Economía Solidaria

A la juventud le falta economía solidaria y a la economía solidaria le falta juventud

Concluye la segunda edición del programa Cooperativa de Joves con la creación de l’ESStoig, una cooperativa simulada que nace para acercar la economía social y solidaria a las generaciones más jóvenes a través del humor crítico.

21 agosto 2020
Barcelona
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Fuente:El Salto

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Que la primera experiencia profesional sea en un entorno en que valores como la horizontalidad, el feminismo, los cuidados y el trabajo colectivo sean fundamentales, no es lo habitual. A los jóvenes que salen de las universidades y consiguen un trabajo, relacionado o no con los estudios que han cursado, les espera una carrera de obstáculos hasta llegar a conseguir un empleo digno, que ponga en valor sus conocimientos y no precarice sus vidas a merced del capital. Esta es y seguirá siendo la realidad hasta que el modelo económico y social dé un giro radical; y provocar este cambio está, en gran parte, en manos de las generaciones más jóvenes. Pero, ¿qué alternativas económicas conocen las personas jóvenes?, ¿se plantean un futuro que no pase por la perpetuación de cánones neoliberales?, ¿qué saben sobre la economía social y solidaria (ESS)?

Ander Zabala tiene 22 años, empezó a estudiar Ingeniería Aeroespacial y cambió luego a Estudios Globales, un grado multidisciplinar que se imparte en la facultad de humanidades. Hasta el momento, Ander solo ha cobrado por dar alguna clase particular y su experiencia laboral se basa en proyectos de voluntariado. Paula Aranda, de 24 años, es graduada en Psicología y tiene un postgrado de Psicología de Emergencias y Catástrofes. Hasta el momento, ha trabajado de cara al público en tiendas, bares y lugares de ocio. Ambas tienen en común un espíritu crítico que han ido desarrollando desde la adolescencia, a través de sus familias y de lecturas de lo más variopintas, desde Mafalda hasta el Manifiesto Comunista, pasando por Marina Garcés, Stéphane Hessel y el Gran Wyoming. Estas ganas de cambiar el statu quo son las que las han llevado a participar en la segunda edición de Cooperativa de Joves, una iniciativa de Barcelona Activa que se inspira en las cooperativas juveniles de servicios de Quebec y consiste en acompañar a un grupo de jóvenes en la puesta en marcha de una cooperativa en formato de simulación y de forma autogestionada. Las dos impulsoras del proyecto son Labcoop, una cooperativa de segundo grado especializada en impulsar proyectos de emprendimiento social cooperativo, y Escola Lliure El Sol, que cuenta con una sólida experiencia en educación en tiempo libre destinada a jóvenes.

De jóvenes y para jóvenes

“Me apunté a Cooperativa de Joves porque me pareció una muy buena oportunidad para conocer y entender bien qué es la economía social y solidaria. Además, este proyecto vivencial permite experimentar en primera persona todo el proceso de creación de una cooperativa desde cero y conocer otros jóvenes con inquietudes parecidas a las mías”, explica Paula. Para la mayoría de las participantes, el proyecto ha supuesto una primera toma de contacto con el mundo cooperativista y la ESS. Tal como lo ve José Andrés Soberbio, técnico de Labcoop y una de las personas que ha acompañado a los y las jóvenes durante el programa, “En Barcelona hay una oferta amplia de servicios a los que acudir si quieres montar una cooperativa, pero faltan recursos formativos para dar a conocer el emprendimiento colectivo en ESS entre los jóvenes de edades tempranas, para generar músculo y mostrar que es una opción viable de ocupación de calidad”. En esta misma línea, Jordi Garcia Jané escribe en su libro L’economia solidària en cent paraules (Icaria, 2017), que “en pocos años, la economía social y solidaria ha pasado de ser una perfecta desconocida a representar una realidad tangible y una esperanza de futuro para mucha gente”.

