El lema del XIV Congreso Cooperativo llevado a cabo en Cartagena de Indias, que congregó a cerca de mil personas arrojó importantes conclusiones para el cooperativismo colombiano y todo el conjunto de la economía solidaria que integran cerca de siete millones de personas que hacen parte de esa nueva economía en el país. El sentir que desde el Huila se planteó con mucha fuerza en años anteriores en el sentido que más que escuchar a los invitados del gobierno nacional y ser un acto eminentemente académico, era necesario comenzar a discutir temas que al interior de la empresarialidad no están resueltos y además fijar líneas de acción.

Podríamos decir que afortunadamente en los últimos cinco años el cooperativismo colombiano se ha transformado, se han dado unos pasos importantes, sin querer decir que hemos llegado al punto donde debemos estar.

Que las cooperativas propongamos el lema de «tomamos la palabra», debe dejar de ser un anhelo para pasar a las acciones. Está bien lo que se viene proponiendo de visibilizar todas las propuestas que permitan un cooperativismo actuante y menos reactivo. La articulación con el movimiento social y sindical, con los parlamentarios, requiere  otras   dinámicas sociales que hacen parte de aquello que la postmodernidad ha dado en llamar   la democracia participativa. Con referencia a este tema en la  mesa que tuve la fortuna de moderar y que se llamaba «Políticas estatales para la promoción del cooperativismo y la economía solidaria», una presentación que me llamó poderosamente la atención fue la de Héctor Riveros, demócrata, abogado constitucionalista y promotor de paz en anteriores gobiernos. Riveros dejó planteadas unas hipótesis no zanjadas  en los últimos 40 años. Estas consisten en indagar si el cooperativismo puede  considerar un gremio, un sector o un movimiento.

La apreciación de Héctor Riveros no es de poca monta para quienes hemos considerado al cooperativismo y la economía solidaria no solo una opción laboral o empresarial, sino el modelo, el medio y no el fin en sí mismo. Reconozco que no todos o por lo menos algunos  asociados, funcionarios y directivos, carecen de una perspectiva que valore el cooperativismo como una opción de vida. Apenas estamos en el primer eslabón, aunque estar ahí ya es un mérito suficiente para seguir avanzando.

Dependiendo de la identidad que adoptemos no solo serán nuestras actuaciones al interior de las empresas, sino las dinámicas que llevaremos a cabo para poder ser tratados, respetados y escuchados por el Gobierno Nacional. La característica del régimen colombiano está determinado porque a pesar de haberse aprobado la Constitución Política en 1991 y haberse proclamado el Estado Social de Derecho, la aplicación y cumplimiento todavía son una esperanza. Los retos que tenemos de mejorar y profundizar la democracia son muchos en esta  nación.