Políticas Públicas

Ni compartir, ni poseer: así es el modelo de cohousing

Ni compartir piso, ni poseer una casa: el modelo de vivienda del Plan Estatal de Vivienda 2022-2025 que ha aprobado este martes el Gobierno estatal incluye como novedad el apoyo al cohousing, un modelo de tenencia que se extiende por Europa con fuerte crecimiento. Verónica Ramírez explica en qué consiste en este artículo para La Sexta.

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Si no lo conocías, ve sumando otro anglicismo a tu vocabulario, pues parece que el cohousing (de ‘housing’, vivienda en inglés) va a quedarse como un modelo más de tenencia de vivienda que puede que te interese conocer. Y no, no es compartir piso. Ni tampoco ser propietario de una casa, sino algo intermedio.

El Consejo de Ministros ha traído este martes un importante paquete en materia de vivienda con la aprobación del Bono Joven de ayuda al alquiler y un Real Decreto con el Plan Estatal de Acceso a la Vivienda 2022-2025. Lo que tendrá que esperar de momento es el anteproyecto de Ley por el Derecho a la Vivienda, tras la oposición del Consejo General del Poder Judicial en su informe preceptivo.

Pero entre todo ello, hay un apartado que supone una novedad en el Plan Estatal, y son las ayudas al cohousing. Te explicamos de qué se trata.

En términos generales, el cohousing (o covivienda, o vivienda colaborativa, si empleamos el español), consiste en un modelo de comunidad en el que sus habitantes tienen un espacio privado para vivienda y comparten otros para recursos y servicios públicos, pero además participan de manera activa en el diseño y gestión de todo ese entorno. Esto último es muy importante porque es una gran diferencia con respecto a un complejo residencial al uso o a la promoción de vivienda pública habitual bajo el sistema de cooperativa.

«No solo es construir un edificio, sino formar una comunidad con gente más o menos afín», explica Rogelio Ruiz, arquitecto y miembro de Ecohousing. Se crea el alojamiento, pero también la dotación de servicios, y el residente participa en la creación del proyecto, no es un actor pasivo que simplemente pone dinero. De hecho, cuenta Ruiz, que participó en el proyecto de cohousing senior Trabensol en Torremocha del Jarama (Madrid), puede llevar años construir un proyecto. Por eso, quizá, porque requiere tiempo para definir el proyecto, los que más se han desarrollado hasta ahora son los de personas mayores.

Por eso y porque son los que tienen claro qué horizonte de vida tienen y qué no quieren: vivir en una residencia para la tercera edad, sufrir la soledad o no tener a mano unos recursos y una asistencia adecuada. Y así de claro lo tuvieron los 54 vecinos que iniciaron Trabensol, uno de los centros de mayores de este tipo pioneros en España. En esta miniciudad sus habitantes se autogestionan casi todo, explica Jaime Moreno, uno de sus residentes, tras once años «la experiencia es muy buena», resume.

Construcción sin ánimo de lucro

En España lo más usual es encontrar este modelo bajo un régimen de cooperativa sin ánimo de lucro, en el que cada socio pone una aportación económica como si adquiriese una vivienda, solo que no será de su propiedad, sino que tendrá derecho de uso. Si fallece o quiere irse, puede recuperar su inversión la persona o sus herederos, aunque puede haber aportaciones mínimas que no se devuelvan, todo según esté fijado en los estatutos. Eso sí, venderá su participación al precio de compra actualizado con el IPC, ya que no se rigen por precios de mercado.

En los últimos años, con los problemas de vivienda, el cohousing se ha visto como una posible solución para conseguir un techo más barato, principalmente porque son viviendas que no están sujetas a especulación. «Quitas el beneficio del promotor», apunta Ruiz, pero «construir cuesta igual». Por eso es frecuente también que estos proyectos se den en pueblos o zonas de la España vaciada, donde el precio del suelo sea más barato.

O incluso gratis, por cesión del ayuntamiento. Es el caso de Cohabita Rivas, un proyecto de cohousing senior (para mayores) impulsado desde el municipio de Rivas Vaciamadrid (Madrid). El proyecto, para el que el Ayuntamiento ha cedido suelo público, se encuentra aún en fase de concurso público.

Este modelo empezó en Dinamarca en los años 70, y de alguna manera también en España, ya que fue en aquellos años cuando un grupo de amigos tuvo una idea de vida en común que se materializó en el año 2000 al finalizar la construcción del Residencial Santa Clara de Málaga. Son 76 apartamentos de unos 50 metros cuadrados y multitud de zonas en común que engloban, capilla, gimnasio, biblioteca, peluquería, comedor, huerto, piscina, zonas ajardinadas… Para entrar hay que cumplir unos requisitos, como tener 50 y 70 años, gozar de buena salud y hacer una aportación inicial de 66 mil euros.

