Ecologismo
Detener el greenwashing es luchar contra el cambio climático
El lavado verde acelera la catástrofe climática, pero podemos detenerlo. Emma Thompson, actriz, activista y guionista ganadora de un Oscar, escribía sobre ello en The Guardian el 2 de agosto de 2022 y Greenpeace lo replica en su web.
Los viajes en góndola son una parte tradicional de Venecia para aquellos afortunados turistas que pueden pagar su elevado precio, pero me salí un poco del guión en una visita reciente y elegí un barco diferente, aunque igualmente icónico. We Are Here Venice, organización sin ánimo de lucro que promueve la conservación de esta ciudad, que está profundamente afectada por el cambio climático por y un sinnúmero de actividades humanas, me invitó a bordo del barco de Greenpeace Rainbow Warrior, cuyo propósito era todo menos turístico.
He participado en dos giras por el Ártico con Greenpeace: una en el barco Esperanza (¡ahora desaparecido, no es mi culpa!) y otra en el Arctic Sunrise. Anteriormente había navegado con dos miembros de la tripulación que ahora están en el Rainbow Warrior, que allí siguen luchando por la justicia climática en todo el mundo.
Hace un par de semanas, mientras no sólo Gran Bretaña batía su propio récord de temperatura de todos los tiempos, sino también Cuba, Singapur y Panamá, todavía había gente gritando que todo era perfectamente normal y que era un día de verano común y corriente. ¿En qué mundo de fantasía vive esa gente? Mi viaje a Venecia me ayudó a responder esta pregunta.
No lo sabía cuando llegué, pero los activistas de Greenpeace estaban a punto de organizar una protesta que consistía en moverse por los canales de Venecia en botes tradicionales, mientras llevaban los logotipos de las principales empresas europeas de petróleo y gas que utilizan técnicas de marketing de lavado verde. Dichas empresas intentan convencernos de que son respetuosos con el medio ambiente cuando es todo lo contrario: quieren mantenernos enganchados a los combustibles fósiles. Lo digo claramente: El lavado verde, la publicidad engañosa, está matando al planeta. Los activistas lo anunciaron irónicamente como el Último Tour de Venecia, ya que la ciudad corre el riesgo de sumergirse debido a los impactos climáticos en la región mediterránea, como los que hemos presenciado recientemente con olas de calor sin precedentes e incendios forestales asolando la región.
El pasado mes de octubre, Greenpeace y otras 30 organizaciones lanzaron una iniciativa ciudadana europea pidiendo una nueva ley que prohíba la publicidad y el patrocinio de combustibles fósiles en la Unión Europea, similar a lo que sucedió con el tabaco a principios de este siglo. Si la petición recoge un millón de firmas en un año, la Comisión Europea está obligada a estudiar el tema y responder.
¿Por qué es tan importante esta ley?
Ahora que una gran mayoría de la población está a favor de impulsar la acción climática y que la comunidad científica señala sin reservas a la industria de los combustibles fósiles como grandes responsables de la crisis climática, las empresas de petróleo y gas, que durante décadas han ralentizado deliberadamente la acción climática, se encuentran en su punto más vulnerable. La industria se aferra a la publicidad y al patrocinio como una de sus últimas formas de mantenerse a flote.
“Demorar y engañar” es el nuevo negacionismo de la emergencia climática. Las compañías de combustibles fósiles están invirtiendo millones en lavado verde mientras hacen promesas de cero neto sin sentido, y presentan «soluciones» falsas para disimular sus décadas de destrucción. Se están pintando falsamente como aliados y extendiendo el plazo de su obsoleto negocio.
Los científicos han tenido suficiente. Por primera vez, este año, un informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) expuso la estrategia de desinformación al decir: “Quién domina el debate en los medios varía significativamente entre países según el poder material y tecnológico de los participantes. Las industrias de combustibles fósiles tienen un acceso privilegiado a los principales medios de comunicación a través de anuncios, dando forma a las narrativas de los informes de los medios y ejerciendo influencia política en países como Australia y los Estados Unidos”.
Más de 450 científicos también firmaron una carta pidiendo a las agencias de publicidad y relaciones públicas que dejen de trabajar con empresas de combustibles fósiles y dejen de difundir desinformación climática. Esta es la primera vez que tantos científicos han llamado la atención sobre el papel de las relaciones públicas y la publicidad en el impulso de la crisis climática.
Las empresas de petróleo y gas compran prestigio al patrocinar museos, influyendo en la esfera del conocimiento invirtiendo dinero en universidades, y ganando popularidad con sus logotipos asociados al deporte. Invierten mucho en comprar una aceptación social para continuar con los negocios como de costumbre, infiltrándose en nuestra vida cotidiana y disfrazando el daño. Necesitamos sacarlos urgentemente de nuestros cerebros, corazones y comunidades.
En el último año, gracias al incesante trabajo de base, la Universidad de Harvard dijo que eliminaría gradualmente sus tenencias de combustibles fósiles. En el Reino Unido, la Galería Nacional de Retratos y el Ballet Escocés confirmaron que no harían más acuerdos de patrocinio con BP. Tennis Australia ha eliminado a la empresa de gas Santos como socio.
A principios de este siglo, la UE prohibió la publicidad y el patrocinio del tabaco después de que se reconociera que aumentaba el consumo y ocultaba las advertencias sanitarias. Ahora, con la abrumadora evidencia científica sobre el cambio climático y su vínculo indiscutible con las compañías de combustibles fósiles, es hora de prohibir la propaganda de los combustibles fósiles por ser mortal y criminal, y conducirnos inexorablemente hacia la catástrofe climática. El activismo funciona. Juntos podemos decirle a las personas en el poder cómo queremos vivir y qué debe cambiar. #BanFossilAds