Paula y Ander, así como el resto de participantes en Cooperativa de Joves, son conscientes de que existe esta realidad, pero también que falta mucha información dirigida a las personas jóvenes: “A la ESS le falta juventud y viceversa. Como jóvenes, vemos la necesidad de cambiar el modelo económico que particularmente nos precariza y ante el cual no se nos muestran demasiadas alternativas desde las instituciones educativas”, dice Ander. Es por ello que, en el momento de decidir qué tipo de cooperativa de servicios querían crear, se decidieron por l’ESStoig; una propuesta que tiene un doble objetivo; por un lado ofrecer un recurso digital sobre másteres, postgrados y talleres relacionados con la economía solidaria y, por otro lado, difundir vídeos críticos y de humor para promover los valores de la economía solidaria: “Creemos que fomentar estos valores entre los jóvenes es un potente motor para lograr cambios en nuestras sociedades. Queremos que descubran que existen alternativas de consumo y distintos estilos de vida que ponen en el centro la vida y el medioambiente en lugar del capital”, argumentan sus impulsoras.

Una opción de futuro

A pesar de que el programa se ha desarrollado en gran parte durante el confinamiento, las participantes, que cuentan con edades comprendidas entre los 18 y los 30 años, han podido formarse en diversos aspectos relacionados con el cooperativismo y las economías transformadoras: “Me ha ofrecido una gran variedad de alternativas de consumo, servicios, de vivienda… También me llevo mucho conocimiento conmigo, tanto del proceso de creación de una cooperativa, como de economía, gestión de grupos, la importancia de cuidarnos entre todos y el esfuerzo que hay detrás de un proceso de toma de decisiones asambleario”, explica Paula. El objetivo del programa es que los jóvenes participantes adquieran conocimientos sobre cooperativismo y entiendan qué significa formar parte de esta economía que sitúa la persona —y no el beneficio económico— en el centro. Y la razón de ser de l’ESStoig es justamente transmitir esos valores, de jóvenes y para jóvenes, a las personas de su generación: “No quiero tener un jefe que robe nuestro trabajo para su beneficio. Somos las trabajadoras quienes creamos riqueza y, para tener voz y decidir cómo gestionarla, necesitamos nuevas estructuras, salirnos de la empresa tradicional”, apunta Ander.

El proyecto Cooperativa de Joves acaba de finalizar y, al tratarse de una cooperativa simulada, sus socias no le darán continuidad. Sí se llevan, no obstante, una experiencia que les ha permitido vivir desde dentro la gestación de un proyecto de emprendimiento colectivo, construido por un grupo de jóvenes muy heterogéneo, pero en el que los cuidados han sido eje transversal. El hecho de vivir el confinamiento en pleno programa también ha provocado alteraciones: “las líneas de negocio han tenido que ser repensadas y adaptadas a la nueva situación”, apunta José Andrés de Labcoop. Esta adaptación acabó tomando forma de vídeos en las redes sociales de l’ESStoig, a través de los cuales quieren despertar el pensamiento crítico de las personas jóvenes, usando el sentido del humor y la provocación como armas de reflexión. El proyecto termina aquí, pero tal como apuntan desde Labcoop “creemos que a este tipo de proyectos les podemos dar una vuelta más y estamos trabajando en la elaboración de una cooperativa con jóvenes migrantes en la que trabajar bajo una línea de negocio que pueda ser sostenible”.

Con respecto a las participantes de esta edición, están de acuerdo en que esta aventura ha sido solo el principio de un futuro en el que quieren seguir explorando la economía social y solidaria como opción laboral: “Para un mañana más esperanzador es necesario poder decidir cómo repartimos el trabajo. Y esto es responsabilidad de las políticas públicas y de fortalecer la economía social y solidaria para poder acabar trabajando en ella”, dice Ander. Paula, por su parte, afirma que le encantaría “formar parte de una entidad dedicada a la psicología social, que fomente la transformación social denunciando las injusticias, las vulnerabilidades, así como cualquier tipo de violencia, y que ofrezca recursos para gestionar adversidades, mejorar la vida en sociedad y empoderar a todas las personas a formar parte del cambio que necesitamos”. Después de todo, si los jóvenes despertamos a tiempo, tal vez haya algo de esperanza en un futuro mejor.

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