Consumo Responsable

Top Manta expande su mensaje a Venecia

Los manteros aprovechan su protagonismo en la XVIII Bienal de Arquitectura como altavoz para su activismo antirracista. Un artículo de Ariadna Trillas en el número 115 de Alternativas Económicas

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Foto: Alternativas Económicas

Hace tiempo que Top Manta dejó de ser solo una marca de ropa ética que crea oportunidades de empleo a personas migrantes que sobreviven gracias a la venta ambulante, a la espera de un permiso de residencia y de trabajo. Pero no porque esta iniciativa de la Economía Social y Solidaria, que arrancó en 2015, no esté cumpliendo con su cometido. Por ahora,120 manteros han salido de la calle gracias a ella.

A través de su activismo, se han convertido en un altavoz de personas migrantes racializadas (clasificadas o etiquetadas por su raza). La visibilidad de sus derechos —y de su falta de ellos— es una de sus batallas. De ahí la oportunidad que significa poder llevar su mensaje antirracista y de justicia social a un espacio privilegiado como la XVIII Bienal de Arquitectura de Venecia. Punto de encuentro de élites culturales y artísticas, en la actual edición la comisaria Lesley Lokko ha puesto África como foco de su laboratorio del futuro.

El rastro del pescado

Desde el pasado 20 de mayo y hasta el próximo 26 de noviembre, el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes —que está tras Top Manta y constituido principalmente por personas originarias de Senegal— participa en esta cita con un proyecto comisariado por el colectivo Leve, que resultó elegido por el Institut Ramon Llull, la entidad cultural que elige la representación de Cataluña y Baleares en la Bienal.
El título del proyecto es revelador: Seguint el peix (siguiendo al pez). Al fin y al cabo, el cayuco desde el que salían a pescar representaba un modo de vida, arruinado por la explotación del mar y otros recursos naturales, y hoy convertido en una vía de huida hacia Europa.

El pabellón tiene dos partes: la recreación de un mercado mantero —donde las mantas, fácilmente recogibles, recogen historias de senegaleses que llegaron a Barcelona en busca de una nueva vida— y el llamado «taller de reparación». Es fruto de un diálogo con estudiantes de arquitectura de distintos países sobre cómo repensar modelos de vivienda diferentes, gracias a la mirada del éxodo africano. Casas abiertas y hospitalarias; viviendas basadas en la comunidad; cocinas comunes; espacios multifuncionales; equipamientos a partir de locales vacíos. Menor impacto ambiental. En palabras de Daniel Cid, de Leve, en la presentación del proyecto: «Es repensar la la arquitectura desde el punto de vista de una persona inmigrante africana».

En Europa, tener una vivienda es un lujo. En uno de los carteles de la exposición puede leerse: «No hay sensación de hogar en el refugio».

El «arte de la hipocresía»

Pero, nada más llegar, los manteros ejercieron de activistas. «No estamos aquí para celebrar nada. Asumimos la responsabilidad de ser el altavoz de muchas personas que sufren la violencia de una Europa fortaleza que nos expulsa de nuestras casas, nos mata en las fronteras y nos castiga con el racismo institucional y con la ley de extranjería cuando logramos llegar». Fueron las palabras de presentación en Venecia de Lamine Sarr y Abdulay Papalaye Seck, miembros del sindicato.

También airearon una cifra que hiela: el año pasado, el colectivo Caminando Fronteras estima que 2.390 personas murieron ahogadas en el Mediterráneo. Y convocaron una marcha silenciosa antirracista y pusieron a la venta camisetas con las que denuncian «el arte de la hipocresía». La Italia de Georgia Melloni acababa de declarar el estado de emergencia por la llegada masiva de inmigrantes.

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