Que atravesamos un momento de profundas tensiones sociales, económicas, políticas y culturales que se entremezclan entre sí es algo que ya casi nadie pone en duda. Todo apunta a una situación presente y futura que se va a parecer poco al pasado. Tenemos la obligación y la necesidad de analizar el ciclo histórico emergente como un nuevo tiempo de incertidumbre y contingencia en todos los planos que tiene la translimitación ecológica como vector de fondo.

Nos encontramos ante un modelo social, tecnológico y económico basado en un conocimiento y poder que ha usado para perfeccionar hasta el extremo la forma de extraer beneficio económico y hacer crecer el dinero, pero que, para conseguirlo, ha dilapidado a toda velocidad cantidades ingentes de recursos y bienes imprescindibles para la vida, ha causado una desigualdad y sufrimiento intolerables y en este momento pone en riesgo la continuidad de la vida humana en la Tierra. Un modelo capitalista atrapado en una lógica que le incapacita para resolver los problemas que él mismo ha creado. Un modelo exitoso para la acumulación y concentración de poder, pero fallido para garantizar la vida decente de personas y comunidades en el presente y en el futuro.

La Transición Ecosocial Justa debe ser un ejercicio de responsabilidad política basado en el reconocimiento de la gravedad del momento que atravesamos, en la identificación de las fracturas sociales y ecológicas y en la voluntad firme y compartida de dar pasos valientes y urgentes hacia una política y economías que posibiliten una vida buena para todas las personas y que deberán funcionar con menos energía, menos materiales y menos recursos naturales y adaptadas a un contexto de cambio climático. Es un compromiso con la construcción de una sociedad que no abandona ni deja solas a quienes más lo necesitan. Una sociedad capaz de preservar también sus ríos, sus bosques, sus animales y sus montañas; los territorios y la vida que albergan, que han hecho posible la vida hasta el momento, y que tendrán que durar para que quienes vengan detrás puedan tener opciones para poder seguir viviendo. Una sociedad capaz de defender la democracia y de profundizarla y de abolir la violencia, en todas sus formas, como medio de perpetuar conflictos.

La Transición Ecológica Justa es el camino que hemos de recorrer para poder vivir bien. Y no se trata de un camino obvio. Requiere cambios de un calado aún inimaginable para muchos sectores de población.

Existen diferencias legítimas entre las formas de comunicar o de marcar prioridades y ritmos. Ecosocialismo, decrecimiento justo, postcrecimiento, Green New Deal, ecofeminismos… Son diversas las propuestas, y cada proyecto político o movimiento social tiene el derecho a elegir las suyas. Es legítimo discrepar en cuanto a las estrategias y mensajes a dar. Lo importante es saber qué se persigue con esos términos, qué proyecto de sociedad y de relación con la naturaleza y entre las personas hay detrás. No todo el mundo ha de hacer lo mismo, ni poner los énfasis de la misma manera, pero, desde nuestro punto de vista, es clave que las propuestas tengan una clara consciencia de la situación que atravesamos y vocación de justicia, de redistribución, que sepan de dónde se parte y sepan discriminar las falsas soluciones.

Este monográfico trata de estimular esa imaginación. Por supuesto, los artículos que lo componen no agotan el tema en modo alguno. Incluso, los diferentes artículos muestran diferencias y diálogos que distan mucho de estar resueltos. Pero señalan caminos para que ese diálogo se pueda dar.

Hemos seleccionado una serie de temas. Geoestrategia, agua, alimentación, movilidad, energía, migraciones, fiscalidad, empleo, cultura y la propia conceptualización de una transición ecosocial justa.

Como ya se ha señalado, en muchas ocasiones se abren más preguntas que respuestas. Es necesario reconocer con humildad que estamos ante un proceso en modo alguno basado en certezas, tan solo la de la necesidad de cambiar para que la vida decente sea posible.