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Flamenconomía. Nociones de economía y otros cantes

El artículo de Luis Ocaña Escolar «Dar el cante en el movimiento cooperativo», aparecido hace poco más de un mes en El Jornal Andaluz (El Salto Diario), nos ha puesto sobre la pista de estos flamencónomos

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Colectivo flamencónomo (Voces del Extremo 2021): Ana Ruiz, Óscar García, Antonio Orihuela, Laura Madero y Jose Alcántara

Noción 1: Sobre la economía/La soleá como ciencia

Cultura y economía

Flamenconomía, nociones de economía y otros cantes, pretende acercarse a lo económico desde la cultura flamenca.

Y es que, si partimos de la economía, tan solo seremos capaces de imaginar una cultura, pero si partimos de la cultura, podremos imaginar muchas economías. Eso queremos, a partir de la cultura flamenca, imaginar otras formas de vivir, otras formas de procurarnos el sustento, es decir, imaginar otras economías.

Para el Maestro Manuel Delgado Cabeza “la cultura es un modo de entender la vida, pero es, a la vez, una manera de vivir, es decir, de enfrentarse con ella, mientras que lo económico es sólo una parte, una dimensión de la cultura”.

La cultura es abundancia, diversidad, infinitos, belleza. La economía ha acabado dedicándose a lo escaso, a lo finito, a lo homogéneo, a un equivalente general llamado dinero. Tienen razón los que denominaron a la economía la ciencia lúgubre.

Nosotros, sin embargo, buscamos la belleza en el tratamiento flamenco de lo económico. Porque cuando la economía deja de ser crematística y atiende a la mejora de la vida de la gente, que de eso trata la economía, deja de ser algo lúgubre y puede llegar a ser alegre, luminoso.

Porque ambas, cultura y economía, son mucho más que economía capitalista, que cultura capitalista, aunque haga falta decirlo, aunque cada vez haga más falta decirlo.

Confundimos

Porque confundimos la luna con farolas,

la economía con la crematística,

la economía con el capitalismo.

Confundimos, sin decoro, estrellas con espejos

capitalismo con ciencia, sí.

Trabajo con empleo.

Solidaridad con caridad.

Personas con recursos humanos.

Valor con precio.

Valer con tener.

Ambición con más dinero.

Crecer con tener más de un equivalente general y menos de la diversidad bella de una belleza diversa.

Por eso la soleá de la ciencia se convierte en la ciencia de la soleá y dice:

Presumes que eres la ciencia 

Yo no lo comprendo así, 

Porque si la ciencia fueras 

Me hubieras comprendido a mí, 

¿por qué siendo tú la ciencia 

no me has comprendido a mí?

La supuesta ciencia económica hoy no nos entiende, ni quiere hacerlo.

Por eso buscamos en la cultura, en la cultura flamenca, por eso estamos creando flamenconomía.

Noción 2: Sobre la propiedad/ Si es que el agua tiene dueño

Sin siembra

En la década de 1960, un jornalero andaluz le dijo a Joan Martínez Alier, un por entonces joven investigador social que realizaba su tesis doctoral en la Campiña de Córdoba:

“Si pagan menos de las bases se puede ir al sindicato, pero no hay ningún sindicato que les obligue a sembrar.”

Hoy no hay sindicato que pueda hacer respetar las “bases”; hoy, no hay personas que piensen en la legitimidad de la propiedad, en la obligación de sembrar.

Quizás lo primero sea consecuencia de lo segundo.

No la aminoro

La propiedad privada crea escasez, esencial para ganar dinero, para la crematística.

La propiedad comunal crea abundancia, mortal para ganar dinero, esencial para la economía.

Aurelio Sellés, por alegrías, claro, decía: “Yo voy a la fuente y bebo y el agua no la aminoro, lo que hago es aumentarla con las lágrimas que lloro”.

Propiedad privada, escasez que genera riqueza y miseria al mismo tiempo.

