M. en A. José Luis Gutiérrez Lozano*

Tedioso y cada vez más inútil resulta a los lectores europeos enterarse de trilladas noticias de banqueros y políticos que no atinan a siquiera entender la crisis económica que vive el mundo y mucho menos resolverla. El diario español, La Nación, ha creado una secuencia temática de notas periodísticas que ha denominado “Crisis económica global”, donde ha intercalado notas curiosas de donde se puede entresacar lo que todos, excepto los financieros globales, comprendemos en nuestra dimensión humana. Lo curioso es el hilo conductor de esas notas: se puede vivir sin dinero. Al menos sin el dinero que, escaso y caro, proviene del sistema bancario.

Desde hace dos años, dice la nota de Laura Luccini en La Nación, Raphael Fellmer, de 28 años, la española Nieves Palmer, de 26, y la hija de ambos se alimentan exclusivamente de productos que ellos definen “rescatados”, es decir, salvados justo antes de ser destruidos. Sin siquiera tener una cuenta en el banco y habiendo logrado sobrevivir dos años sin dinero, dice la nota, “su experiencia está obligando a Alemania entera a reflexionar, justo en el momento en que, en Europa, el capitalismo enseña sus fallas por la crisis de deuda.”

Y más adelante detalla que “después de dos años de vida radical, y un viaje a México, realizado sin dinero, el mensaje de Fellmer empieza a llegar de manera amplia a la sociedad. Las universidades lo invitan a dar charlas y los diarios escriben sobre él. Desde www.forwardtherevolution.net informa acerca del  ‘proyecto’ que nació cuando todavía era estudiante en Holanda.”  Es la economía que el capitalismo salvaje, de la depredación y desperdicio, la que ha permitido a esta familia de tres, vivir gracias a los 100 kilos de comida en buen estado que en promedio, anualmente cada alemán desecha. Según la ONU, en Europa se tira a la basura la mitad de todos los productos alimentarios que son parte del flujo comercial. El 30% se desecha antes de ser abierto.

Otra nota de Adrián Sack, en esa misma sección de La Nación, relata que en Higuera de la Serena,  pequeño pueblo rural de Extremadura, España, desde junio de 2011 ya nadie en el ayuntamiento ha podido ganar ni un céntimo. La realidad ya les arrancó a su alcalde, y a todo el personal del municipio, el hábito de cobrar por su trabajo. En vez de acentuar el desaliento entre los habitantes de esta comarca, la adversidad sólo motivó que muchos de ellos ofrecieran generosamente sus manos, sus talentos y su tiempo para mantener con vida a Higuera de la Serena.

El fenómeno de quienes viven sin dinero bancario es cada vez más común, la crisis ha movido a la gente hacia cada vez más opciones para emanciparse de la esclavitud que impone este tipo de medios de cambio. Es por eso que surgen continuamente esquemas económicos que usan moneda local.

Ante la escasez del euro, comerciantes de una localidad del suroriente de Creta, en Grecia, han optado por crear una moneda digital con la cual intercambiar sus productos. Quienes quieran ocupar la moneda, llamada kaereti, sólo deben integrarse a la Red de Moneda Alternativa de Ierapetra. El punto clave es que no circulan ni euros ni ninguna otra moneda oficial, y que todos los intercambios se realizan exclusivamente en kaereti. La palabra “kaereti” pertenece al dialecto local y significa “ofrezco una pequeña ayuda a alguien que la necesita, sin esperar un beneficio”.

El uso de una moneda local, aparte de blindar a las economías regionales de la competencia desigual impuesta por las cadenas comerciales nacionales o extranjeras, establece vínculos de cohesión e identidad entre los habitantes de una misma comarca, localidad o región.

Si bien la crisis actual constituye un fuerte estímulo para la creación de monedas locales, la idea no es nueva ni el mecanismo adoptado para su validez y circulación es improvisado. Los precedentes de las monedas locales, también llamadas sociales encuentran en Alemania sus más hondas raíces. El llamado dinero de Bethel -actualmente Bethel-euro- creado en 1908 como vale para poder guardar reservas y fomentar el consumo de los propios productos de una institución psiquiátrica vinculada a la Iglesia protestante alemana, durante la Depresión sirvió para sostener a toda la población de la comarca.

Hoy en día, Alemania reúne la mayor cantidad de experiencias de monedas regionales ya que cuenta con más de sesenta iniciativas en todo el territorio de habla germana (Alemania, Austria y Suiza). Existe desde el año 2006 una asociación a nivel regional, Regiogeld e. V., que reúne a todos los promotores de monedas sociales en Alemania bajo la denominación de regios, manteniendo cada una de ellas sus peculiaridades, pero con el mismo objetivo de impulsar la economía local y la solidaridad.

La ausencia del euro abre la puerta a la solidaridad entre los integrantes de las comunidades locales, lo que representa una efectiva vía de salida de una crisis económica nacida de la especulación financiera.

Con la economía global, la de las corporaciones internacionales y los sistemas voraces de la banca en franca autodestrucción, se impone un cambio en la lógica del desarrollo. Se acentúa cada vez más la importancia de asegurar antes que nada la viabilidad de las economías locales, recuperando el desarrollo económico con mecanismos más acordes con la dimensión personal del ser humano. Los miembros de la red kaereti citan al premio Nobel de Literatura Giorgos Seferis, quien dijo que, en un mundo cada vez más pequeño, cada uno necesita a todos los demás.

* Presidente de Fundación Ahora A.C., asociación que promueve la Economía Solidaria en la región centro-occidente de México con más de una década de trabajo.

Twitter: @josgutie