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Los mitos de la globalización neoliberal

Por José Ramón Villanueva Herrero de la Fundación Bernardo Aladrén para El Periódico de Aragón Los poderes dominantes lo presentan como un mundo ideal y sin alternativa Vivimos en un mundo de contrastes económicos brutales y los datos, fríos e implacables, lo demuestran. A modo de ejemplo, en el año 2008, momento del estallido de […]

9 septiembre 2017

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Por José Ramón Villanueva Herrero de la Fundación Bernardo Aladrén para El Periódico de Aragón

Los poderes dominantes lo presentan como un mundo ideal y sin alternativa

Vivimos en un mundo de contrastes económicos brutales y los datos, fríos e implacables, lo demuestran. A modo de ejemplo, en el año 2008, momento del estallido de la crisis financiera mundial, el desembolso para salvar los bancos privados en el conjunto de los países occidentales se elevó a la exorbitante cifra de 8.150.000 millones de dólares, esto es, 8,15 trillones de dólares. Ese mismo año, según la FAO, para acabar con el hambre en el mundo se necesitaban 30.000 millones de dólares. Estos datos son estremecedores pues, como señalaba Manfred Max-Neef en estudio titulado El mundo en ruta de colisión, esos 8,15 trillones de dólares destinados a salvar a la banca privada hubieran permitido «generar 270 años de un mundo sin hambre».

Este es el mundo en el que vivimos, un mundo en el que nunca hay suficiente para los que no tienen nada pero en el que siempre hay suficiente para los que lo tienen todo. Un mundo que, como nos recordaba el Manifiesto del Foro Internacional de la Globalización de 2007, está abocado a una crisis de dimensiones planetarias con riesgo de colapso. A esta situación se ha llegado como consecuencia de un modelo económico dominante que se basa en el crecimiento ilimitado a cualquier coste, el uso incontrolado de combustibles fósiles, la exaltación del consumismo desmedido y que ha traído como consecuencia la amenaza real del cambio climático y la disminución de los recursos esenciales para la vida en nuestro planeta (aguas, bosques, suelos, biodiversidad).

Este es el panorama en que hallamos tras el galopar del sistema económico neoliberal, que, cual si de un nuevo Atila se tratara, arrasa por donde pasa. Y, sin embargo, los poderes económicos dominantes nos lo presentan como un modelo ideal y sin alternativa posible. Por ello, resulta preciso, como señalaba Max-Neff, desenmascarar los 6 mitos sobre los que se sustenta la globalización neoliberal, tan cuestionables como falsos todos ellos. Veámoslos seguidamente.

Mito 1º.- «La globalización es el único camino efectivo para el desarrollo». Pero… la realidad de los hechos pone de manifiesto los negativos efectos de la desregulación de los mercados, las privatizaciones y la eliminación de las barreras comerciales internacionales.

Mito 2º.- «Una mayor integración en la economía global es buena para los países pobres». Pero… ello ha supuesto que estos países deban acomodarse a las reglas y restricciones de la economía globalizada y ello les obliga a postergar actuaciones más urgentes en educación, salud o desarrollo. De hecho, la globalización ha generado mayor desigualdad y, en la actualidad, 80 países tienen menos renta per cápita que hace dos décadas tras integrarse en la economía global. Otro dato: si en 1965 el ingreso medio per cápita de los países del G-7 era 20 veces mayor que el de los 7 países más pobres del mundo, en el año 2008 era ya 50 veces mayor…y esa brecha sigue creciendo cada año.

Mito 3º.- «Las ventajas comparativas son la mejor manera de asegurar la prosperidad». Esta idea, basada en el dogma del libre comercio global, ha tenido efectos muy negativos ya que cuando el capital tiene plena movilidad transnacional, este busca «ventajas absolutas» en aquellos países que impliquen menores salarios, menores impuestos y menores exigencias medioambientales.

Mito 4º.- «Más globalización significa más empleo». Pero… la realidad demuestra que, por ejemplo, la deslocalización industrial ha producido el fenómeno del outsorcing, el cual genera desempleo en los países de origen y subempleo y peores condiciones laborales en los países que reciben las inversiones de las industrias deslocalizadas.

Mito 5º.- «La Organización Mundial del Comercio (OMC) es un organismo democrático y transparente». Pero… la realidad es que la OMC está dirigida por un grupo no electo de burócratas que toman decisiones que imponen a los gobiernos de las naciones. De hecho, el mayor empeño de la OMC es lograr la abolición o reforma de cuantas normativas estatales resulten perjudiciales para los intereses de las multinacionales. Además, resulta significativo el que la OMC no tenga reglas sobre cuestiones tan importantes como la prohibición del trabajo infantil o la garantía de los derechos laborales. En consecuencia, como señala Max-Neef, el «propósito fundamental» de la OMC es «lograr que las corporaciones gobiernen el mundo» y en esa línea se orienta el polémico Tratado Transatlántico de Libre Comercio entre la Unión Europea y los Estados Unidos, el TTIP.

Mito 6º.- «La Globalización es inevitable”. Si Margaret Thatcher dijo en su día que «no existe alternativa» frente al modelo neoliberal, Renato Ruggiero, exdirector general de la OMC, llegó a afirmar que «tratar de detener la globalización es equivalente a tratar de detener la rotación de la tierra» y, por ello, este fundamentalismo económico, lo ha convertido casi en una pseudoreligión que no debe ser cuestionada en sus dogmas, pero cuyos mitos, a los cuales hemos hecho referencia, están basados en falsedades.

A esta situación se ha llegado porque la globalización neoliberal nos ha ganado la partida en parte por la renuncia sistemática de muchos países a su derecho a controlar los procesos económicos en beneficio propio. Así las cosas, resulta vital apostar por una economía alternativa, por una economía más justa y solidaria, que suponga una transición efectiva del actual modelo sustentado en la codicia, la competencia y la acumulación a otro alternativo que priorice la solidaridad y la cooperación como valores para lograr un mayor nivel de felicidad social y que sea medioambientalmente sostenible. Es por ello que el cambio de modelo económico resulta imprescindible pues nos va en ello nuestro futuro y el de nuestro planeta.

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