Bienes comunes, abundancia que genera saber estar bien, bien estares sabidos, estar bien aprendido, comunalizado, comunitarizado.

Aprendizajes que requirieron para ser desaprendidos de mucho Estado, mucha guardia, mucho cura, pocas curas, mucho registro, mucho catastro, mucho juez de parte, mucha educación mala para maleducar en la sumisión a la guardia.

Moreno Galván lo escribió y Menese cantó “Con mil suores”, donde se cuenta esta historia de suores y bocaos al aire. Yo andaba pegando / bocaos al aire / unas veces de rabia / y otra de hambre / y anda que como / busco y  rebusco / busco la leña / y a trancas y barrancas / ay, vamos tirando. / Que dios te valga, que dios te valga / Si en la verea / sale la guardia. / Desde el cerro de los santos / hasta el arroyo de la Peña / Yo estuve esparragueando / y me la encontré a la vuelta. / Ay, Patricia, / pareció que la tierra / a mis pies se abría / calenturita a mi cuerpo / y suores de agonía / reniego yo, renegaré, / reniego yo, renegaré, / del punto y hora / que la encontré / Con mil suores / puse en mi puerta siete faroles, / verte y no verte, / y el candil de mi casa / no tiene aceite. / Me hago cruces, / me hago cruces, / que en el cabildo / falten las luces.

Quién manda sobre este suelo

En Andalucía, la tierra fue convertida en mercancía hace mucho. Innovación pionera.

La privatización de lo divino, de lo que no fue hecho por el ser humano, dio lugar a vidas divinas, pocas, y vidas miseria, muchas. Moderna desigualdad.

La naturaleza pasó a ser propiedad de pocas personas que privaron a las muchas de una buena vida. Avanzadas privaciones por privatizaciones.

María Arnal i Marcel Bagés, flamencos o pelícanos, se preguntan: “Si es que el agua tiene dueño, quien manda sobre la luz, quien manda sobre este suelo, quien gana con nuestro cielo. Quien gana con nuestro sol.” 

Los ladrones crearon una guardia, militar, para asegurar su robo. Las fuerzas para dar seguridad al ladrón cumplieron su misión. Volvieron a innovar.

Todo era común, pocos se apropiaron de lo común, muchos pidieron tierra, pocos se la apropiaron, muchos saltaron lindes, muchos fueron apaleados.

En Andalucía, como en Cochabamba dijeron: “Hemos sufrido un gran robo, cuando no somos propietarios de nada”.

Y así, la riqueza natural fue privatizada, y pasó a ser natural la miseria colectiva.

Hoy, como ayer, como mañana, necesitamos promover lo inapropiable para evitar la destrucción y el robo. Amortizaciones innovadoras.

Andalucía latinoamericana (versión Latinoamérica, Calle 13)

Somos, somos lo que dejaron/Somos toda la sobra de lo que se robaron
Somos una fábrica de humo/Mano de obra jornalera para tu consumo
Somos una fábrica de aguas vertidas/Jornaleras sin papeles pero con muchas vidas

Frente de calor tórrido en medio de los llanos/Luchas perdidas de aires acondicionaos

Somos el desarrollo en carne viva/Un discurso político sin saliva

Somos el capitalismo en carne y hueso/Pa los señoritos la carne para el resto, pues eso

Las caras más bonitas y estetas/Son aquellas que esperan el resurgir de las cunetas

Un macaco con aceitunas/Somos Carlos Cano gritándole a las tunas

Una caja de melocotones/Somos Menese-Moreno cantándole a los sudores
Somos tierra de abundancia, de gentes con escasez/De mutinacionales que compran nuestra sed

Somos lo que nos enseñaron/No queremos a la matria que nos borraron
Somos Andalucía/Un pueblo sin piernas, pero que camina

Tú no puedes comprar al viento
Tú no puedes comprar al sol
Tú no puedes comprar la lluvia
Tú no puedes comprar el calor

Tú no puedes comprar las nubes
Tú no puedes comprar los colores
Tú no puedes comprar mi alegría
Tú no puedes comprar mis dolores

