Ecologismo

Otro modelo económico para una transición ecosocial

Nos sobran los motivos, las propuestas y los ejemplos.
Un artículo de Blanca Crespo y María Atienza (REAS Red de Redes) para «transición justa. nuestra mejor oportunidad para imaginar un futuro en común», dossier de Futuro en Común

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Necesitamos un cambio, la vida debe ser otra cosa; para ello, necesitamos transitar a otro modelo que ponga en el centro la vida, o lo que es lo mismo: que no destruya a su paso el planeta que habitamos ni lo haga a costa del 99% de la población, produciendo expresiones de precariedad, pobreza y desigualdad insostenibles.

Del mismo modo que esto no debería ser discutible, tampoco debería serlo que el modelo económico está detrás de los principales problemas que enfrentamos como sociedad. Las reglas económicas que rigen la forma en que satisfacemos nuestras necesidades y el modo de hacerlo y nuestro vínculo con el entorno son sin duda piezas claves para entender las múltiples crisis que vivimos: económica, ecológica, social y política. No parece que sea necesario extendernos en motivos, basta con leer la prensa o mirar un poco a nuestro entorno: emergencia climática, pérdida de biodiversidad, guerras por los recursos, precariedad, desempleo, falta de acceso a recursos básicos, violencias…

Nos sobran los motivos que justifican esta demanda de una transición ecosocial justa. Y, por fortuna, también nos sobran las propuestas.

Son múltiples las corrientes que están señalando estas fallas del capitalismo así como planteando propuestas teórico-prácticas para transitar a otros escenarios. Los feminismos han puesto la sostenibilidad de la vida por bandera, poniendo en valor la imprescindible contribución de los cuidados, históricamente invisibilizados y feminizados.

Del mismo modo, el ecologismo social nos viene recordando desde hace décadas que vivimos en un mundo con límites, que el planeta no es una fuente inagotable de recursos y que esto pasa factura en un ecosistema interconectado y del cual nuestra propia vida depende.

Desde esta óptica, la Economía Social y Solidaria (ESS) viene planteando propuestas desde hace décadas para hacer frente al desarrollo de este modelo económico capitalista y financiarizado y alejado de la economía real, que se caracteriza por el crecimiento ilimitado de la producción y el consumo al margen de sus efectos sociales y ambientales, y que cuyo único objetivo es la maximización de beneficios(1).

Otra Economía, social, sostenible y solidaria está siendo posible

La sostenibilidad ecológica es uno de los 6 principios de la Economía Solidaria basada en “en lógicas de justicia y solidaridad global, donde la distribución y el reparto de la riqueza son elementos centrales de ese nuevo modelo que cuida la vida y el planeta.” Desde esta afirmación, se reconoce la ecodependencia de toda actividad humana y la naturaleza como sujeto de derechos. En este sentido, el compromiso con una transición ecológica exige decrecer tanto en los procesos de extracción de recursos naturales como en el uso de fuentes de energía y en el mantenimiento de los actuales niveles de producción y consumo.

De acuerdo con los Principios que rigen el modelo de la ESS, esta transición debe ser también justa: la equidad, la cooperación, el reparto justo de la riqueza o el compromiso con el entorno, son otros de los elementos fundamentales que guían este modelo:

Una transición hacia nuevos modelos en los que la equidad sea un elemento central en las relaciones entre personas, comunidades y pueblos, así como con el planeta. Unas relaciones horizontales que reconozcan positivamente e integren la diversidad. Un nuevo reparto, valorización y reorganización social de todos los trabajos>, impulsando un cambio cultural que permita superar la fragmentación entre las diferentes esferas que conciernen a la vida de las personas.  La cooperación como una propuesta de autoorganización basada en el apoyo mutuo y la solidaridad, dirigida a la satisfacción de necesidades y al logro del bien común. Una consideración alternativa e integral del concepto de riqueza entendida como el conjunto de elementos materiales, sociales, culturales y naturales que determinan la capacidad de una comunidad de atender las necesidades de sus integrantes en el corto, medio y largo plazo. Finalmente, un fuerte compromiso con la cultura local, reconociendo, a su vez, la diversidad de identidades y expresiones sociales y culturales existentes.

Propuestas para una transición ecosocial

Desde la ESS y en sintonía con otras economías transformadoras como la feminista, la ecológica o la de los comunes, “se propone una agenda de medidas y prácticas concretas que, llevadas al terreno de las políticas públicas pueden abrir algunas pistas valiosas para el impulso de una transición ecosocial tan necesaria como urgente” (2).

