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Mercado Social Madrid: Por una salida cooperativa a la crisis del Covid

Ante la crisis multidimensional -sanitaria, social, económica- a la que nos enfrentamos, las organizaciones de la economía social y solidaria están llamadas a ser un actor clave en la construcción de una respuesta satisfactoria a la misma. A lo largo y ancho de la península, y como se puede observar en la guía que ha lanzado la Red […]

21 abril 2020
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Ante la crisis multidimensional -sanitaria, social, económica- a la que nos enfrentamos, las organizaciones de la economía social y solidaria están llamadas a ser un actor clave en la construcción de una respuesta satisfactoria a la misma.

A lo largo y ancho de la península, y como se puede observar en la guía que ha lanzado la Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria (REAS), se están poniendo en marcha numerosas iniciativas desde la economía social y solidaria. En este sentido, el Mercado Social de Madrid está redoblando sus esfuerzos para abordar este momento desde la cooperación y el apoyo mutuo.

ES LA HORA DE LA ECONOMÍA SOCIAL Y SOLIDARIA 

Para dar respuesta a la crisis actual, es la hora de la sanidad pública y los servicios públicos, es la hora de los deberes cívicos y el bien común, es la hora de la Europa solidaria y el cosmopolitismo, pero también es la hora de la economía social y solidaria.

El motivo de esta afirmación es el siguiente: como se puso de manifiesto en la crisis de 2008, las empresas de la economía social y solidaria aguantan y responden mejor a las crisis que las empresas capitalistas. Y la causa de este hecho bien podría encontrarse en las diferencias existentes entre sus modelos de producción y sus modelos de consumo. 

En el modelo capitalista de producción de bienes y servicios las empresas tienen como principio esencial la maximización de beneficios, aunque para ello tengan que vulnerar los derechos laborales, aumentar las desigualdades sociales y de género, o agravar la crisis ecológica. Por su parte, el modelo de consumo del capitalismo encuentra su máxima simbólica en la posición que Paul Mazur, uno de los socios históricos de Lehman Brothers, defendió en 1927 -en pleno desarrollo de la sociedad de masas y de consumo- en la Harvard Business Review, una de las principales revistas empresariales del mundo. Para Mazur, se debía desviar la sociedad de una cultura de las necesidades a una cultura de los deseos donde la gente fuera entrenada para desear, para querer nuevas cosas incluso antes de que las viejas hubieran sido enteramente consumidas. 

En un momento actual donde los derechos humanos y el bien común deben primar sobre la maximización de los beneficios económicos, donde la cultura de las necesidades debe prevalecer sobre la cultura de los deseos, y donde la forma de salir de esta situación no puede seguir agravando la crisis ecológica sino que ha de buscar mejorar nuestras opciones ante ella, el capitalismo está pues intrínsecamente no sólo enfrentado, sino también incapacitado, para dar una respuesta satisfactoria.

Sin embargo, y por su parte, el modelo de producción y consumo de las empresas de la economía social y solidaria sí que permite dar una respuesta más satisfactoria a la hora de abordar esta situación de crisis multidimensional a la que nos enfrentamos. 

El modelo de producción de la economía social y solidaria sitúa los derechos humanos, el bien común de la sociedad, la sostenibilidad del planeta, el apoyo mutuo y la relocalización de la economía en el centro del proceso productivo de bienes y servicios. Por su parte, el modelo de consumo de la economía social y solidaria se apoya en cuatro principios fundamentales: en primer lugar, la importancia de distinguir entre necesidades y deseos; en segundo lugar, el consumo de bienes y servicios debe estar más orientado a la satisfacción de necesidades que a la de deseos; en tercer lugar, el consumo de esos bienes y servicios debe realizarse desde la moderación; y por último, dicho consumo ha de llevarse a cabo en el mayor grado posible en las empresas de la economía social y solidaria, fomentando así también con ello el apoyo mutuo entre consumidores y productores.

Además, y frente al habitual modelo de concertación público-privado -que socializa pérdidas y privatiza beneficios-, la economía social y solidaria plantea un modelo de colaboración público-cooperativo-comunitario que pone en el centro la corresponsabilidad de todos los agentes en el bienestar de nuestras comunidades.

En virtud de ello, las empresas de la economía social y solidaria, las cuales representan unos 2,2 millones de empleos en España -es decir, más del 10% del empleo total-, y no las empresas del modelo capitalista, deben comenzar a ser consideradas, tanto por el sector público como por el conjunto de la sociedad, como un actor clave a la hora de dar una respuesta más satisfactoria a la crisis multidimensional actual. 

EL MERCADO SOCIAL DE MADRID, UN PASO ADELANTE

Si bien el cooperativismo y la economía social y solidaria no disfrutan de la misma tradición histórica, y con ello de la misma fuerza, en Madrid -y en general en la Meseta Central- que en Euskadi y Catalunya, el Mercado Social de Madrid (MES Madrid) está dando en estos momentos pasos adelante para, en la mayor medida de sus posibilidades, fomentar, ahora más que nunca, la cultura del apoyo mutuo entre todos los actores de la red: productores, consumidores y prosumidores. El objetivo: a mayor grado de apoyo mutuo, a mayor grado de densificación de la red de productores y consumidores, mayor grado de viabilidad económica de las empresas del MES Madrid y con ello mayor grado de protección de las personas trabajadoras en dichas empresas. 