Tenemos los espárragos, tenemos las tagarninas/Tenemos las piernas con las que caminas
La nieve, el sol, el mar que me baña/Empresas turísticas que nos arrancan las entrañas

Un río que da agua a frutos secos y reses/Almendros, olivos intensivos en intereses
Habitaciones con kellys explotá/Somos La Piriñaca recordándonos que nos sabemos cantá

Invernaderos con jornaleras levantá/Somos la Niña de los Peines cantándonos por soleá

La campiña que sofoca/La injusticia terrateniente que vuelve loca
El otoño de unos, la primavera de las putas/La dignidad que grita en cualquier gruta

Una viña repleta de uvas/Una gitanería jerezana que cante rezuma
Somos el mar caleta que vigila la autoriá/Haciendo rituales carnavaleros sin pará

Somos gañanía/ Juntándonos sin jerarquía

Tú no puedes comprar el viento
Tú no puedes comprar el sol
Tú no puedes comprar la lluvia
Tú no puedes comprar el calor

Tú no puedes comprar las nubes
Tú no puedes comprar los colores
Tú no puedes comprar mi alegría
Tú no puedes comprar mis dolores

La tierra no se vende

Aquí se cumple, la unión se necesita/Aquí se reparte, lo que no es nuestro se vomita
La boca nos sabe a sangre/ cantamos para acallar al hambre

Queipo de Llano invadiendo mi nido/ni perdono, ni olvido

Vamos caminando, aquí se respira lucha
Vamos caminando, Yo canto porque se escucha
Vamos dibujando el camino

¡Qué viva la Andalucía, la América, los mundos!

No puedes comprar mi vida

Noción 3: Sobre el trabajo/ y las que no trabajan

Desaprender

Ludwig von Mises (un liberal consecuente) dijo una vez: “A nadie se le ha ocurrido que ausencia de salario sería una expresión más correcta que ausencia de trabajo, pues, de lo que carece la persona sin empleo, no es del trabajo, sino de la remuneración del trabajo”.

Sin embargo, el libro de tercero de primaria de la editorial Santillana (por poner un mal ejemplo), define trabajo así:

“Trabajo: Cualquier actividad que realizan los seres humanos para obtener un dinero a cambio, es decir, un sueldo.”

Y define población inactiva así:

“Está formada por personas que no pueden trabajar o que no cobran un sueldo por sus actividades. Dentro de este grupo están los niños, los jubilados, los estudiantes y las amas de casa.”

Sólo trabajan, los que tienen un sueldo. Las amas de casa son inactivas. Pensamiento muy primario para la enseñanza de primaria.

Le digo a mi hija que lo estudie o que no.

Aprobar es desaprender cuando priman los dogmas o la propaganda, o los dos, o es lo mismo.

Mano ajena

No, no es lo mismo trabajo que empleo.

Tampoco lo es paro y desempleo.

Las esparragueras de mi pueblo trabajan, no están paradas, están desempleadas. Fuera de casa, como esparragueras, o aceituneras, y dentro de casa. Como supuestas “amas” de la fábrica más importante de la economía capitalista. Fabrica, o como se diga, mano de obra.

Desempleo no es paro, lo diga Agamenón o su porquero.

Las amas de casa trabajan, satisfacen necesidades, cuidan. Trabajan, con o sin sueldo.

Para la economía de los capitalistas, solo trabaja quien tiene un empleo, quien es empleado para obtener ganancias.

Sólo es población activa quien se ofrece a colaborar en la generación de beneficios.

Sólo crea trabajo el empresario, el emprendedor, los mesías del capital.

La subsistencia requiere un salario, sólo los dioses empresariales lo pueden suministrar.

Y así, la libertad para ser explotado se convierte en un derecho, el derecho al trabajo.

Y así, sólo quien contrata puede otorgar la vida social, puede permitir que no abandones tu pueblo. Es el dios que te da el derecho a vivir donde quieras. Tu lugar en el mundo lo marca una localización de ganancias.

