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Foro Social Mundial: La sustitución de patrones por solidaridad

Las iniciativas ya existían, en forma de cooperativas y de otras variadas actividades asociativas. Pero la economía solidaria las unió y les abrió nuevos horizontes para expandir su modo de producción y de relaciones sociales capitalistas. [Por Mario Osava – IPS] Idalina Boni comenzó con su grupo, hace 15 años, a crear la Cooperativa Fio […]

16 enero 2010

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Las iniciativas ya existían, en forma de cooperativas y de otras variadas actividades asociativas. Pero la economía solidaria las unió y les abrió nuevos horizontes para expandir su modo de producción y de relaciones sociales capitalistas.

[Por Mario Osava – IPS] Idalina Boni comenzó con su grupo, hace 15 años, a crear la Cooperativa Fio Nobre, que de la artesanía evolucionó a la hilandería y la costura, pasando a confeccionar camisas, camisetas, bolsas y objetos de regalo en Itajaí, una ciudad portuaria del meridional estado brasileño de Santa Catarina.

La exportación constituye un nuevo frente, después de que se logró mejorar la calidad de los productos, con diseños de un especialista en moda. En febrero, Boni irá a España promover sus productos, ampliando los contactos ya existentes con Italia y Francia.

Boni culmina con ello una larga experiencia como activista social desde organizaciones católicas solidarias y movimientos comunitarios, de campesinos, de salud popular y derechos humanos, todas iniciativas impulsadas por la Teología de la Liberación, la doctrina surgida en los años 60 en América Latina por sacerdotes progresistas que hicieron práctica la opción preferencial por los pobres.

«En la juventud uno cree que puede cambiar el mundo», comentó a IPS.

Pero el alto desempleo exigió la búsqueda de nuevos proyectos que conciliaran ingresos para sobrevivir a un activismo volcado «a mejorar el mundo, por lo menos», acotó. Eso condujo a Fio Nobre y a la organización de la cadena productiva del algodón a la confección, con la marca de Justa Trama.

Numerosas iniciativas similarmente colectivas, cimentadas en la cooperación y la autogestión, sin la dicotomía patrón-empleados, se reunieron en el Foro Social Mundial, que tuvo sus tres primeras ediciones anuales, entre 2001 y 2003, en la sureña ciudad brasileña de Porto Alegre. Brasil.

Nació así el movimiento que desembocó en el Foro Brasileño de Economía Solidaria (FBES), creado en 2003, cuando comenzaba el primer gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, quién incorporó al Ministerio de Trabajo una Secretaria Nacional de Economía Solidaria (Senaes).

Ese movimiento en Brasil se distingue del de otros países por combinar tres dimensiones, explicó Daniel Tygel, secretario ejecutivo del FBES.

Además de la dimensión económica, que comprende autogestión y formación de cooperativas y redes, integra lo cultural, relacionada con el consumo, relaciones de género y áreas como el software libre y la política de transformación social.

A la larga «queremos cambiar el modelo de producción y el rumbo del desarrollo, hacia uno que no sea nocivo para la vida», afirmó Tygel, graduado en física.

La economía solidaria brasileña comprende desde producción agrícola, que suman 60 por ciento de los grupos del FBES, a la de artesanías, la confección de ropas, cooperativas de microcrédito, empresas recuperadas en forma cooperativa tras el abandono de sus dueños tras dejarlas en quiebra, proyectos comunitarios de iglesias e incubadoras universitarias de firmas solidarias.

Su participación en la economía nacional es aún «irrisoria», reconoció Tygel, pero con una rápida expansión, pese a los escasos recursos oficiales de apoyo a ese campo. La Senaes cuenta con un presupuesto insignificante, pero actividades solidarias cuentan también con apoyos financieros de algunos ministerios, como el del Desarrollo Agrario y el de Desarrollo Social.

Articular las numerosas pequeñas iniciativas locales y abrir canales de comercialización son los grandes desafíos de la economía solidaria, cuya organización aún es incipiente en los foros estaduales.

Pero hay ejemplos importantes de redes y cadenas productivas, como la Justa Trama. Los encuentros y la necesidad de asegurar materias primas producidas dentro de los mismos principios, de relaciones laborales horizontales y de sustentabilidad ambiental, unieron seis cooperativas textiles y una asociación de algodoneros en la cadena productiva, que suman más de 700 asociados.

Justa Trama y el movimiento de economía solidaria impulsaron «la cantidad y especialmente la calidad de la producción de Fio Nobre», reconoció Boni. De 1,5 toneladas producidas en 2005, su cooperativa alcanzó ocho toneladas en 2008.

La cadena empieza en el «algodón ecológico» producido por agricultores familiares de nueve municipios del nororiental estado de Ceará, pasa por una cooperativa textil que fabrica hilos y tejidos en el central Minas Gerais y termina en tres cooperativas de confecciones del sur.

Se fabrican botones, collares y otros accesorios a partir de semillas recolectadas por cooperativas de Rondonia, un estado de la Amazonia brasileña.

Los agricultores solidarios, que siembran con métodos agro-ecológicos, encuentran sus mayores obstáculos en la comercialización. Por eso es que se han dado más importantes iniciativas de economía solidaria en ese sector.

En el nordeste, la región más pobre y seca de Brasil, la Red Xique Xique de Comercialización Solidaria, que toma el nombre de un cacto local, facilita el comercio de agricultores familiares del estado de Río Grande del Norte, organizados en centenares de grupos y nueve núcleos.

Agroecología, feminismo y economía solidaria son «los tres focos» de la acción de la red, que vive un crecimiento acelerado, articulando producción y comercio, según Viviana Mesquita, asistente técnica local de la Seanes.

«Las mujeres tienen una vocación mayor para la economía solidaria», pero su gran presencia en Xique Xique se debe también a la fuerte actividad local de la Marcha Mundial de Mujeres, explicó la socióloga, también partícipe del activismo no gubernamental, comunitario y ambiental.

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