Frente a la obsolescencia programada, la reparación de aparatos (artículo y vídeos)

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«Los consumidores están hartos de que los teléfonos móviles, los reproductores MP3, las cámaras de fotos, los ordenadores y otros muchos aparatos electrónicos parezcan diseñados para romperse enseguida»

Por eso, están acogiendo con entusiasmo el movimiento promovido por Kyle Wiens, joven fundador del sitio web iFixit. Wiens acaba de publicar el “Manifiesto por el derecho a reparar los dispositivos de bolsillo”. La idea básica del Manifiesto es que reparar es más ecológico que reciclar. Es bueno para el planeta, y es bueno para el bolsillo del consumidor.

Quienes se adhieren al Manifiesto están cansados de ver ingentes montañas de basura electrónica en países africanos o asiáticos, rodeados de miles de niños que queman todo tipo de aparatos tóxicos para extraer el cobre y otros metales, su única fuente de ingresos. Son conscientes de que el planeta no puede soportar esta carrera que deja tras de sí toneladas de basura inútil. Por eso, el documento fundacional comienza, de forma muy oportuna, con las palabras “sostenemos que estas verdades son evidentes”, las mismas con la que comienza la Declaración de Independencia de Estados Unidos.

Los defensores de la reparación frente al reciclaje exigen que la industria de la electrónica de consumo acepte una carta de derechos del consumidor. Quieren que se reconozca el derecho a reparar los propios aparatos, sin que esto anule la garantía. Que los aparatos se puedan abrir de forma sencilla sin necesidad de herramientas especiales. Que el usuario pueda acceder a los códigos de error y a los esquemas electrónicos de los aparatos que compra, así como a los manuales de desmontaje y de reparación. Que se eliminen esos sellos que una vez rotos invalidan la garantía. Que todos los consumidores tengan acceso fácil, universal y económico a las piezas necesarias para arreglar sus dispositivos. Sobre todo, la principal reivindicación es que los fabricantes desarrollen productos creados para durar, en lugar de con diseños electrónicos destinados a fallar en muy poco tiempo como estrategia para obligar a los consumidores a comprar nuevos aparatos que hacen exactamente lo mismo que los anteriores, pero en otro color.

Apple, el enemigo a batir

Para los defensores de la reparación de los aparatos electrónicos, el representante del enemigo a batir es Apple. Dejando aparte los importantes problemas de funcionamiento de algunos de sus últimos lanzamientos, incluye en muchos de sus productos baterías de iones de litio, que aguantan entre 200 y 300 ciclos de carga. Con un uso continuado y diario esto se traduce en una vida media no superior a 18 meses antes de que la autonomía del aparato se reduzca drásticamente.

Cualquier usuario que se atreva a cambiar la batería de un iPod, un iPad o un iPhone sin conocimientos suficientes o las debidas herramientas, se dará cuenta de que es una tarea imposible. Nada que ver con la batería de muchos teléfonos de Nokia, que se puede reemplazar fácilmente en pocos segundos.

Lo que está colmando la paciencia de los consumidores es la política de muchos fabricantes, que cobran cifras abusivas por la reparación de los dispositivos averiados fuera del periodo de garantía. La mayoría ni siquiera se plantea arreglar el aparato. Ofrecen al usuario reemplazar el producto averiado. Lo sustituyen por uno nuevo o por uno reparado de forma indiscriminada. Sólo unos pocos fabricantes cobran menos en el supuesto de las sustituciones por aparatos reparados.

Reparaciones a precio de oro

De nuevo aquí puede servir de ejemplo Apple. En su sitio web figura una lista de los precios de la reparación de diversos modelos de reproductores MP3 para el mercado español. La pertinencia del enfado de los consumidores se entiende fácilmente al comparar los precios de las reparaciones oficiales con lo que le cuesta al usuario arreglarlo él mismo. Valga como muestra el iPod Mini. Según la página web de Apple, la sustitución de la batería cuesta entre 60 y 71 euros. La batería de reemplazo sale en Internet poco más de 15 euros, incluyendo los gastos de envío por correo ordinario.

La situación se agrava cuando se trata de otro tipo de reparación. Arreglar un iPod Mini de segunda generación cuesta 200 euros, independientemente de si se ha roto el disco duro de 6 GB, que como pieza vale unos 60 euros, o la pantalla LCD, que cuesta unos 20 euros.

Ahora bien, Apple no es el único fabricante que cobra precios abusivos por las reparaciones. En realidad, el concepto de obsolescencia planificada data de la década de los años veinte del siglo pasado, y es prácticamente norma obligada dentro de la industria de la electrónica de consumo, que logra acortar el ciclo de vida incluso antes de que transcurra el plazo legal de garantía de dos años. Los productos jubilados prematuramente, que todavía funcionan o presentan averías de fácil solución, se convierten en basura en menos de lo que tarda el consumidor en firmar el recibo de la tarjeta de crédito.

Ante el peligro que puede representar este movimiento en pro de la reparación para los pingües beneficios de la industria de la electrónica consumo, ya se han alzado las primeras voces que califican al promotor de Manifiesto, Kyle Wiens, de ser un simple oportunista, pero olvidan que es una persona que predica con el ejemplo. Su página web no sólo es una tienda de venta de piezas. Es uno de los sitios de Internet en continuo crecimiento, y de visita obligada para encontrar tutoriales de reparación de todo tipo de averías en numerosos pequeños y grandes electrodomésticos, todos gratis, y por gentileza de auténticos especialistas en electrónica, que convierten las reparaciones en tareas de pocos minutos.»

«Los consumidores se rebelan contra el iPod y otros gadgets con fecha de caducidad», Artículo de Eva Martín y Juan F. Marcelo para El confidencial.com, 15/11/2010.

Fuente: ConsumeHastaMorir