Y así, confundiendo trabajo con empleo, el propietariado obtiene el poder de decidir quién merece vivir aquí, o allí.

Desgraciaíto de aquel / que come el pan de manita ajena. / Siempre mirando a la cara, / si la pone mala o buena. (Martinete. El Pelao) 

Nadie condenó la violencia, cuando nos echaron de la tierra, los que ahora pueden salvarnos del destierro.

Son los héroes sociales, los nuevos emprendedores que conquistan la capacidad de poder salvarnos, los únicos en hacernos útiles.

Confundir trabajo con empleo, paro con desempleo, favorece a Agamenón, nunca a su porquero.

Por eso, no puede convencernos.

Cadenas 

“El trabajo de los pobres es la mina de los ricos”, dijo John Bellers.

Ahora, hay minas sin mineros: la especulación financiera, la robotización; y surge, de nuevo, aquello de que lo peor no es ser explotado, sino que no te quieran explotar.

Las minas de los ricos, minan nuestro futuro. Las minerías de cobre, de coltán, de datos.

Y a pesar de todo se pide “trabajo garantizado”, “pleno empleo”, la “máxima ocupación”.

El problema comenzó, cuando en vez de pedir renta, empezamos a pedir trabajo (asalariado).

Su ideología se convirtió en la nuestra y, desde entonces, tenemos el objetivo conjunto del pleno empleo.

“Lo peor de la condena, es cogerle el gusto a las cadenas.”, como escribió Isabel Escudero y nos canta Rocío Márquez.

¡Viva el trabajo, vivan las caenas! 

Lo que me tienen que dar

Estudia lo que más salida tenga, les decimos a los que más queremos.

Conviértete en una mercancía que tenga demanda.

Que el mercado laboral te favorezca, que alguien quiera comprar tu tiempo, tu fuerza, tu alma.

“La gran transformación” consistió en convertirnos en mercancías. En hacer que la vida pasara a ser objeto de mercadeo.

La mujer que rompe el plato / sin ser hora de comer / por muy bonita que sea / no le sale mercader.

Busca tu talento. Ponte en valor (de cambio) para que otro te use. Mejora tu empleabilidad, hazte único, única, y así disminuirá la oferta de lo que eres, será mayor la demanda y aumentará tu precio, tu salario, tu libertad.

La gran transformación de hoy es desmercantilizar la vida. Ni la gente ni la naturaleza somos mercancías.

Quizás así obtengamos lo que nos merecemos.

Quizás así, dejemos de avanzar en la locura.

Me dice la gente / me lo van diciendo / que ando medio loco de tanto pensar / lo que me pasa es que no puedo más / porque a mí nadie me ha dao / lo que me tienen que dar.

Noción 4: Sobre el valor/No comprarás este cante

El dinero y la riqueza

Es de necio confundir valor con precio.

El interés es el precio del dinero y, en muchos casos, el precio de las personas.

Es de necio confundir precio, dinero, interés: economía con crematística.

Es economía administrar el sueldo para que siete hijos coman, estén limpios y bienvestidos. Gestionar bien, para mantener y mejorar la vida. Es economía.

Es crematística, aquello que se mueve en torno a la moneda, y su función es la capacidad de observar de dónde puede obtenerse una cantidad de dinero. Es crematística.

“El dinero y la riqueza parecen que son lo mismo, / siendo cosas tan distintas, / la riqueza es justamente / lo que el dinero te quita”, nos dijo el gran Francisco Díaz Velázquez.

Esta sociedad es tan necia que la crematística se ha comido hasta a la economía.

Quien confunde gana.

Y sin embargo, cuando se quiere, las cosas son muy sencillas. O por lo menos, así lo hizo Juan Carlos Aragón cuando escribió: “Todos los hippies queremos saber, lo de la Moneda Única como va a ser, pues como va a ser, como va a ser, el que la coja para él.”