Estas medidas nos muestran el camino para este cambio de modelo a través de políticas de inclusión y cohesión social, para la sostenibilidad de la vida, al servicio de las personas y del bien común:

  • Impulsar nuevos modelos alternativos de vivienda, basados en la colaboración y la sostenibilidad ambiental: cooperativas de vivienda de cesión en uso.
  • Garantizar un empleo inclusivo que priorice la formación y la contratación de personas pertenecientes a los colectivos más vulnerables.
  • Introducir la competencia ecosocial en el ámbito educativo, promoviendo una actitud proactiva que ayuda a construir una ciudadanía activa y comprometida.
  • Garantizar la provisión universal y pública de los cuidados desde una perspectiva integral y desde la corresponsabilidad de todos los agentes implicados, transitando de un modelo público-privado a uno público social-comunitario.
  • Elaborar y poner en marcha un plan estratégico de transición ecológica, reducción de emisiones y racionalización del consumo energético, hacia modelos circulares basados en el decrecimiento.
  • Promocionar la producción agroecológica, la comercialización directa y el consumo saludable y de proximidad, así como el fomento de iniciativas de la ESS como los grupos de consumo o los supermercados cooperativos.
  • Desarrollar líneas para la creación y consolidación de empresas de Economía Social y Solidaria.
  • Fortalecer las herramientas de las finanzas éticas y cooperativas que persiguen promover iniciativas y proyectos orientados a la transformación social.
  • Fomentar programas de apoyo al comercio de proximidad, a los circuitos cortos de comercialización y al mercado social que promueve la ESS.
  • Promocionar el comercio justo como forma alternativa de mercado y de consumo, de sensibilización ciudadana y de denuncia de los mecanismos comerciales injustos y el papel que desempeñan las grandes corporaciones.
  • Impulsar la promoción en barrios y espacios locales de actividades de impulso de las economías comunitarias.
  • Impulsar políticas de compra pública responsable, en las que se introduzcan cláusulas sociales y ambientales en los criterios de adjudicación y en las condiciones de ejecución de los contratos.

De las propuestas a las prácticas

Uno de los ejemplos que muestran sobre la praxis de estas propuestas, son las iniciativas alimentarias en el marco de la agroecología y la soberanía alimentaria que proliferan en la ESS, y que buscan garantizar una alimentación saludable, tanto para quienes se alimentan como para el entorno que nos provee de dichos alimentos, recuperando el control de dichos alimentos en su fase de producción, transformación y distribución. En esta línea se ha avanzado un paso más de la mano de los supermercados cooperativos,  tiendas en formato supermercado creadas por las y los consumidores, espacios donde las personas, y no las grandes corporaciones, deciden sobre su propia alimentación, generando procesos democráticos y garantizando precios justos y una alimentación saludable.

Otros de las iniciativas que están actualmente arrojando luz en los procesos de transformación y soberanía económica, son  las comunidades energéticas, entidades jurídicas formadas por una agrupación de socios que voluntariamente y con participación cooperativa, establecen sus objetivos en la obtención de beneficios energéticos, sociales, medioambientales y económicos, para los miembros de una comunidad o terceros: una apuesta por  “el consumo responsable, la economía local y la generación renovable distribuida”, como defiende Unión Renovables.

Bajo el objetivo de garantizar el derecho al crédito de personas y proyectos con alto impacto social y medioambiental, encontramos también una amplia oferta en el sector de las Finanzas Éticas, herramientas de intermediación financiera que no se centran en la rentabilidad sino en la promoción de procesos de transformación social. En este marco tenemos servicios bancarios convencionales como los que provee Fiare Banca Ética, cooperativas de crédito como Coop57, seguros éticos como los del Proyecto CAES o alternativas para la inversión en proyectos internacionales como Oikocredit. Todas ellas se rigen bajo valores cooperativos, desde la participación y la democracia, garantizando procesos de información y de transparencia, desde el compromiso y la solidaridad.

Éstos son sólo algunos sectores y ejemplos que nos sirven de guía para aterrizar las propuestas de la Economía Solidaria y que vienen demostrando desde hace décadas la viabilidad de otras formas de hacer economía. Encontramos así también cooperativas de telefonía consciente, empresas de distribución y movilidad sostenibles, moda ética y sostenible, iniciativas de recuperación y reciclaje… Y todas estas experiencias adquieren aún más valor dentro de la propuesta del  Mercado Social, una red que une a todas estas empresas responsables con personas consumidoras críticas, generando un circuito económico propio y alternativo que cada día más permite desconectarnos del sistema capitalista, proveyéndonos de todo tipo de productos y servicios bajo lógicas cooperativas, de apoyo mutuo y sostenibilidad.

La Economía Social y Solidaria un modelo económico para una transición ecosocial

La Economía Solidaria es una visión y una práctica que se reconoce y forma parte de la Economía Social y que coloca los procesos de sostenimiento de la vida en el centro de la actividad socioeconómica. Se trata, como hemos visto, de un modelo que promueve y desarrolla iniciativas alternativas en todas las esferas del ciclo económico (financiación, producción, comercialización y consumo) desde una perspectiva transformadora que persigue construir economías más comunitarias, democráticas, equitativas, inclusivas y sostenibles, tal y como se recoge en su Carta de principios.

Desde estos postulados es urgente y necesario avanzar en la promoción de una transición ecosocial que permita abordar los importantes retos del momento. Ello requiere poner en cuestión el pensamiento económico hegemónico, reivindicando una economía real al servicio de las personas y del planeta.


(1) Carta de Principios de la Economía Solidaria (REAS Red de Redes, 2022)

(2) La transición ecosocial que necesita un mundo poscovid (Carlos Askunze Elizaga para la Revista Noticias Obreras nº 1.635, enero de 2021)

El artículo firmado por Blanca Crespo y María Atienza (REAS Red de Redes) ha sido publicado en «transición justa. nuestra mejor oportunidad para imaginar un futuro en común«, dossier de Futuro en Común

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