La economía social y solidaria: un sector ineludible
Parte del texto del MANIFIESTO UTOPIA
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Se nos propone una visión binaria de los actores económicos de nuestra sociedad: por un lado, las empresas privadas que obedecen a las leyes del mercado y, por el otro, el poder público en un sentido amplio (listado, colectividades territoriales), que producen bienes y servicios colectivos. Sin embargo, entre esos dos polos existe un lugar para el pleno desarrollode otro sector: la economía social y solidaria.
Este tercer sector reagrupa actores diferentes (cooperativas, asociaciones, etc.), quetienen como principal objetivo fortalecer los lazos sociales. Ya sea en los ámbitos de la acción social, la cultura, la salud, los deportes o la formación, este sector es en el día de hoy ineludible y representa 1,2 millones de empleos (es decir, el 9% de los empleos asalariados).
Una de las características de la economía social y solidaria es la combinación de recursos financieros, privados y públicos. En efecto, este sector obtiene sus beneficios vendiendo y al mismo tiempo recibiendo subvenciones públicas. Esta economía es creadora de nuevos empleos, frecuentemente de proximidad y no deslocalizables. Ella participa plenamente en la actividad social, económica y democrática de los diferentes territorios.
Algunos de los rubros de acción de la economía social y solidaria son conocidos: ayuda a las personas, vivienda para los excluidos, estructuras de inserción, asociaciones barriales, educación popular, reciclaje, etc. Frente al aumento de las exclusiones, esta economía permite igualmente la inserción através de la actividad económica de los desocupados de larga duración.
Pero los nuevos ritmos de la economía solidaria que se manifiestan desde hace varios decenios en Europa (como en otros continentes) no pueden en ningún caso ser reducidos a una función asistencial. Al contrario, el desafío es mucho más amplio, ya que se trata dedemocratizar la economía a partir de compromisos ciudadanos.[1]
En el Sur, las iniciativas solidarias apuntan a superar los mecanismos de supervivencia, propios de la economía informal o paralela, en favor de una estructuración colectiva capaz de expresar las reivindicaciones y negociar con los poderes públicos (por ejemplo, los foros regionales y nacionales de la economía solidaria en Brasil). En el Norte, las iniciativas solidarias representan una nueva dinámica económica constituida a partir de la vida cotidiana y guiadas por la búsqueda de justicia social.
Su dimensión política las autoriza a cuestionar la economía social instituida y a promover una reflexión en su interior. Oponiéndose tanto en el Sur como en el Norte al modelo de desarrollo dominante que acentúa las desigualdades, estas iniciativas solidarias proponen modalidades de acción que permiten instaurar concretamente otra relación entre economía y sociedad.
La composición del movimiento Economía Solidaria (MES) es un testimonio de este en el nuevo enfoque: la reagrupación a nivel nacional de artesanos del mundo, clubes de inversión por una gestión alternativa y local del ahorro solidario (CIGALES), Comité Cristiano de Solidaridad con los Desocupados (CCSC), Federación Nacional de Protección Campesina, Movimiento Nacional de Desocupados y de Precarios (MNCP), Movimiento por el Desarrrollo Solidario (MDS), Pueblo y Cultura, Pueblos Solidarios, Progreso, Asociaciones Barriales (CNLRQ), Redes de actividades de Economía Solidaria, (REACTIVES), UniónFederal de Intervención de Estructuras Culturales (Ufisc).[2]
Además, los AMAP y la economía participativa abren caminos complementarios. Centran su acción en las relaciones de interés solidario entre productores y consumidores, así como en el tema de la relocalización de la economía como corolario de la globalización. La imaginación no ha llegado todavía al poder, pero nos abre múltiples caminos. Nos muestra que la globalización que uniformiza el pensamiento económico y social puede que no salga definitivamente victoriosa. La reconciliación entre lo económico y lo social no es un acto de resistencia, sino la voluntad de abrirse hacia el futuro, de transformar el inmovilismo en el cual se quisiera encerrar a los pueblos del mundo, convirtiéndolos en un vasto campo de experimentaciones y realizaciones.
1. Para más información sobre la realidad de la economía solidaria en los diferentes continentes véase J.L. Laville (comp.), L’économie solidaire, une perspective Internationale, París, Hachette, 2007.
2. Para más información véase www.le-mes.org
La economía solidaria*
La economía solidaria debe ser alentada y sostenida porque ‘constituye’ una resistencia poderosa al individualismo mercantil que corroe la sociedad y tiene una capacidad de influencia sobre la economía de mercado’ (Manifiesto de la Economía Solidaria a iniciativa de Francia Activa). Los aportes de la economía solidaria se sitúan principalmente en tres áreas: el empleo,la cohesión social y la democracia participativa.
El empleo:
Esta economía va más allá del tratamiento social del desempleo. Si la economía solidaria puede contribuir a la inserción, no se limita solamente a ello y los empleos que puede ofrecer deben ser estables. Sin embargo, es necesario que los poderes públicos ayuden a su financiación, haciendo la distinción entre la ayuda a la creación (en términos medio un año de trabajo necesario antes del comienzo de las actividades) y la ayuda a la creación por el apoyo a la contribución de fondos que permitan su funcionamiento o al reclutamiento de un primer encuadre.
La cohesión social:
La economía solidaria, muy presente en los servicios, se desarrolla ampliamente en un espacio intermediario entre servicios privados y servicios públicos. Esto es así porque propone servicios que son al mismo tiempo personalizados y colectivos, en el sentido de que generan beneficios para la colectividad y contribuyen
a la cohesión social.
La democracia participativa:
Todas las iniciativas de la economía solidaria se basan en una fuerte movilización e implicación de los actores. Como lo prueba el ejemplo brasilero, la constitución de foros es decisiva para que el desafío de la economía solidaria continúe siendo accesible a todos. Es importante que el poder público facilite los medios financieros necesarios para la existencia de estos espacios públicos de debate.
* Según J.J laville (Profesor de el Cnam) , op.cit