Quién le va a enseñar a Cádiz economía financiera, ¿quién?

Loco

En el campo andaluz se cantaba en el trabajo. Y mediante el cante se enfriaban los resquemores del orgullo maltrecho. El dolor por la venta del esfuerzo, del trabajo, de la propia vida, se mitigaba a través de la cultura, de la música, del cante.

«No comprarás este cante».

Me comprarás a mí, a mi trabajo, a mi tiempo, pero no a lo que yo siento, que es mi música, mi cante, mi cultura.

El oprimido creaba un resguardo de dignidad. Y para ello cantaba, producía belleza, antes que recibir palos de la guardia, la fiel imagen de la fealdad (indignidad aparece como sinónimo de fealdad, es cierto).

El valor de uso de la cultura, sirvió para que el valor de cambio del trabajo, no les llevara a la cárcel, o a la locura.

«A mí me llaman el loco / porque siempre voy callao / llamadme poquito a poco / que soy un loco de cuidao.»

Había que evitar desgracias mayores que el vivir para el salario. Debo vender mi cuerpo, pero no comprarás mi alma.

«No comprarás este cante»: economía para sobrevivir, cultura para vivir en ese sobrevivir.

Noción 5: Sobre otra economía/Quiero ser cooperativista

Solución

“Con lo poquito que había / yo hice una partición / mis hermanos son aquellos / que tengan igual que yo.” Manuel Soto, Sordera. Con lo poquito que había (tangos)

Seamos comunalidad, no individualidad; seamos territorio comunal, no propiedad privada; seamos compartencia, no competencia. Seamos intercambio, no negocio.

Asumamos “El reparto”, no la acumulación; busquemos “La unión”, el apoyo mutuo, frente a la competencia que nos debilita; asumamos “El cumplir”, la afirmación del valor de sí mismo, del valor sin precio.

Por eso quiero ser cooperativista. Un cooperativismo totalmente alejado del cooperativismo capitalista con nombre de Virgen o Santo.

Porque puede que no merezca compasión, quien siendo esclavo no quiere buscarle la solución.

Por eso quiero ser cooperativista, porque como decía Charles Gide, la cooperación es la asociación en beneficio de los asociados, pero el cooperativismo es la cooperación erigida en sistema de emancipación social.

Por eso quiero ser cooperativista porque:

No quiero mandar ni ser mandado.
No quiero ser empresario, ni recurso humano.
No quiero gestionar a otra, ni que otra persona me gestione a mí.
No quiero no decidir.
Quiero asumir responsabilidades.
Ver a iguales.
Nunca, nunca, ser partícipe de un mercado. Sería una mercancía.
Me gusta producir y al mismo tiempo desacumular.
Impartir nuestra justicia en nuestra unidad de trabajo. Ser juez y juzgado.
Por todo eso, quiero ser cooperativista.

Fuentes

Ninguna idea es de los autores. Todo es copiado, leído, escuchado.

De personas como Proudhon, Marx, Polanyi, Harvey, Silvia Federici, Miren Etxezarreta, Manuel Delgado Cabeza, Isidoro Moreno, Carolina Márquez, Borja-Villel, Moreno Galván, Díaz Velázquez, Kiko Veneno, Antonio Orihuela, Isabel Escudero…

De cantaores y cantaoras como Aurelio Sellés, la Piriñaca, La Niña de los Peines, Enrique Morente, José Menese, Carmen Linares, Manuel Soto “Sordera”, Turronero, Rocío Márquez,…

De grupos (de corte moderno) como Hechos contra el Decoro, María Arnal i Marcel Bagés, Calle 13…

De la cultura flamenca del pueblo andaluz.


El texto es la contribución de Colectivo Flamencónomo a Voces del Extremo, poesía y economía. Ed. Amargord, 2021. Publicado en el fértil blog «Espárragos y Tagarninas» de Óscar García Jurado.

El artículo de Luis Ocaña Escolar citado en la entradilla puede leerse en este enlace.

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