Economía Solidaria

El cooperativismo, ¿una herramienta transformadora en nuestros pueblos?

Según datos del OSCAE, en 2021 había en España 3.669 cooperativas Agro-Alimentarias frente a 6.671 municipios rurales, datos que reflejan la importante capilaridad en el mundo rural de esta forma de entender la economía. Aun así, ¿podemos seguir diciendo que el cooperativismo es una herramienta transformadora en nuestros pueblos? Un artículo de Ramón Abad Alonso (EsF) en El Salto

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Encontros de consumo responsable en Santiago de Compostela - PABLO SANTIAGO (El Salto)

El cooperativismo, surgido a mediados del Siglo XIX como mecanismo de apoyo mutuo para afrontar situaciones de inestabilidad y de fragilidad frente a otros actores económicos (por ejemplo frente a los proveedores de insumos para la agricultura, o frente a los grandes compradores de los productos agrícolas), supuso un mecanismo de contención importante ante la sangría poblacional y económica que tuvieron que afrontar nuestros pueblos en la década de los 60 del siglo pasado.

El cooperativismo surge a mediados del siglo XIX como mecanismo de apoyo mutuo para afrontar situaciones de inestabilidad y de fragilidad frente a otros actores económicos.

Con esta primera reflexión, que coincide cronológicamente con el comienzo del año y con el inicio del nuevo ciclo agrícola, quiero plantear unos apuntes generales que poder desarrollar y sobre los que reflexionar en futuros artículos.

En primer lugar, cuando hablamos de Cooperativas Agrícolas tenemos que distinguir entre 2 tipos:

  • Cooperativas de servicios agrícolas: proveen varios servicios a sus miembros individualmente, como semillas, fertilizantes, combustible y maquinaria.
  • Cooperativas de explotación comunitaria de la tierra: los recursos productivos (tierra, maquinaria) se ponen en común y los miembros labran conjuntamente.

En segundo lugar, la forma de pertenencia a la cooperativa puede ser de diferente tipo:

  • Agricultor y socio que recibe servicios de la cooperativa.
  • Propietario de parcelas agrícolas y socio de la cooperativa que aporta sus tierras a las misma a cambio de unos retornos (beneficios cooperativos que se reparten entre los socios).
  • Trabajador de la cooperativa.

Teniendo esto en cuenta, para algunas personas la cooperativa supone su fuente principal de ingresos o un incremento de los mismos frente a la explotación individual de la tierra, consiguiendo poder vivir en el pueblo con unos recursos adecuados.

Por su parte, para otros socios la cooperativa supone quitarse quebraderos de cabeza con esas tierras que tiene en el pueblo y que, si no, estarían improductivas, y encima recibe un retorno por ello. En este caso la capacidad transformadora de la cooperativa desaparece ya que, en muchos casos, los socios no viven ni siquiera en la localidad.

En tercer lugar, además de las diferencias según el fin de la cooperativa, existen importantes variaciones en función del producto producido-comercializado, la zona geográfica, etc.

Tras esta visión inicial hablemos de los retos que desde el punto de vista de la Economía Alternativa y Solidaria debería encarar el cooperativismo en el mundo rural:

  • Partiendo de su misión primigenia consistente en mejorar las condiciones de vida de los agricultores y de los trabajador@s de las cooperativas, permitiéndoles tener un proyecto de vida estable en sus pueblos, su papel se hace si cabe más importante en una etapa con importantes cambios en los precios, mayor frecuencia de eventos climatológicos extremos …
  • Continuar y en muchos casos recuperar el espíritu cooperativo, visionando la cooperativa como un proyecto propio y comunitario, retomando la participación activa.
  • Trabajar junto con el resto de agentes de cada comarca en una estrategia de soberanía alimentaria vinculada a una alimentación sana y sostenible (ayuntamientos, colegios, hospitales, comedores de empresa, residencias para personas mayores, etc).
  • Ser un Agente privilegiado en el cuidado de la Naturaleza y del Territorio.
  • Para terminar, tenemos que tener muy en cuenta la tercera pata de cualquier proyecto de futuro que se precie: la sostenibilidad económica fruto de una buena gestión.

En próximas entregas iremos desgranando tanto el diagnostico como los posibles pasos a dar para encaminarnos a los retos a alcanzar.

Economistas sin Fronteras no se identifica necesariamente con la opinión del autor y ésta no compromete a ninguna de las organizaciones con las que colabora.

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