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Discrepando con el Sello Solidario de Navarra

El desmantelamiento del Estado del Bienestar y las privatizaciones continúan con la propuesta del Sello Solidario. Recientemente se aprobó en el Parlamento de Navarra laLey Foral reguladora de los incentivos fiscales aplicables a los proyectos socialmente comprometidos.Una distinción que otorgará a organizaciones sociales y a empresas para potenciar que éstas den donativos y desgraven con […]

6 junio 2013
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El desmantelamiento del Estado del Bienestar y las privatizaciones continúan con la propuesta del Sello Solidario. Recientemente se aprobó en el Parlamento de Navarra laLey Foral reguladora de los incentivos fiscales aplicables a los proyectos socialmente comprometidos.Una distinción que otorgará a organizaciones sociales y a empresas para potenciar que éstas den donativos y desgraven con ellos. Desde Mugarik Gabe, Setem y Sumaconcausa entendemos esta iniciativa como otro paso más en la privatización de la atención social pública, en la promoción de la iniciativa espontánea de la empresa privada y un paso atrás en la responsabilidad coetánea que debe tener el Estado en la garantía, tanto de la atención sanitaria que debe recibir la ciudadanía, entendida como

un derecho inherente a dicha condición ciudadana, como a la responsabilidad ética que como Estado desarrollado tenemos frente a otros países y pueblos empobrecidos por siglos de colonización, esclavitud, explotación laboral, extracción de recursos, contaminación, dumping, barreras arancelarias, intervenciones bélicas y tantas y tantas otras interferencias en su desarrollo.

La lógica de la racionalidad económica, la minimización del Estado y de la cobertura social pública, entendida como servicio asistencial y caritativo, devienen en políticas “sociales” de este calado que, a la vez que reducen drásticamente el gasto público social, derivan éste hacia el sector privado dejándolo a la insegura deriva de la filantropía de las empresas privadas. Y, llegado este punto, ¿por qué la empresa privada, concebida para ganar dinero y, en estos tiempos de reducción de ingresos, va a subvencionar a entidades sociales que trabajan con personas discapacitadas o que hacen cooperación al desarrollo? Tres son las respuestas a dicha cuestión: la primera y más obvia, por el incentivo fiscal que supone, es decir, por pagar menos impuestos gracias a la desgravación fiscal que suponen las donaciones. Esto, además, ni siquiera favorece a la administración, pues lo que se ahorra en gasto social, lo pierde por otro lado en impuestos.

La segunda respuesta tiene que ver con el marketing social que supone para la empresa, o sea, la rentabilidad en publicidad que obtiene y la mejora de su imagen, que le sale mucho más económica que otras costosas campañas publicitarias que pueda realizar.

Como ejemplo paradigmático el caso de Caixabank, cuya obra social acaba de recibir el Sello Solidario por parte del Gobierno de Navarra, por cierto y al igual que la Fundación Diario de Navarra, sin ningún baremo o concurso público de libre concurrencia. Una Caixa (Caixa – Banca Cívica – CAN) con una imagen muy deteriorada en los últimos tiempos por asuntos tan alejados de la solidaridad como las dietas inmorales a políticas/os, la economía de casino señalada como una de las principales causas de la crisis, el desahucio de familias de sus hogares, la inversión en empresas transnacionales cuya actuación genera graves impactos sociales y medioambientales en países del Sur o sus inversiones en la industria armamentística tal y como atestigua la información recogida en la web www.caixabanksinarmas.org .

Y la tercera supuesta causa para realizar donaciones sería el mero altruismo de la entidad, cosa que, tras lo dicho en el párrafo anterior, puede promover por igual tanto a la risa como al llanto.

Por último señalar que este tipo de propuestas, debilita el ya de por sí adormecido potencial reivindicativo de organizaciones y personas solidarias, abocadas a competir por los escasos recursos que se destinan a su importante labor que, en su actividad voluntaria o en no pocas ocasiones sumidos en la precariedad laboral y desbordados por el exceso de trabajo y la escasez de recursos, llegan a obviar el objeto final que se les supone, es decir, el alcanzar una transformación social que posibilite terminar con las situaciones de exclusión, pobreza o falta de derechos, por el objetivo inmediato: el atender a las personas que les necesitan y lograr recursos para ello.

Por todo ello, reivindicamos, ahora más que nunca, la cobertura social desde la Administración Pública a todas las personas que lo necesiten y los donativos empresariales sí, pero mejor desinteresados y unidos a una responsabilidad y ética empresarial en todas sus actividades. Y los sellos, dejémoslos para enviar cartas.

Álvaro Cía, Fátima Andreo y Jose Luis Mariñelarena,
Sumaconcausa, Mugarik Gabe y Setem

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