Consumo Responsable

¿Macrogranjas en el súper? No en todos

Los supermercados cooperativos en España apuestan por una compra de productos animales más saludables y sostenibles. Nos acercamos para conocer su propuesta, ante el debate de las macrogranjas.

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¿Dónde compro carne de ganadería sostenible? ¿Cómo viven las vacas, pollos o cerdos de los productos que compro? ¿Mi supermercado compra a macrogranja? Probablemente te hayas hecho alguna de estas preguntas en las últimas semanas si has seguido la polémica vinculada a ellas. Se han escrito ya decenas de reportajes hablando de los graves impactos sociales y ambientales de este modelo de ganadería. Así que este artículo no es para eso. Hoy nos centramos en una solución que nos interesa: cómo hacer una compra libre de estas grandes instalaciones.

La mayoría de hipermercados hoy en día ofrecen una gran cantidad de alimentos de origen animal a precios muy económicos. Nos hemos acostumbrado a ver ofertas de hamburguesas o lonchas de jamón serrano a un euro, leche a 0,56 euros por litro, o yogur a 0,99 euros el kilo.

Sin embargo, casi todos estos esconden costes ocultos: grandes producciones intensivas, bajas remuneraciones a los productores, impacto ambiental no penalizado… Y especialmente enormes subvenciones venidas de la PAC (Política Agraria Común de la Unión Europea). En general, la mayoría de esta oferta no es realmente sostenible. Existen excepciones en forma de etiquetados con el sello ecológico, o procedentes de pastoreo, pero no siempre garantizan un precio justo y, en general, representan una pequeña parte del catálogo.

Entonces, ¿qué hacemos para comprar productos sostenibles? En España el mercado de la alimentación está dominado por grandes empresas de distribución que buscan principalmente el beneficio económico, lo que provoca efectos en toda la cadena alimentaria. Sin embargo, existe un grupo de establecimientos diferentes que funcionan bajo los principios de la economía social y solidaria, alejándose del modelo convencional. Se denominan supermercados cooperativos, no tienen ánimo de lucro y actualmente están en plena expansión en todo el país. Sus clientes, quienes a su vez son dueños y dueñas, se benefician de precios justos, tanto para quien compra como para quien produce los alimentos.

Su oferta de ingredientes animales se basa en la cercanía, la ecología y la remuneración adecuada. Por ejemplo, en los supermercados cooperativos de Madrid o Getafe puedes encontrar huevos ecológicos de El Majadal, una granja familiar donde las gallinas acceden al campo. En otros de Alicante, Zaragoza o Mallorca puedes comprar carne de ganadería extensiva o ecológica comprada directamente a ganaderos, como la ternera de Casa Fes procedente del Pirineo aragonés. En Cataluña, ofrecen lácteos como los de Mas Claperol, una granja familiar en la comarca gironesa de La Garrotxa que fue la primera de la zona en producir queso ecológico. Y en el País Vasco y Navarra encuentras leche de vacas ecológicas que pastan todo el año, o leche de pequeñas granjas a un precio pactado con los ganaderos.

A diferencia de las tiendas convencionales, aquí la oferta local y ecológica es mayoritaria, Por lo que es más fácil llenar la cesta de la compra evitando las macrogranjas. De hecho, el propósito de los supermercados cooperativos es transformar el sistema alimentario facilitando un consumo responsable. Y en este sentido, apuestan por concienciar a la población promoviendo la reducción del consumo de proteína animal (en España se consume de media hasta tres veces más carne de la recomendada por la OMS).

Es cierto que el precio de los productos animales más sostenibles puede llegar a ser sensiblemente más caro. Esto es así por la enorme diferencia de modelos de producción y de calidad nutricional y organoléptica. Por eso algunos establecimientos sostenibles ofrecen también alimentos convencionales más económicos para que sus clientes puedan elegir. En general reivindican que las administraciones premien la ganadería extensiva, la ecológica y la familiar con mayores incentivos, y que carguen los costes ambientales a los modelos menos sostenibles, algo que ahorraría costes de adaptación al cambio climático, posibles futuras pandemias y crearía más y mejor empleo en zonas rurales. A ello le suman la concienciación en los cambios de hábito de consumo, que en el caso de la carne significaría cambiar la cantidad por la calidad.

Este modelo se inspira en Park Slope Foodcoop, la primera cadena del mundo situada en Nueva York; todo un referente, ya que además es el supermercado más rentable por metro cuadrado de todo Estados Unidos. Allí sus miembros trabajan menos de tres horas al mes en diversas tareas. A cambio, compran productos locales y la mayoría ecológicos a un precio hasta un 30% más económico que los locales convencionales. Hay cada vez más experiencias de este tipo en España, agrupadas ahora en torno a una red de reciente creación que quieren que facilite su integración y la aparición de nuevos proyectos a lo largo y ancho de la geografía. En este mapa puedes averiguar si ya existe alguno cerca de ti.

 

 

Fuente: Alterconsumismo en El País

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