Para lograrlo, el Mercado Social de Madrid está llevando a cabo una serie de medidas, entre las cuales caben ser destacadas las siguientes:

En primer lugar, el MES Madrid está poniendo en marcha una caja de resistencia de bienes y servicios, es decir, un sistema de apoyo mutuo y trueque de bienes y servicios en el que puedan participar tanto las empresas y organizaciones de la red como las personas socias consumidoras, ofreciendo los apoyos que puedan brindar al resto de la red y demandando sus necesidades. 

Igualmente, el MES Madrid está animando estas semanas a la red a que haga un mayor uso de su propia moneda social, los etics, la cual cobra más sentido que nunca en este tipo de situaciones, ya que tienen un enorme poder como instrumento contracíclico. Los etics dan solvencia cuando la moneda convencional escasea como ocurre en este momento. Hay estudios que demuestran que una unidad monetaria que circula a nivel local (como sucede con los etics) y no abandona el territorio, genera tres veces más riqueza que una unidad monetaria que sí lo hace. 

Además, el MES Madrid está lanzando estos días una campaña comunicativa que pretende por un lado transmitir a la sociedad la importancia de consumir en estos momentos de forma local y responsable en los comercios abiertos y, por otro, hacer llegar la idea de #NoCancelesAplaza, de forma que se puedan seguir realizando compras y reservas ahora y disfrutando de las mismas una vez el confinamiento llegue a su fin. La nueva fase de crisis económica que se avecina va a afectar gravemente al comercio local y a la pequeña y mediana empresa, víctimas de una nueva fase de acumulación donde las grandes corporaciones saldrán nuevamente beneficiadas. Así pues, nuestro papel como personas consumidoras a través de un consumo crítico y consciente será determinante para la supervivencia de muchas empresas de nuestros barrios y pueblos.

Por otro lado, la celebración del festival online #EnCasaPeroRebeldes ha permitido hacer llegar a la sociedad todo tipo de actividades y talleres ofrecidos por las organizaciones de la red a través de las que aprender habilidades y saberes útiles para una sociedad cooperativa, saludable y adaptada a los tiempos de crisis que nos ha tocado vivir. Alrededor de 2.500 personas han asistido a los conciertos online y en torno a 1.500 han visualizado los diferentes talleres y actividades ofrecidos. Además, su impacto en redes sociales ha permitido alcanzar a más de 115.000 personas. 

A su vez, el Mercado Social de Madrid está participando activamente en diversas iniciativas de incidencia social y política, como es el caso del Plan de Choque Social. Su objetivo es reivindicar acciones y medidas que permitan que en los próximos meses no paguen esta crisis las mismas personas de siempre. Además, el MES Madrid está adaptando una de sus herramientas principales, el Balance Social, para tener un diagnóstico de cómo esta crisis afecta a las organizaciones de su red y poder así trasladar a las administraciones la importancia de ofrecer medidas de apoyo específicas a la economía social y solidaria.

Y en último lugar, y como dice Yayo Herrero, la orden de aislarnos ha sido el desencadenante para empezar a mirar por la ventana y conocer por el nombre a nuestras vecinas y vecinos. Aunque por motivos tristes, este momento representa una ocasión para frenar el ritmo y reconectar con lo cercano: saber cómo está la vecina de al lado y cómo le va a la frutería de enfrente. La economía social y solidaria y la organización en los barrios han ido históricamente de la mano y en este momento es fundamental la alianza entre el Mercado Social de Madrid y los comercios de barrio -negocios familiares, proyectos empresariales de inserción, etc.-. Por ello, en las últimas semanas el MES Madrid ha impulsado dentro de Frena La Curva un mapeo estatal de comercios de barrio e iniciativas de consumo responsable en donde poder satisfacer nuestras necesidades básicas durante esta crisis sanitaria sin tener que recurrir a grandes cadenas de alimentación, facilitando los desplazamientos cortos y generando a la vez redes de apoyo, en este caso económicas, entre los vecindarios.

En conclusión, es la hora de que las organizaciones de la economía social y solidaria sean consideradas, tanto por el sector público como por el conjunto de la sociedad, como un actor clave a la hora de dar una respuesta más satisfactoria a la crisis multidimensional a la que nos enfrentamos. No obstante, y en especial, la economía social y solidaria debe ser una referencia para los sectores sociales más fragilizados -mayoritarios en muchas ciudades de la península-, favoreciendo procesos colectivos de autoorganización en las zonas con mayor desigualdad, e incidiendo políticamente para que los sectores productivos de alto valor social -cuidados, producción agraria, servicios culturales, etc.- cuenten también con alto valor económico. Sólo juntas, y cuidándonos, podremos salir de esta crisis.

Fuente: El Salto

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