Economía Solidaria

Economía solidaria: un modo más justo de relacionarnos

Son prácticas que buscan dar solución a los problemas sociales. Promueve un desarrollo alternativo, sostenible, a escala humana, basado en el apoyo mutuo, el cuidado del medio ambiente y la integración de identidades locales. Una respuesta al modelo económico actual, que cada día suma más experiencias positivas en Chile y también en nuestra zona (Concepción). […]

25 noviembre 2010

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Son prácticas que buscan dar solución a los problemas sociales. Promueve un desarrollo alternativo, sostenible, a escala humana, basado en el apoyo mutuo, el cuidado del medio ambiente y la integración de identidades locales. Una respuesta al modelo económico actual, que cada día suma más experiencias positivas en Chile y también en nuestra zona (Concepción). Se estima que en Chile este tipo de economía da trabajo a unas 220 mil personas.

Según Eduardo Letelier, economista y miembro del Centro de Educación y Tecnología para el Desarrollo del Sur, CET SUR, la economía solidaria se entiende como una manera de enfocar las relaciones económicas. “En las relaciones de cooperación, trabajo mancomunado, comercialidad, reciprocidad y altruismo, tú pones la solidaridad al centro en sus distintas expresiones”, señala.

En el Gran Concepción, existen un conjunto de organizaciones sin fines de lucro que desarrollan su trabajo en base a esta modalidad. Es el caso, por ejemplo, de Traperos de Emaús, una agrupación de personas que recolecta y recupera objetos en desuso y luego los comercializa. Así, contribuyen al medio ambiente y al bienestar de quienes están en riesgo social.

“Nosotros somos una comunidad de vida. Lo que tenemos y trabajamos es para el bien común. Las decisiones se toman en forma colectiva, no hay autoritarismo y lo que hacemos es de acuerdo a nuestras necesidades”, señala Mauricio Jarpa, encargado de Emaus en Chiguayante.

Pueblito Artesanal Alonkura, es otra de las organizaciones que se enmarca dentro de un proyecto de economía solidaria. Son once mujeres, que situadas en San Pedro de la Paz, ofrecen artesanías en diferentes técnicas, además de talleres y cursos a la comunidad.

Fresia Guerra forma parte de Alonkura. Es descendiente de pehuenches y cuenta cómo ha ido integrando su cultura a las manualidades que realiza. “Yo trabajo muñecas étnicas, que representen las diferentes raíces de nuestro país. También hago títeres, tejidos, mantelería y cortinaje”, comenta.

Asimismo, en Lirquén se encuentra la agrupación Huertos Orgánicos de Villa Santa Amalia. Se trata de quince mujeres en situación de vulnerabilidad que cultivan hortalizas desde una perspectiva agroecológica. “Nosotras vendemos dos veces por semana y también cultivamos para autoconsumo”, cuenta Teresa Baeza, miembro del grupo.

Son ejemplos de prácticas económicas solidarias. Experiencias que demuestran que es posible vivir bajo una lógica de cooperación y respeto por las personas.

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