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Hacia una producción sostenible de alimentos

La gran producción mundial esta íntimamente relacionada con un modelo basado en los valores del mercado. Se nos ha querido vender la idea de que los países ricos y los grandes consorcios multinacionales pueden mantener altos niveles de producción, suficientes para alimentar a la humanidad. Que por tanto, los países pobres deben dedicarse simplemente a […]

23 enero 2008
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La gran producción mundial esta íntimamente relacionada con un modelo basado en los valores del mercado.

Se nos ha querido vender la idea de que los países ricos y los grandes consorcios multinacionales pueden mantener altos niveles de producción, suficientes para alimentar a la humanidad. Que por tanto, los países pobres deben dedicarse simplemente a pequeña producción suplementaria, a desarrollar el turismo y a vivir de los servicios.

Pero la gran producción mundial esta íntimamente relacionada con un modelo basado en los valores del mercado. Solo tiene valor aquello que tiene valor en el mercado, y el valor que le da el mercado. Pero el mercado esta cada vez más bajo el control de los grandes productores mundiales.

Además, con el mercado como único indicador de valor, tenemos más de 830 millones de seres padeciendo hambre que no tienen recursos para acceder a los alimentos.

Sólo EE.UU. consume la mitad de los recursos no renovables del planeta y su población sólo supone el 5% de la población mundial.

Toda esa producción mundial de alimentos, suficiente para abastecer los mercados pero no a los hambrientos, se realiza sobre la base de una destrucción acelerada de los recursos naturales, la perdida de la biodiversidad, la desertificación del planeta, la destrucción de la capa de ozono y desatando procesos de posibles consecuencias catastróficas como el llamado cambio climático global.

La República Dominicana además de los alarmantes índices de pobreza, ha visto destruir sus recursos naturales, reducir su biodiversidad y aumentar la contaminación ambiental. La cobertura forestal que se estimaba en 80% del territorio para 1908, se ha reducido a menos de un 27%.

Una producción sostenible debe estar basada en algunos lineamientos que, entre otros debe incluir:

El Ordenamiento Territorial, que preserve las tierras con vocación agrícola para la producción y no para otro uso como el urbano o industrial, los cuáles tendrían áreas específicas para su establecimiento de acuerdo a esa misma vocación de los suelos.

Respetar la vocación natural de los suelos. En República Dominicana el 52% de los suelos tiene vocación para foresta y otros cultivos permanentes. Quedan tierras de vocación agrícola bajo otros usos, o bajo ningún uso, que pueden ser incorporadas a la producción. Existen tierras que todavía pueden ser incorporadas al riego.

Una producción sostenible debe respetar la reducida superficie con ecosistemas naturales que todavía existen. Respetar los parques nacionales y otras áreas naturales protegidas.

Debe desarrollar tecnología apropiada a las condiciones socioeconómicas y naturales del país. Es necesario apoyar la investigación agrícola y pecuaria.

Debe promoverse incentivos a la agricultura sostenible, entre ellas a la agricultura orgánica que reduce los costos de producción, no afecta al medio ambiente y tiene precios justos en mercados solidarios.

Tecnologías de punta como la producción en espacios controlados, o los llamados invernaderos, constituye una posibilidad de aumentar la producción sin afectar el medio ambiente, procurando reducir los costos para que el pequeño y mediano productor pueda acceder a la misma.

Hay que procurar que los valores de solidaridad sustituyan a los valores del mercado. En el mundo hay una gran corriente que promueve la Economía Solidaria, de la cual el comercio justo es uno de sus componentes.

En un estudio reciente realizado para las cuencas altas que drenan hacia la presa de Sabana Yegua. Se ha podido comprobar que la causa principal de la deforestación, la erosión de suelos, la escasez de agua y la reducción de la vida útil de la indicada obra hidráulica, esta asociada a la agricultura intensiva en suelos de laderas.

Incluso la intensificación de los daños causados por las inundaciones y deslizamientos ante la presencia de fenómenos hidrometeorológicos extremos, es una consecuencia de la deforestación, e indirectamente de estas prácticas productivas no sostenibles.

Al mismo tiempo, se ha comprobado que a pesar del extraordinario daño ambiental los habitantes de esas montañas no han logrado superar la extrema pobreza que les abate.

Dichos estudios aplicaron análisis económico a los cultivos tradicionales de la zona, los cuales consisten en cultivos anuales combinados fundamentalmente de habichuelas, guandul y maíz. Además del terrible impacto ambiental que este modelo de producción ha provocado, los indicadores económicos demuestran que estos no son rentables, ya que presentan tasa interna de retorno negativa y relación Beneficio/ Costo debajo de 1.

En cambio, se aplicaron los mismos análisis a doce (12) alternativas de producción forestal y agroforestal, combinando cultivos anuales con plantaciones forestales, frutales, café de calidad y crianza, y los indicadores económicos arrojaron rentabilidad, con tasa interna de retorno positiva por encima de 50 y relación Beneficio/Costo por encima de 1.50.

Así como se debe incentivar la producción agroforestal en zonas de montañas. En los suelos llanos y regables deberían incentivarse cultivos de alta rentabilidad y bajos impactos ambientales. Hemos visto zonas bajo riego con cultivos que no requieren riego, convirtiéndose en prácticas que desperdician un bien tan escaso como el agua y las costosas infraestructuras de riego.

Los países que han alcanzado niveles de desarrollo y bienestar para sus habitantes lo hicieron sobre la base de construir una sólida base productiva agropecuaria e industrial. Aún después de haber alcanzado el desarrollo se preocupan por mantener niveles de producción alimenticia que les garantice la seguridad alimentaria, aunque tengan que subsidiar esta producción, como ocurre en Estados Unidos de América y en Europa, por tanto, si tenemos suelos y una masa poblacional que todavía vive de la producción agropecuaria, ¿porqué tenemos que postrarnos a la dependencia alimentaria permanente?

Nos ha tocado vivir en un mundo bajo amenazas naturales desatadas por los propios seres humanos. El cambio climático global es el resultado de un conjunto de procesos de degradación ambiental.

La producción de alimentos se concentra en algunos países y monopolios mundiales que solo conocen de las leyes del mercado, y son sordos y ciegos a los millones de hambrientos.

Podemos seguir produciendo, recuperando la capacidad de los países para producir de manera sostenible, promoviendo nuevos modelos solidarios.

El desarrollo científico-técnico debe ser nuestro aliado y no nuestra amenaza.

Roberto Sánchez

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