Feminismos

Economía digital, solo si es feminista y solidaria

Un artículo de Blanca Crespo y María Atienza (REAS RdR) publicado por Noticias Obreras

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La economía feminista volvió a congregarse el pasado mes de marzo en Barcelona en torno al VIII Congreso de Economía Feminista que tenía como leitmotiv la economía (digital) feminista, y que buscaba desarrollar el cuerpo teórico y práctico de las economías feministas desde la revolución digital y la transición, hacia la digitalización de la economía y la vida.

En este marco, se produjo un intenso y rico debate sobre el papel de las tecnologías en el escenario de crisis ecosocial y de colapso sistémico en que nos encontramos, donde voces de aquí y allá repetían, cual mantra, que «la tecnología no nos salvará», como recoge María Sanz en su artículo para Pikara Magazine.

Por ello, «necesitamos luchar por una justicia digital feminista, necesitamos construir más infraestructura digital pública para garantizar servicios esenciales y, entre ellos, seguridad social, cuidados, salud y derechos sexuales y reproductivos». Como dijo Flora Partenio, de la Red Feminista DAWN del comité académico del Congreso.

La activista feminista argentina, hizo referencia a la necesidad de recuperar el control de internet, que ostentan unas pocas empresas tecnológicas, y nos recuerda que «internet nació como un espacio abierto, pero hoy está totalmente cooptado, sin opción de disputarlo como un servicio público», como declaraba en una entrevista tras el encuentro.

Propuestas solidarias y feministas

Para participar de esta construcción colectiva nos desplazamos desde REAS RdR, buscando nutrir los debates con las propuestas de la economía solidaria, fortaleciendo así el proceso de confluencia entre ambas corrientes que se viene dando desde hace años. La economía feminista comparte con la economía solidaria la reformulación conceptual de la economía que sitúa a las personas y su calidad de vida en el centro. Esta articulación feminista y solidaria es uno de los desafíos a los que se enfrentan estas propuestas para, en última instancia, fortalecer las prácticas de las organizaciones y entidades de la ESS desde las aportaciones y miradas feministas para potenciar su capacidad transformadora.

Con este reto de fondo se realizó una presentación sobre “La necesaria incorporación de la perspectiva feminista en la Economía Solidaria ante la urgencia de los retos ecosociales” en la que se desarrolló el proceso de revisión de los principios y valores de la Economía Solidaria, reunidos en su  “Carta de Principios».

Así mismo, junto a la Red Feminista DAWN y FETS, se presentó la experiencia de la Edición 2021 de la Escuela de Economía Feminista y Solidaria en un taller para debatir sobre cómo generar herramientas desde un enfoque feminista y solidario y con una perspectiva internacionalista que puedan profundizar en los activismos y popularizarse adentro de las organizaciones, elementos que también se abordaron en la plenaria de cierre del congreso.

Alternativas a las economías de plataformas capitalista

 Como denunciaba Flora Partenio, “las empresas de plataformas desplazan la lógica de acumulación y concentración de ganancias fuera de los países en los que operan. Hablamos de plataformas de envío a domicilio, logística, transporte, cuidados remunerados del hogar… En los países donde operan no tienen regulaciones fiscales ni laborales, no tienen responsabilidad como empleadores. Y después drenan las ganancias fuera de estos países. Esto también erosiona la base imponible de los propios estados”.

Ante esto, la Economía Solidaria aporta un marco teórico-práctico para rescatar la filosofía de lo colaborativo de estas plataformas, pero hacerlo bajo los valores del cooperativismo, el apoyo mutuo y la autogestión y no bajo las lógicas capitalistas de expropiación, explotación y acumulación. Como afirmaba hace unos años Genoveva López en su artículo ¿Montamos una cooperativa de plataforma?, “han ido surgiendo iniciativas locales y globales basadas en la autogestión, de impacto positivo y bajo formas empresariales cooperativistas. Tenemos ejemplos en todos los ramos (…) Todos ellos son proyectos que han surgido como una alternativa a la plataformización de la economía basada en la explotación laboral, de datos y de capital”. En efecto, como recoge López en su artículo, en el marco del cooperativismo y la Economía Solidaria se están congregando experiencias pioneras y de referencia en algunos de los sectores clave donde la economía de plataformas capitalista está haciendo más estragos, especialmente en derechos laborales y sociales, como es el ámbito de la distribución y el transporte. En este sector, contamos ya con numerosas iniciativas de ciclomensajería y de movilidad sostenible, que buscan dignificar las condiciones de trabajo de las personas riders así como ofrecer alternativas más sostenibles a las necesidades de distribución y reparto de la población, como pudimos  conocer de primera mano en el podcast sobre distribución de la serie mecambio.

También de la mano de estos encuentros radiofónicos con entidades de los mercados sociales  podemos conocer alternativas en el sector tecnológico, debate donde nos recordaban que “la tecnología no es neutra, sino que se desarrolla en un contexto capitalista”. Nuevamente, se pone en jaque el dogma tecno optimista del actual sistema que trata de hacernos ver soluciones donde muchas veces está la raíz del problema: un modelo de desarrollo que ha dado la espalda a la naturaleza, expoliando recursos finitos en la búsqueda de un crecimiento ilimitado inviable con fines acumulativos y donde la tecnología y herramientas digitales han estado al servicio de esta visión.

Por fortuna, como vemos, son muchas las iniciativas  económicas que están ofreciendo alternativas ( y no sólo en estos ámbitos sino en alimentación, banca, energía, telefonía, textil…) bajo otros valores más sociales, sostenibles, solidarios y feministas, y la economía feminista y solidaria han venido marcando los marcos conceptuales y prácticos necesario para ello. Por eso, congresos como el de Barcelona y otros espacios de encuentro y agregación donde debatir y poner en común son clave para la salvación en estos tiempos de crisis global.

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