Después Santa Clara han ido creciendo poquito a poquito más proyectos, y en estos momentos hay unos 13 funcionando y unos 65 en desarrollo, según Ecohousing, que los ha ido situando en un mapa que puede consultarse en su web.

¿Qué propone el Gobierno?

El Consejo de Ministros ha aprobado este martes el Plan Estatal de Vivienda 2022-2025, que tiene una dotación de más de 1.700 millones de euros. En él se incluyen ayudas directas para el «acceso a la vivienda habitual en régimen cooperativo o en promociones de cohousing», según indicó en la rueda de prensa posterior la ministra de Fomento, Raquel Sánchez. Al igual que el bono de alquiler, el reparto del Plan Estatal deberá consensuarse con las comunidades autónomas en la próxima conferencia sectorial.

El plan aprobado no define qué es cohousing, si bien establece que pobrán obtener estas ayudas «las promociones de modalidades residenciales tipo cohousing, de viviendas intergeneracionales o similares que se vayan a ceder en uso o destinar al arrendamiento durante un plazo mínimo de veinte años». Además, se admite cualquier forma jurídica y de titularidad pública o privada.

Las personas físicas o jurídicas beneficiarias podrán obtener hasta un máximo de 420 euros por metro cuadrado de superficie útil. Como estaba previsto, se establece una limitación del precio del alquiler o de la cesión en uso y la ayuda no podrá ser superior al 50% de la inversión, con un máximo de 50.000 euros por vivienda. Esta ayuda no es compatible con otras subvenciones del mismo plan, especifica el texto, publicado en el Boletín Oficial del Estado este miércoles.

El modelo de cohousing que se propone no se destina a un tipo de colectivo concreto, aunque el Gobierno había comentado anteriormente que con este modelo de tenencia está pensando en mayores o en los temporeros, trabajadores del campo que vienen a España a trabajar temporalmente.

A tenor de lo que hemos explicado hasta ahora, parece que ese colectivo, normalmente con muy pocos recursos económicos, encajaría en el modelo de alquiler que añade el Gobierno, que para Rogelio Ruiz es igualmente una buena iniciativa, solo que «eso sería otro tipo de alojamiento, pero no es un cohousing».

Para otro expertos preocupa que la falta de definición pueda llevar a crear infraviviendas, como apunta Sergio Nasarre, catedrático de derecho civil de la Universitat Rovira i Virgili y exdirector de su Cátedra UNESCO de Vivienda: «Hay que hacerlo muy bien, que no caigamos en una vulneración del derecho a la vivienda». Y pone como ejemplo el decreto que aprobó la Generalitat de Catalunya, que reguló los alojamientos con espacios públicos compartidos en diciembre de 2020. La norma contemplaba minipisos de un mínimo de 24 m2 privados más 12 m2 correspondientes a espacios compartidos: «Eso es claramente una infravivienda», apunta el catedrático.

Precisamente, la ministra Sánchez ha explicado en rueda de prensa que el Gobierno busca «acabar con la infravivienda» con todo el paquete de medidas aprobado.

Otra comunidad que quiere empezar a impulsar este modelo es el Gobierno vasco, que ha llevado una experiencia piloto de protección pública en régimen de cesión de uso en Donosti y prevé esta legislatura realizar otro proyecto similar en Bilbao, según fuentes del Gobierno. No obstante, se trataría de una cesión de uso sin más, pero no un cohousing puro con una comunidad organizada detrás.

Una medida más

El cohousing viene para quedarse, pero no hay que pensar que es la panacea que va a solucionar el problema de la vivienda. No obstante, para Rogelio Ruiz, es un camino: «Y a medio o largo plazo lo notaríamos, porque estas viviendas estarían fuera del mercado».

«La covivienda es una de las muchas herramientas para mejorar la situación actual», pero «necesitamos métodos mucho más potentes para transformar realmente la vivienda». Desde Housing Europe, federación europea que promueve políticas de vivienda pública, social y colaborativa, opinan igualmente que solo es una medida más, a la que suman otras posibilidades: «Reservar el 30% de todo el suelo urbanizable para vivienda social o no dejar las casas vacías durante muchos años es un ejemplo real de cómo podemos mejorar la asequibilidad de la vivienda«, explican a laSexta.

Por cierto, que el cohousing no debe confundirse con el coliving (del inglés ‘living’, vivir), otro concepto similar de recursos compartidos, pero más centrado en personas que necesitan un espacio de trabajo común, que no tiene una perspectiva de vida a largo plazo en esa vivienda y que pagan un alquiler al uso. De nuevo, otro anglicismo con el que cargar.

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