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El coronavirus es el desastre perfecto para el “capitalismo del desastre”

Naomi Klein explica cómo los gobiernos y la élite mundial van a explotar la pandemia Este artículo fue publicado originalmente en VICE US y, más adelante, en VICE el 16 de marzo de 2020. Su autora es Marie Solis. Ya es oficial: el coronavirus es una pandemia global que de momento ya ha infectado a […]

31 marzo 2020
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Naomi Klein explica cómo los gobiernos y la élite mundial van a explotar la pandemia

Este artículo fue publicado originalmente en VICE US y, más adelante, en VICE el 16 de marzo de 2020. Su autora es Marie Solis.

Ya es oficial: el coronavirus es una pandemia global que de momento ya ha infectado a una población diez veces mayor que el SARS. En todo Estados Unidos están cerrando escuelas, complejos universitarios, museos y teatros y, muy pronto, ciudades enteras también lo harán. Los expertos advierten de que algunas de las personas que sospechen estar infectadas por el virus (también conocido como COVID-19) seguirán con su día a día, ya sea porque en sus trabajos no pueden tomarse unos días libres remunerados o por los fallos sistémicos del sistema sanitario privatizado.

La mayoría de nosotros no estamos seguros de qué debemos hacer o a quién debemos escuchar. El Presidente Donald Trump ha rechazado las recomendaciones de los centros de prevención y control de enfermedades y estos mensajes contradictorios han reducido el tiempo para mitigar el daño provocado por este virus tan contagioso.

Estas condiciones son perfectas para que los gobiernos y la élite global implementen agendas políticas que se toparían con una gran oposición, si no fuera por el estado general de desorientación que sufrimos todos. Sin embargo, esta cadena de acontecimientos no es un caso aislado provocado por la crisis del coronavirus: es la “doctrina del shock” que los políticos y los gobiernos llevan siguiendo desde hace décadas, un patrón acuñado por la activista y escritora Naomi Klein en su libro de 2007 con el mismo nombre.

La historia está formada por una sucesión de “shocks” (los shocks de las guerras, los desastres naturales y las crisis económicas) y sus secuelas. El resultado viene dado por el “capitalismo del desastre”, es decir, “soluciones” calculadas de libre mercado como respuesta a las crisis que explotan y exacerban las desigualdades ya existentes.

Klein sostiene que ya estamos siendo testigos de cómo se desarrolla el capitalismo del desastre a nivel nacional: en respuesta al coronavirus, Trump ha propuesto un plan de estímulo de más de 700 mil millones de dólares que incluiría recortes en los impuestos salariales (que arruinarían la Seguridad Social) y proporcionaría ayuda a las industrias que perderán (parte de su) actividad empresarial debido a la pandemia.

“No lo hacen porque crean que es la forma más eficaz de aliviar el sufrimiento durante una pandemia. Ya tenían estas ideas en mente y ahora han visto la oportunidad de llevarlas a cabo”, afirma Klein.

VICE habló con Klein sobre la forma en que el “shock” del coronavirus está dando paso a la cadena de eventos que describió hace más de una década en La doctrina del shock.

Esta entrevista se ha editado ligeramente por razones de claridad y extensión.

Empecemos por lo básico. ¿Qué es el capitalismo del desastre? ¿Qué relación tiene con la “doctrina del shock”?

Defino el capitalismo del desastre de forma muy sencilla: es la forma en que las industrias privadas dan un paso al frente para beneficiarse directamente de las crisis a gran escala. La especulación en torno a los desastres y las guerras no es un concepto nuevo, pero aumentó significativamente bajo la administración Bush tras el 11S, cuando el Gobierno declaró esta crisis de seguridad interminable y, simultáneamente, la privatizó y externalizó, incluyendo el estado de seguridad nacional y privatizado, así como la invasión y ocupación (privatizadas) de Irak y Afganistán.

La “doctrina del shock” es la estrategia política que utiliza las crisis a gran escala para impulsar políticas que, de forma sistemática, agravan la desigualdad, enriquecen a las élites y empobrecen a todos los demás. En momentos de crisis las personas solemos centrarnos en las emergencias diarias de sobrevivir a dicha crisis, sea cual sea, y solemos confiar demasiado en quienes ostentan el poder. En momentos de crisis perdemos un poco de vista la pelota (por así decirlo).

¿De dónde viene esa estrategia política? ¿Cómo podemos trazar sus orígenes en la política estadounidense?

La estrategia de la doctrina del shock fue una repuesta al New Deal original de Franklin D. Roosevelt. [El economista] Milton Friedman cree que con el New Deal todo fue mal en Estados Unidos: como respuesta a la Gran Depresión y al Dust Bowl (sequía prolongada durante los años 1930 que provocó unas nubes de polvo y arena tan grandes que llegó a ser uno de los peores desastres ecológicos del siglo XX) surgió un gobierno mucho más activista, cuyo objetivo era solucionar directamente la crisis ecónomica de la época generando empleo público y ofreciendo una ayuda directa.

Si eres un economista defensor acérrimo del libre mercado, entenderás que el quiebre de los mercados se presta al cambio progresivo de un modo mucho más orgánico que el tipo de políticas liberalizadoras que favorecen a las grandes empresas. De esta forma, la doctrina del shock se desarrolló como una forma de prevenir que las crisis den paso a momentos orgánicos en los que puedan surgir políticas progresistas. Las élites políticas y económicas conciben los momentos de crisis como una oportunidad de impulsar su lista de deseos de políticas impopulares que dividen aún más la riqueza, en este país y en todo el mundo.

