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Nace la primera cooperativa de recogedores de chatarra

Funcionan con sede en una nave del Poblenou. La iniciativa formaliza la actividad de recogida de chatarra de unas quince personas que antes trabajaban de manera informal Ya está en funcionamiento Alencop, la primera cooperativa de recogida de chatarra de Barcelona y pionera al estado. La cooperativa da trabajo a socios trabajadores que antes habían ejercido la […]

10 julio 2015

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Funcionan con sede en una nave del Poblenou. La iniciativa formaliza la actividad de recogida de chatarra de unas quince personas que antes trabajaban de manera informal

Ya está en funcionamiento Alencop, la primera cooperativa de recogida de chatarra de Barcelona y pionera al estado. La cooperativa da trabajo a socios trabajadores que antes habían ejercido la actividad de manera informal y ofrece un servicio gratuito de recogida a domicilio de todo tipo de chatarra, sobre todo RAEs (aparatos eléctricos y electrónicos), pilas y mobiliario metálico.

A la vez, la iniciativa formaliza la actividad de recogida de chatarra de unas quince personas que antes trabajaban de manera informal y que ahora, además de recoger los trastos, hacen una tarea de sensibilización y formación a la ciudadanía sobre recogida selectiva.
El proyecto, que nació a raíz de un encargo que el ayuntamiento de Barcelona hizo a la cooperativa LabCoop, empezó a configurarse hace muchos meses. Estos días empieza a andar después de un largo proceso administrativo, firmas de convenios con el ayuntamiento y diferentes entidades y que sus miembros reciban la formación necesaria –en gestión de residuos, contabilidad o idioma– para llevar a cabo el proyecto de manera integral.

“Vivíamos en las naves –posteriormente desalojadas del Poblenou– y desde el ayuntamiento nos llamaron. Al principio fue todo un poco difícil, somos personas diferentes, venimos de países muy diferentes como Senegal, Guinea, Ghana, Malí, Gambia o Nigeria… cada cual tiene sus cosas, su cultura, religión y lengua. Pero nos hemos empezado a conocer y nos hemos hecho un grupo, ya tenemos nuestros roles adjudicados, funcionamos como un equipo. Sabemos quién contestará si llama la prensa o quien sabe más de un tipo concreto de electrodomésticos», explica Joseph Silvere, uno de los socios.

Cómo funciona el servicio

Cuando una persona llama a Alencop, se le abre una ficha que consigna su dirección, teléfono y qué tipo de electrodoméstico quiere tirar. Con la ficha en el bolsillo, uno de los trabajadores coge una de las bicicletas eléctricas con las cuales se mueven y va a casa del usuario. De ser necesario, el servicio también dispone de una furgoneta.

De momento y cómo que el proyecto es una prueba piloto, el servicio cubre la zona del distrito de Sant Martí, pero “esto no quiere decir que si recibimos una llamada de otra zona, no vamos.” Pero trabajan “intentando ser un servicio de proximidad, por eso nos movemos preferentemente por el distrito”, explica Elisenda Vegué Gisbert, técnica que hace el acompañamiento de los socios en el proyecto. El servicio abre desde las nueve de la mañana hasta las ocho de la tarde y se está trabajando con las asociaciones de vecinos, iniciativas comunitarias del barrio y varios espacios formales e informales del distrito para darlo a conocer entre el vecindario.

Durante los primeros tres días de actividad se han hecho unas veinte recogidas y tienen unas cuántas más en espera. El perfil mediano de las usuarias que han solicitado la recogida es el de personas mayores que viven solas o que tienen problemas de movilidad. Los socios de la cooperativa resaltan que han recibido mucho apoyo por parte de estas vecinas y hacen una valoración positiva de los primeros días. “Esperamos que la gente nos conozca y nos llame más. Somos ecológicos, no cobramos nada por el servicio y ayudamos a la gente”, dice Mamadú, miembro de la cooperativa. Las llamadas, añaden, muchas veces están cargadas de afecto y apoyo.

Formación integral para la autonomía

Para empezar el proyecto desde cero, la formación de los socios ha sido y es una de las patas más importantes de Alencop. Sus miembros reciben formación continua en varias áreas, como por ejemplo para la constitución de la cooperativa, herramientas para el funcionamiento del negocio o nociones de recogida de chatarra e idiomas.

Los socios también han sido formados para hacer una campaña de sensibilización y educación, para explicar cuáles son los pasos que se tienen que hacer a la hora de tirar un residuo y sobre todo de la fracción de chatarra –donde entran los electrodomésticos. Esta formación se ha trabajado con el Gremio de recuperadores de Cataluña. “Nos interesaba mucho que nadie nos viese como una competencia. Nosotros tenemos una finalidad, que no es la de ser gestores de residuos. Hoy en día recogemos y vendemos a chatarreros agremiats y autorizados. De este modo contribuimos al sector que está regularizado y, a la vez, intentamos no beneficiar las grandes empresas que se dedican a la recogida de chatarra, como responsables que somos de economía social y solidaria”, dice Vegué.

En principio, se decidió garantizar un mínimo funcionamiento del grupo antes de abrir otras formaciones para los socios, pero estas no se descartan, sino que forman parte del plan de trabajo del grupo. Por eso los miembros se han planteado empezar en marzo de 2016, una vez la cooperativa funcione de manera sólida, otros tipos de capacitaciones, sean relacionadas con la actividad, o no. La razón es que Alencop no se concibe como un fin en sí misma, sino que quiere ser un trampolín porque los miembros consigan tener una autonomía real y dedicarse al trabajo que los mismos decidan, muchas veces lejos de la recogida de chatarra, su fuente de subsistencia inicial.

«Todos hemos trabajado con chatarra en la calle. No vinimos por eso, pero es el que encontramos. Está bien porque esto te hace conocer la ciudad y la gente, integrarte. En general no sabíamos como hacer este trabajo, la aprendimos en la calle y nos enseñamos entre nosotros” dice Silvere. Y continúa explicando que en sus países, “muchos hacíamos otras cosas y tenemos nuestros objetivos a la vida. Entonces, si quieres hacer esto bien, pero si quieres cambiar la cooperativa, también te ayudará”. Una de las actividades derivadas en las cuales tienen interés a formarse es la reparación y venta de los electrodomésticos recogidos.

La realidad de los trabajadores que se dedican informalmente a la recogida de residuos electrónicos domésticos, pero, dista mucho la de este grupo de quince personas. Esto, explica Silvere, ha originado algunos conflictos con los compañeros de profesión que no pueden disfrutar de sus condiciones de trabajo. De hecho, en Barcelona ciudad, miles de personas se dedican a esta actividad; el grupo de Alencop representa un porcentaje ínfimo del total de recojedores.

Este es, quizás, el reto a futuro que tiene ahora el proyecto: ser capaces de crecer e incorporar más trabajadores al modelo. Un modo de hacerlo posible sería replicar el proyecto en otros barrios, posibilidad que no descartan en absoluto y que dependerá del apoyo que reciban de la administración, del mismo desarrollo de su trabajo y también de la respuesta del vecindario.

Más información: http://alencop.coop

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