al menos en el mismo estado en el que lo recibieron sus madres.
Hay que reducir y revisar cómo podemos organizarnos en este siglo XXI para reparar los daños heredados del sistema económico, repensando alternativas que pongan la vida de todas en el centro, con equilibrio y respeto, sin cubrir las necesidades de unos a costa de las de otros. Eso pasa por desmercantilizar nuestras vidas. No debemos permitir que la estrechez de la economía del siglo XX se traslade al aula a través de un currículo endulzado por las editoriales: la creatividad, el emprendimiento y las finanzas éticas serán las herramientas de nuestras alumnas para diseñar economías regenerativas y distributivas, como nos señala Carlota Sanz Ruiz (Doughnut Economics Action Lab), y así, de su mano, superar nuestro sistema industrial degenerativo.
Es hora de pasar página de los currículos tradicionales
Con todo esto, es hora de pasar página de los currículos tradicionales que perpetúan las creencias ortodoxas en el ámbito de la economía y la empresa y buscar aquellos que nos permitan conseguir que la educación sea, efectivamente, un motor de cambio y transformación, superando los errores asentados y heredados. Debe hacerse a través del cambio de dinámicas de trabajo y estudio en las aulas que den paso a la crítica, la reflexión y la creatividad.
Es el momento de agradecer todas las fuentes de formación alternativa que nos permiten actualizarnos y abrir las puertas de nuestros centros educativos. Economistas Sin Fronteras, Fundación Finanzas Éticas, RedEFES, Fuhem, Doughnut Economics Action Lab, y un sinfín de organizaciones locales que nos apoyan y nos ofrecen herramientas que implantar en el aula a través de formaciones, encuentros y talleres que conectan con la realidad para trabajar alternativas que reparen los fallos del sistema económico actual.
La ley se sensibiliza con la situación de emergencia que vivimos a nivel sistémico, y la Economía es una materia clave para plantear alternativas a las estructuras de producción, organización y consumo heredadas. Ahora bien, en nuestras manos está enfundarnos de las competencias, los proyectos y los organismos participativos que difieren del sistema colapsado. Con ello lograremos, lejos de evaluar el aprendizaje de contenidos que perpetúan los fallos del sistema, que nuestras alumnas ejerciten el análisis crítico y reflexivo de su entorno (que es el nuestro) y desarrollen estrategias de emprendimiento creativo que diste de las soluciones tradicionales para, efectivamente, conseguir la constitución de sociedades avanzadas, dinámicas y justas.
*Artículo publicado con motivo del Día de la Educación Financiera, que este año se celebra el 7 de octubre de 2024. Publicación coordinada por la Red por una Educación en Finanzas Éticas y Solidarias (RedEFES)