Ahora mismo están sucediendo varias crisis de forma simultánea: una pandemia, la falta de infraestructura para abordarla y el descabalabro bursátil. ¿Puedes aclarar cómo encajan cada uno de estos elementos en el esquema que esbozaste en La doctrina del shock?

En realidad el shock es el virus en sí mismo. Y se ha gestionado de manera que la confusión es máxima y la protección, mínima. No creo que sea una conspiración, simplemente es la manera en que el gobierno de Estados Unidos y Trump han manejado esta crisis, es decir, muy mal. Hasta el momento Trump no ha tratado esto como una crisis de salud pública sino como una crisis de percepción y un problema potencial para su reelección.

Es el peor de los supuestos, sobre todo si tenemos en cuenta que Estados Unidos no tiene un programa de sanidad nacional y las diferencias en la protección de sus trabajadores son abismales. Esta suma de fuerzas ha provocado un shock mayúsculo que será explotado para rescatar a las industrias que se encuentren en la más profunda de las crisis a las que nos enfrentamos, como la crisis climática: la industria del transporte aéreo, la industria del gas y del petróleo y la industria de los cruceros. Por eso quieren apoyar todo esto.

¿Cómo se ha desarrollado esto anteriormente?

En La doctrina del shock hablo sobre cómo todo esto tuvo lugar después del huracán Katrina. Los comités de expertos de Washington como el Heritage Foundation se reunieron y elaboraron una lista de soluciones “pro libremercado” para el Katrina. No hay duda de que ahora habrá ese mismo tipo de reuniones. De hecho, la persona que presidió el grupo de Katrina fue Mike Pence. En el año 2008 fuimos testigos de esta jugada en el rescate original [a la banca], cuando los países firmaron cheques en blanco a los bancos que al final ascendieron a muchos billones de dólares. Sin embargo, el coste real se tradujo en una austeridad económica [recortes posteriores a los servicios sociales]. Así que no se trata únicamente de lo que está sucediendo ahora mismo, sino de cómo vamos a hacer frente a todo esto cuando llegue el momento de hacer cuentas.

¿Hay algo que las personas puedan hacer para mitigar los daños causados por el capitalismo del desastre que ya estamos viendo en la respuesta al coronavirus? ¿Estamos mejor o peor que tras el huracán Katrina o la última recesión mundial?

Cuando nos enfrentamos a las crisis, o bien retrocedemos y nos derrumbamos o crecemos y hacemos de tripas corazón, encontrando una fuerza y una compasión que no sabíamos que teníamos. En esta ocasión no será distinto. La razón por la que tengo cierta esperanza de que quizás elijamos evolucionar es que, a diferencia del 2008, tenemos una alternativa política tan real que propone un tipo de respuesta distinto a la crisis, dirigida a las raíces de nuestra vulnerabilidad, y un movimiento político más amplio que la apoya.

En esto ha consistido todo el trabajo en torno al Green New Deal (conjunto de propuestas políticas para ayudar a abordar el calentamiento global y la crisis financiera): prepararnos para un momento como este. No podemos desmoralizarnos, tenemos que luchar más que nunca por la sanidad pública, la escuela infantil universal y la baja por enfermedad retribuida. Todo está interconectado.

Si nuestros gobiernos y la élite mundial van a explotar esta crisis para sus propios fines, ¿qué podemos hacer nosotros para cuidar unos de otros?

“Yo cuidaré de mí y de los míos. Podemos conseguir el mejor seguro que exista y, si tú no tienes un buen seguro, probablemente sea tu culpa. No es mi problema”. Esto es lo que este tipo de economía en que “el ganador se lo lleva todo” hace con nuestras mentes. Lo que revela un momento de crisis como este es nuestra permeabilidad para con el prójimo. Estamos viendo en tiempo real que estamos mucho más interconectados entre nosotros de lo que nuestro brutal sistema económico quiere hacernos creer.

Quizás creamos que estaremos a salvo si tenemos un buen seguro médico, pero si la persona que hace nuestra comida, la reparte o prepara nuestros paquetes no tiene seguro y no puede permitirse hacerse la prueba (y mucho menos quedarse en casa y no trabajar porque no tiene la baja por enfermedad remunerada), no estaremos seguros. Si no cuidamos los unos de los otros, ninguno de nosotros estará cuidado. Estamos todos juntos en esto.

Estamos viendo en tiempo real que estamos mucho más interconectados entre nosotros de lo que nuestro brutal sistema económico quiere hacernos creer.

Las diferentes formas de organización de la sociedad estimulan diferentes partes de nosotros mismos. Si estás en un sistema que no cuida de las personas y no distribuye los recursos de forma equitativa, tu “yo acaparador” hará acto de presencia. Debemos ser conscientes de todo esto y, en vez de almacenar compulsivamente y pensar en cómo cuidar de nosotros mismos y nuestras familias, pensar en compartir con nuestros vecinos y contactar con las personas más vulnerables.

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Producido por Guerrilla Translation bajo una Licencia de Producción de Pares.

 

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